martes, 15 de abril de 2014

Bellido Dolfos y Artur Mas




Leo con interés el último artículo en República.com de don Juan Chicharro, “Un desfile militar”, donde hace referencia a un desfile en Barcelona durante los años 80, hace ya treinta y tantos años, entre el entusiasmo popular. De paso, recuerda el señor  Chicharro cuando, en junio de 1974, la Junta Directiva del Barça estregó la Medalla de Oro de ese club al general Franco. Y el señor Chicharro se pregunta: “¿Qué es lo que ha pasado en estos últimos 30 años para que hoy nos encontremos ante una situación patética en la que todo ha girado 180 grados? Y el señor Chicharro se responde: “Ceda Vd. graciosamente el control de los medios y el de la enseñanza a quienes se consideran contrarios a la unidad de España y ahí tiene el resultado”. Un poco más adelante, en su artículo, el señor Chicharro hace un ejercicio de reflexión: “No sé, ignoro que nos deparará el futuro respecto al contencioso territorial que se nos presenta, pero sí que tengo claro que la historia juzgará un día a los culpables que por omisión y dejación de sus responsabilidades han posibilitado que estemos como estamos. Y estos no son precisamente los nacionalistas sino aquéllos que por intereses de gobernabilidad o económicos o de clase han puesto en riesgo la unidad secular de España”. Y termina escribiendo: “No hay de qué extrañarse, al fin y al cabo Bellido Dolfos también era español”. Llegado a este punto, soy yo el que después de haber leído al general Chicharro, tengo que ponerme a reflexionar sobre la figura de este noble leonés por ver si  encuentro alguna relación entre el “Cantar de Sancho II de Castilla” y  Artur Mas, entre el amante de doña Urraca, hija de Fernando I, el Portillo de la Traición zamorano y el Cid Campeador. Complicado, oiga. Mezclar historia con leyenda es algo que sólo se le daba bien a Ricardo de la Cierva. El portillo de la Traición, que  he traspasado muchas veces en mis múltiples visitas a Zamora por aquello de que mi mujer es toresana de nación, tuvo un cambio de nombre en 2009, cuando el Ayuntamiento presidido por Rosa María Valdeón Santiago, también natural de la Ciudad de Doña Elvira y licenciada en Medicina, cambió su nombre por el de Portillo de la Lealtad, invirtiendo el punto de vista de castellano a leonés, al entender que Bellido Dolfos había recibido el “encargo” de cometer magnicidio por expreso deseo de doña Urraca, con la pretensión de romper el cerco de Zamora. “¡Rey don Sancho, rey don Sancho!, / no digas que no aviso, que de dentro de Zamora un alevoso ha salido; / llámase Vellido Dolfos, hijo de Dolfos Vellido, / Cuatro traiciones ha hecho, y con esta serán cinco”. Pues bien, por más vueltas que le doy al asunto, no encuentro relación alguna entre la muerte de Sancho II de Castilla el 6 de octubre de 1072 con los deseos secesionistas de Artur Mas a día de hoy, Martes Santo de 2014. Seguro que carezco de las neuronas necesarias para poder entenderlo. ¡Qué le vamos a hacer!

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