jueves, 13 de febrero de 2014

La tragedia de Tarajal




Fernández Díaz, el actual ministro de Interior, dice que se utilizaron bolas de goma “disuasorias” en Ceuta por miembros de la Guardia Civil. Pero también señala que “ningún emigrante pasó las líneas fronterizas” y que todas las muertes se produjeron en aguas marroquíes. Las palabras del ministro traen el recuerdo para algunos ciudadanos, no en mi caso, de la película “Río Bravo” contada por Alfonso Sánchez. Es decir, en Ceuta hay unos subsaharianos dispuestos a cruzar las líneas españolas desde Marruecos.Y para ello, unos subsaharianos se enfrentan a las concertinas en su intento frustrado de saltar al otro lado de la valla; y otros, los menos, pretenden hacerlo por la playa del Tarajal, donde el agua  llega  como mucho a la rodilla de un tutsi o al ombligo de un hutu, para que nos podamos hacer idea,  en el intento de salvar una pequeña verja que penetra en el mar como de unos doce metros, echándolo largo. Y en ese trayecto se ahogan  una quincena de ellos. Fernández Díaz ha dicho hoy en la Comisión de Interior del Congreso que “los agentes de la Guardia Civil comenzaron a disparar pelotas de goma desde la playa y hacia al mar, pero guardando una distancia de, al menos, 25 metros de los inmigrantes, con el fin de que los disparos no dieran directamente a las personas” y,  también, que “la ‘inusitada actitud violenta’ de estos inmigrantes obligó a la Guardia Civil a usar el material antidisturbios. Pues bien, conociendo a la Guardia Civil, estoy convencido que en todo momento se trató a los 23 subsaharianos que habían conseguido llegar a Ceuta con absoluto respeto. Pero lo afirmo, no por que crea en las palabras del peor ministro del Interior que ha tenido la democracia si exceptuamos a Corcuera, sino por ser consciente del bienhacer tantas veces demostrado por el Benemérito Cuerpo. Lo de la película “Río Bravo” es distinto. En un bando, se encuentra una cuadrilla de pistoleros dispuestos a todo por sacar a un asesino de prisión.  En el otro bando, tan sólo se encuentra el sheriff y sus dos ayudantes: uno, un borracho, y el otro, un viejo lisiado. En el caso de Ceuta, por un lado hay unos pobres desgraciados  manejados por las mafias  que intentan llegar a Europa al precio que sea. Por el otro, unas Fuerzas del Orden que, en el cumplimiento de su deber, intentan impedirlo del modo menos agresivo. Así de simple.   

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