martes, 22 de abril de 2014

Topónimos de quita y pon




Desean ahora cambiarle el nombre a un pueblo de Burgos por el hecho de llamarse Castrillo-Matajudíos. Cuenta Lorenzo Rodríguez Pérez, el alcalde, que tuvo la culpa un escribano cuando confundió Motajudíos con Matajudíos. Y poniendo en marcha el ventilador, asegura que los asesinos, de haberlos, fueron los del pueblo de al lado, los de Castrojeriz, “que en 1035 –según cuenta el alcalde- destruyeron la judería, mataron a unos 60 judíos y desterraron a los demás a un montículo próximo a Castrillo. Poco después el pueblo empezó a llamarse Castrillo-Mota de Judíos porque los hebreos vivían en esa cercana colina”. Sea como fuere, parece ser que habrá una consulta popular, coincidiendo con las votaciones al Parlamento Europeo, para que los 56 adultos censados decidan qué nombre debe adoptar el pueblo. Algo parecido sucede con el apellido Matamoros, derivado del apodo del apóstol Santiago. En España existen alrededor de 3.700 ciudadanos con ese primer apellido, otro tanto como segundo y sobre 40 en ambos apellidos. La mayoría de ellos (750) proceden de Badajoz. Nadie reniega  de él. Pero existe un topónimo mucho más vergonzoso y cercano en el tiempo. Me refiero a un pueblo de Toledo que desde el 19 de octubre de 1936 se llama Numancia de la Sagra. Curiosamente, ni con la Ley de Memoria Histórica se ha podido conseguir que volviese a llamarse Azaña. Parece que existiese una cierta pereza a la hora de llevar a cabo los trámites necesarios para ese cambio. No lo entiendo. Lo cierto es que un día antes, en su avance hacia Madrid, el comandante Jesús Velasco convocó a ocho vecinos de Azaña para constituir una junta gestora de ese municipio tomado por las tropas rebeldes. Una vez constituida la junta, Velasco solicitó del general Franco permiso para cambiar de nombre al pueblo por el de Numancia de la Sagra, al haber sido tomado por los Escuadrones del Regimiento Numancia y encontrarse en la comarca de La Sagra, espacio comprendido entre los ríos Guadarrama y Tajo. De hecho, La Sagra procede del árabe “al-Sagra”, que significa campo cultivado. Pues bien, de alguna manera de había dado el paso para “borrar del mapa” el  primer apellido del hombre que desde el 11 de mayo de aquel año era Jefe del Estado. Jesús Velasco había demostrado con aquel histriónico “ramalazo patriotero” ser un  auténtico majadero, puesto que Azaña, que  procede del árabe al-sāniya y significa “ la noria”, ya aparecía en un documento de Sancho III, en 1158, donde cedía cinco yugadas de heredad en Azaña a cambio de la mitad de Ciruelos: “... do in illa aldeia de Azania...”, según consta en un documento custodiado en Archivo Histórico Nacional.

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