miércoles, 8 de enero de 2014

Autos, motos y camionetas




En “Libertad digital” se comenta que “el Gobierno no quiere una fotografía de la infanta yendo a declarar. Cree que daña la institución, y con ello al rey y al heredero”. Si alguien ha dañado a la Corona, a mi entender, son la infanta y su marido. Pues nada, si el Gobierno no quiere la foto, que Roca recurra y la Audiencia vuelva a desautorizar el auto. Así convertiremos esta “inusual situación” en el Bolero de Ravel, aunque con más clamor y murga. A los españoles creo que les da igual el resultado final de este “culebrón”. Hay otras prioridades, como la de intentar encontrar trabajo o la de poder comer algo de fuste aunque sólo sea una vez al día. Ya comentaba ayer que en España no hacía falta de modo alguno la reinstauración borbónica impuesta desde el régimen anterior. Como hoy cuenta Pablo Sebastián, “En la imputación -por segunda vez- de la Infanta Cristina en el caso Nóos está en juego no solo la situación procesal de la hija del Rey sino el imperio de la Ley y el Estado de Derecho, por cuanto doña Cristina -que carece de cualquier aforamiento- no puede recibir un trato de favor ni eludir la acción de la Justicia”. José Oneto, en el mismo diario digital, “República de las Ideas.com”, cuenta que “tras la imagen de cansancio, dubitativa del Rey, en su discurso ante la cúpula militar el pasado día de Reyes, la noticia de la imputación de su hija, veinticuatro horas más tarde, es un dato más de los momentos malos que está viviendo la Monarquía, y cuyo final, a estas alturas, se presenta como imprevisible”. Y  Fernando González Urbaneja pone la guinda a este sindiós: “Nadie sale bien librado de la investigación. El fiscal hace el ridículo y propicia la idea de que la Fiscalía está al servicio de falsos intereses de Estado. Ha intentado evitar la imputación y lo que ha conseguido es consolidar la posible culpabilidad. El heroico juez que resiste las presiones va a culminar la instrucción más famosa del año que tiene muchas posibilidades de quedar luego en muy poco. Un costoso viaje de mucho ruido y pocas nueces. No sale mejor librada la Agencia Tributaria y los informes que ha ido remitiendo al juez arrastrando los pies y con los ojos y los oídos atentos a las sugerencias de la superioridad. La Casa Real, la Jefatura del Estado, ha manejado el asunto con torpeza, nada ha salido como han pretendido y esperado y el tráfico subterráneo de presiones e influencias en torno a la instrucción roza lo vergonzoso”. El auto del juez Castro, que lo he leído en su integridad, uf, es fruto de un considerable brío. Pero aquí, además de autos, hay motos y camionetas. La moto la pretende “vender” la Fiscalía, la Abogacía del Estado, La Agencia Tributaria y el periódico que dirige Marhuenda. Y la camioneta está custodiada por el tipo del martirio, o sea, por Rafael Spottorno, que cuando habla con la Prensa parece que susurra barcarolas: “Están clavadas dos cruces/ en el monte del olvido…”, cuando sería más propio que hubiese esperado hasta conocer las declaraciones de la infanta ante el juez Castro. Pero ya puestos a susurrar cancioncillas pastoriles, a mí sólo se me ocurre eso de  “quita de en medio que va a pasar/ la camioneta, la camioneta,/ quita de en medio que va a pasar/ la camioneta de mi papá”. ¡Señor, qué cruz¡

No hay comentarios: