viernes, 3 de enero de 2014

Para gustos, colores





Cuenta Burgos hoy con esa gracia que le caracteriza, en referencia a Artur Mas, que “tiene cara de anuncio de loción para después del afeitado”. Se debe referir al anuncio de aquel “Floïd genuino”, en sus variedades de mentolado suave y mentolado vigoroso, que había en todos los armarios de las viejas peluquerías de caballeros. Hay pequeñas cosas que, sin saber por qué, han ido desapareciendo del entorno de nuestras vidas. Pasó con el “Floïd”, con el “Calmante vitaminado” (que llegó a ser de Ruiz Mateos), con el “Megral”, con el “Fercobre fólico”, con las dolorosas inyecciones de “Hepal-crudo”, con la brillantina “Mirlo”, con el “Tosidrín”, con las bolitas de naftalina, con el linimento “Sloan”… Uf, la lista sería interminable. Con el que no hay forma de terminar es con Artur Mas, que pretende lanzar a los catalanes por el acantilado de La Halconera, en el macizo del Garraf, sin parapente y sin una estampita de san Antonio que les ampare en su inevitable hostión. Este hombre está empeñado en que Cataluña sea como el Principado de Andorra pero con otras parroquias y otros supermercados. Hasta en la confección de la posible bandera han tenido poco gusto. La bandera de Andorra, al menos, dispone de tres barras horizontales, roja, amarilla y azul, y una corona que parece ideada por don Heraclio Fournier. Pero la catalana, además de las honrosas barras aragonesas, posee en su lado izquierdo una estrella blanca de cinco puntas sobre fondo azul como copiada de la bandera de Cuba. En eso le gana la bandera de la Comunidad de Madrid, que dispone de 7 estrellas, 7, todas ellas blancas, de cinco puntas y sobre fondo carmesí, en recuerdo del Pendón de Castilla, que era carmesí y no morado, como erróneamente se consideró durante la Segunda República. Cada estrella representa a cada una de las existentes en la constelación de la Osa Mayor, por aquello de la Osa y el Madroño del escudo de la capital. Y aquí sería conveniente hacer una precisión: púrpura se designa a un color violáceo que a veces se ha confundido con el color morado, especialmente en paños viejos ajados por el sol. Y púrpura es la figura heráldica del Reino de León, o sea, el león rampante de su bandera con fondo blanco. Carmesí era el color de la bandera de los Comuneros de Castilla, sobre el que había un castillo en amarillo con ventanas azules. Quizás ese parecido en los matices entre ambas tonalidades llevó a la errónea creencia en 1931 de que el Pendón de Castilla era morado. También es cierto que, en 1693,  el tercio de infantería de Castilla, que en la actualidad se denomina Inmemorial del Rey,  adoptó el uniforme morado, ya que sus topas habían sido reclutadas por un purpurado, es decir, por un obispo. Y en 1703 se creó el Regimiento de Reales Guardias de Infantería Española, que también adoptó el color morado en su bandera principal, conocida como coronela, en vez de la blanca reglamentaria. Como decía aquel, para gustos están los colores.

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