domingo, 23 de febrero de 2014

El caso es protestar




Leo hoy en Heraldo de Aragón una curiosa noticia: “La Junta de El Rabal pedirá que se reubique la antena de telefonía de la calle de Sobrarbe”. El motivo, al parecer, es que hay quejas por parte del colegio próximo “Cándido Domingo” por las posibles radiaciones. Pero lo más curioso es que la foto que presentan como prueba de la existencia de esa “antena de telefonía” (estación base) no es cosa distinta a una vulgar antena de televisión existente en el tejado de un hotel. Yo vivo en sus proximidades y me he acercado a comprobarlo. Es más, en ese periódico se cuenta que “la antena nunca llegó a funcionar”. Pues, menos mal. Para lo que hay que ver en televisión, es preferible leer algo de fuste o acercarse hasta el Ebro por ver el agua correr. Entre maestros de escuela histéricos y asociaciones de padres de alumnos que confunden las radiaciones electromagnéticas y los campos de radiofrecuencia con el tocino, o con la velocidad, vamos apañados. Cuándo se van a enterar de que en su domicilio particular disponen de microondas,  de  televisión, y que en su bolsillo casi todos los ciudadanos portan un teléfono celular que, cada vez que lo utilizan  se lo llevan a la oreja, o sea,  cerca del cerebro y que, cuando pueden, se torran al sol en la piscina o en la azotea del ático. Pero a eso, miren ustedes por dónde, ni los docentes ni la asociación de padres de alumnos  les dan mucha importancia. El caso es protestar por lo que sea. Ya de paso, me gustaría saber por qué al barrio de Arrabal de toda la vida le dicen ahora El Rabal. Una cosa es el barrio de Arrabal y otra cosa es el distrito de El Rabal, que abarca los barrios de Arrabal, Cogullada, Jesús, La Jota, Picarral y Vadorrey. A las cosas hay que llamarlas por su nombre.

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