jueves, 23 de enero de 2014

Vox pópuli, vox Dei





No sé, ya verán como un día de estos el Grupo Hepta, del padre Pilón, será reclamado en La Moncloa para que analice ciertos fenómenos paranormales. Ahora resulta que cuando un destacado militante del PP, pongamos por caso a José Antonio Monago, el bombero-presidente, se permite hacer algún análisis subjetivo sobre la política actual seguida por el Gobierno y que no termina de convencer al pusilánime Rajoy, aparece por La Moncloa el fantasma de Vox arrastrando las cadenas, ese grupo político nacido de la mano de Ortega Lara, Santiago Abascal, Ignacio Camuñas y José Luis González Quirós que está tomando cuerpo y desde donde se piensa nombrar candidato a las “europeas” del próximo 25 de mayo. Yo creía que “Vox” era la marca de un diccionario de latín, o de inglés, que también, que le vendría de maravilla a Rajoy para poder entenderse con Obama sin traductor, o para que pudiese conocer el significado de “Nec audiendi qui solent dicere, Vox populi, vox Dei, quum tumultuositas vulgi semper insaniae proxima sit” sin tener que recurrir a Rouco Varela, pero eso ya es pedir peras al olmo. Rajoy confunde la bajada del paro (69.000 personas en  2013) con los residentes que emigran y con aquellos otros que, por desaliento, decide tirar la toalla y ya ni se molestan en inscribirse en las oficinas del INEM. Alcuino de York, que enseñó durante ocho años en la Escuela Palatina, donde se impartía de Trivium y Cuadrivium, o sea, las siete artes liberales que ahora maneja aunque con más clamor y murga el ministro Wert, fue el autor de la frase latina  por él dirigida a Carlomagno: “No debería escucharse a los que acostumbran a decir que la voz del pueblo es la voz de Dios, pues el desenfreno del vulgo está siempre cercano a la locura”. El Grupo Hepta puede que ya haya analizado el fenómeno y realizado el correspondiente informe: “el bipartidismo está a punto de fenecer, la aparición de nuevas alternativas es evidente, la inyección que tiene adormecidos a los españoles pierde eficacia y el espectro de otras Cortes Constituyentes planea sobre Madrid, capital del Reino, como un águila bicefálica que se alimenta de rosas, gaviotas y sitiales”.

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