lunes, 5 de mayo de 2014

Ajo y agua




Los vecinos de Las Pedroñeras, donde cuentan que se produce uno de los mejores ajos morados del mundo, están alarmados ante la entrada masiva de ajos procedentes de China. El mercado es así. Ya  dijo Victoria Bekham cuando llegó a España acompañando a su marido futbolista que España olía a ajo. Más tarde lo negaría en Vanity Fair. Este es el país del ajo y agua. Hoy he pretendido comprar unos pimientos de Padrón y al mirar la caja he descubierto que no procedían del pueblo de Rosalía Castro ni tan siquiera de Iria Flavia, donde estira la raspa C.J.C., que está a tiro de piedra, sino de Marruecos; también, unos espárragos enlatados en Navarra, que resultaron estar cultivados en Cáceres, unos pimientos del piquillo manufacturados en Tudela aunque importados del Perú, unas patatas llegadas desde los campos de Francia, unas nueces que parecían tener buen aspecto, muy insípidas, importadas de California, y así todo. ¿Alguien sabe de dónde procede el pescado que comemos?, ¿y el marisco?, ¿y la carne?... España está dejando de ser un país industrial y es difícil encontrar una empresa que invierta en I+D+i. Estamos volviendo a una economía basada en la agricultura y en el turismo. Este país se está convirtiendo en un corral de comedias donde los camareros, con todo mi respeto para ellos y su digno trabajo, y los mangantes vendedores de humo, son los verdaderos protagonistas de la escena. El que piense que Blesa, Rato o Urdangarín puedan ir a la cárcel por sus presuntos delitos es un incauto de tomo y lomo. Hasta el Fiscal General del Estado tuvo que reconocer el pasado mes de abril delante de Gallardón, del presidente del CJPJ y del T.S. Carlos Lesmes y de la defensora del pueblo, Soledad Becerril, con motivo de la presentación del Libro Blanco del Ministerio fiscal, que la Fiscalía está manejada por los hilos del Gobierno. Antes perderán el empleo los jueces encargados de juzgarles. La pasividad de la Fiscalía ante los papeles de Bárcenas, ante los  presuntos chanchullos económicos de la infanta, ante la presunta financiación irregular del PP, etc., son prueba inequívoca de lo que afirmo. Se desgastan jueces en el cumplimiento de su deber ante la pasividad de sus órganos de control y el ciudadano corriente está ya harto de no ver reconocidos sus derechos más elementales por parte de un Gobierno que no “afloja” en su reducción de gastos. Rajoy es el nuevo don Tancredo, que espera de forma insensata que Europa tire del carro para que España pueda asomar la cabeza del lodazal, sin hacer él nada por remediar una situación angustiosa que le supera. Ni las exportaciones van bien, como señala el presidente, ni el desempleo mengua, como cacarea la ministra Báñez. Nadie sensato cree ya en las mentiras de un Ejecutivo que sólo da palos de ciego.

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