domingo, 26 de enero de 2014

Morenés debería explicarse





Lo que está sucediendo en España no pasa ni en la República de Burundi. En tiempos de Aznar se adquirieron dos aparatos de segunda mano a Air France y costaron 172 millones de pesetas que, según leo en “República.es” el montante de esos aviones “se pagó en seis anualidades hasta 2005. Los aparatos –sigue contando ese periódico digital- ya tenían entonces 12 y 13 años de antigüedad y haber adquirido dos nuevos y con mejor tecnología de la propia Airbus habría costado 60 millones menos (30 por avión). Las dos aeronaves A310 fueron acondicionadas en la fábrica de Airbus de Toulouse para su nuevo uso y se estrenaron en septiembre de 2003. Aunque su primer vuelo lo realizó en 1982”. Pues bien, el Príncipe de Asturias, que ahora se dirigía a Honduras para asistir mañana a la toma de posesión de Juan Orlando Hernández, ha tenido que aterrizar en la República Dominicana por un “fallo técnico”. No es la primera vez que sucede. El pasado 25 de noviembre, el Príncipe ya tuvo que suspender su visita a Brasil. Estas cosas no pueden suceder en un Estado moderno. No es de recibo que el Heredero de la Corona tenga que encomendarse a san Judas Tadeo, abogado de lo imposible, o a san Expedito, o a santa Rita de Casia, cada vez que deba ponerse en viaje, bien representando al Rey, o bien representando a España. La seguridad en los aviones de la Fuerza Aérea Española debe ser meticulosa. Y si fuese necesario comprar nuevos aviones para sustituir a los actuales, como en su día se hizo con los dos viejos Boeing 707, que se haga sin demora. Mal podemos vender la Marca España si nuestros principales representantes, el Rey o el Príncipe de Asturias, no pueden llegar a su destino por estúpidos fallos técnicos en los aparatos que deben transportarles, de la misma manera que yo no marcharía hasta Cádiz desde Zaragoza, que es mi lugar de residencia, en un viejo utilitario comprado de segunda mano que pierde aceite, va mal de batería y tiene las ruedas desgastadas. La integridad física de las personas, también del Jefe del Estado, del Príncipe o de los ministros en misiones de Gobierno, debe estar aseguradas en todo momento. Pero la imagen exterior que damos es de vergüenza. El ministro de Defensa, Pedro Morenés, a mi entender, debería explicar esta anómala situación en Congreso de los Diputados.

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