miércoles, 23 de octubre de 2013

Otro cura Merino en escena





Anda, leches, aquí no falta de nada. Por tener, tenemos hasta una nueva edición corregida y aumentada del cura Merino. Bueno, en realidad hubo dos curas Merino, el guerrillero Jerónimo Merino Cob, absolutista que se alistó en el bando del pretendiente Carlos María Isidro, y el otro, Martín Merino Gómez, el que atentó contra Isabel II el lunes 2 de febrero de 1852 y que aparece en los “Episodios Nacionales” en los tomos “Las tormentas del 48”, en “Los duendes de la camarilla” y en “La revolución de julio”. Sobre este segundo cura, quiero decir el de Arnedo, no el de Villoviado, se dijeron cosas muy raras y de difícil comprensión para quienes, como yo, aprendimos de niños el catecismo Astete de memoria. Me explico. Condenado a muerte en garrote, Merino debía ser conducido al patíbulo con una hopa  y birrete amarillos con manchas rojas, que estaba reservada a los regicidas y parricidas, de acuerdo con el Código Penal vigente en la época. El 5 de febrero la Audiencia de Madrid confirmó la sentencia condenatoria practicada dos días antes por el juez Pedro Nolasco Aureoles. Y ahora viene lo de mi difícil comprensión a que hacía referencia. Se sabe que comisionado por el arzobispo de Toledo, el obispo de Málaga, Juan Nepomuceno Cascallana, procedió a la degradación de Merino, esto es, a su condición de presbítero, de diácono, de subdiácono y de tonsurado. Existen tres sacramentos de la Iglesia Católica,  bautismo, confirmación y  orden sacerdotal, que imprimen carácter y producen una marca indeleble que no puede ser borrada. Y así quedó definido dogmáticamente en el Concilio de Trento. Por lo tanto, el obispo de Málaga no podía borrar lo imborrable. Pero ahora ha aparecido en Madrid otro cura Merino, mejor dicho, un hombre vestido de cura, de 64 años de edad, que portaba una pistola y que con gran decisión entró en el domicilio de los Bárcenas exigiendo un “pendrive” de la contabilidad del PP. En el interior del domicilio de Príncipe de Vergara se encontraba su mujer, un hijo y la empleada de hogar. Finalmente, el falso cura, Enrique O.G., ha podido ser detenido sin causar mayores daños, gracias a que el hijo de Bárcenas consiguió desatarse y enfrentarse a Enrique, mientras la criada pedía auxilio por la ventana. El tema de Bárcenas, a este paso, lleva camino de convertirse en un serial por entregas. De este personaje sólo sabemos que se llama Enrique. Los apellidos siguen siendo un misterio.

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