viernes, 18 de abril de 2014

Cuidado con las "levantás"



Hay que tener cuidado con las “levantás”, o sea, cuando los cofrades intentan bailar una peana con el santo encima. Lo sucedido ayer en San Vicente de Raspeig, provincia de Alicante, da idea de lo que puede suceder si los cofrades no desfilan procesionalmente con el correspondiente casco protector sobre la cabeza. En el encuentro con su Hijo, Jesús Nazareno, la talla de la Virgen de los Dolores se cayó de la peana mientras cumplía con las tradicionales reverencias ante su Hijo. Debido a  “un fallo estructural en la base de la imagen” -al menos eso dicen los miembros de la cofradía- la imagen se venció y antes de caer al suelo le dio en la cabeza a un señor calvo, además de penitente, que estaba debajo, en uno de los laterales. Ese hermano, cuyo nombre desconozco,   es conocedor desde ayer, Jueves Santo, de cómo las gasta una pesada talla cuando no está anclada debidamente, más aún si es conocida como de los dolores. Cosa distinta hubiese sido, por poner un ejemplo exento de menosprecio, que en un desfile de moros y cristianos se desplomase de su pedestal la estatua ecuestre del moro Tarik  mientras el gentío bailara a los acordes de Juanito el chocolatero, entre tracas de pedorretas ensordecedoras que evocasen la batalla de Guadalete, donde Rodrigo perdió la vida. Las “levantás” protocolarias tienen su intríngulis. Sólo hay que ver la televisión y esas escenas en el Palacio Real donde las consortes de los ministros y resto de damas invitadas al acto saludan protocolariamente a la Familia Real. El televidente puede observar genuflexiones de lo más pintorescas, rayanas en las más vergonzosa plebeyez. O la “levantá” de copa de Casillas en el campo de Mestalla el pasado miércoles tras su triunfo contra el Barcelona. Allí estaba el portero del Madrid haciendo equilibrios y aspavientos encaramado en una barandilla insegura mientras el Rey, sentado detrás, le sujetaba por una pierna. Por eso digo que las “levantás” son peligrosas.

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