jueves, 27 de febrero de 2014

Jueves Lardero




Hoy en media España se celebra la fiesta campestre de Jueves Lardero. La matanza del cerdo, lo que en Aragón se conoce como matacía, sucedió a mediados de enero, por San Antón. Recuerden aquello de que “por San Antón, el que no mata gorrino no come morcillón”. Pues bien, ha pasado casi mes y medio desde aquel otro festejo, el del ritual de la matacía, y  ahora toca tomar la longaniza curada en los altillos de las casas a fuer de frío y trocearla en “palmos”, tal como se practica en la Comarca de Calatayud. Ya provistos del hatillo con las viandas lo que manda la tradición es salir de marcha campestre, si el tiempo lo permite, a cualquier punto de los pintorescos alrededores. Y  así,  ya acampados, comiendo pan con longaniza y bebiendo buen vino recio de garnacha  en bota, se intenta pasar una tarde festiva en buen ambiente de compañerismo hasta la puesta de sol. El Jueves Lardero, jueves anterior al Miércoles de Ceniza, es hoy día una reminiscencia de aquella otra fiesta que hacían los  “cristianos viejos”; que, frente a “marranos” y mudéjares de la vecindad, no tenían empacho alguno en comer carne de cerdo. Pero, eso sí, había que hacerlo antes de la llegada de la Cuaresma, que era tiempo penitencial de ayuno y abstinencia. Llevaría tiempo explicar cómo se celebra el Jueves Lardero en las diferentes regiones de España. Por esa razón, me limito a señalar las costumbres  en la Vega del Jalón. De hecho, existe un pueblo en La Rioja llamado Lardero, donde se acostumbra a tomar “chorizo, pan y huevo” y “bollos preñaos” con vino caliente. Lardero deriva del latín “lardarius” (tocinero) y de ello presumía Lardero en época romana, conocido ya entonces por sus tocinos y salazones. Pero bien, centrándonos en Calatayud y su comarca, existe otra fiesta campestre en Calatayud que también merece ser señalada. Me refiero al Domingo de Lázaro, o de las “culecas” (barbarismo de “cluecas”), que se celebra el domingo anterior al Domingo de Ramos. Esa tradición viene de la única comida del día, como ayuno voluntario, antes de la Semana de Pasión, o sea, la semana anterior a Semana Santa. Parece ser que los bilbilitanos se reunían cerca de un lazareto existente en el siglo XVIII y que de forma caritativa compartían con los leprosos una especie de hogaza que llevaba incrustado en el centro de la masa uno o dos huevos duros de gallina. Con el tiempo, aquella hogaza de pan se transformó en una masa dulce a modo de coca. En el pueblo cercano de Terrer, la “clueca” es costumbre degustarla acompañada de una taza de chocolate durante la merienda del Domingo de Resurrección. Cada pueblo de España tiene sus propias costumbres, que por nada del mundo deberían perderse.


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