martes, 13 de mayo de 2014

Consternación




La trágica muerte de Isabel Carrasco en León pone de manifiesto que el PP podría tener  al enemigo dentro de casa, en el supuesto caso de poder probarse por parte de la Justicia que tanto la mujer como la hija del inspector jefe de la Policía en Astorga tuviesen algo que ver en su asesinato. Ambas, la señora Triana y su hija, están afiliadas a ese partido conservador. Ahora se busca el arma de fuego. Hombre, el río Besnesga no es precisamente el Danubio. León es una ciudad llena de encanto. Yo viví allí tres meses por asuntos de trabajo a principios de los años 70. Nada más llegar, lo primero que hice fue buscar una habitación donde alojarme y alguien, no recuerdo ahora su nombre, me indicó que frente a la Azucarera de Santa Elvira (ya desaparecida) había una señora que disponía de habitaciones a pupilaje. Y allí fui. Me venía bien el sitio, al estar cerca de la oficina en la que iba a prestar mis servicios y tener cerca un bar-restaurante, La Parra, que entonces daba comidas a precios económicos a trabajadores de aquella zona de la carretera de Zamora en la que, un poco más adelante, estaba Antibióticos, la empresa en la que darían el pelotazo de su vida Abelló y Mario Conde. Nunca pasé el río Bernesga por aquella pasarela en la que ayer se produjo el asesinato de la señora Carrasco, que había inaugurado poco tiempo antes el entonces Príncipe de España según rezaba en una pequeña placa. Lo hacía por el viejo puente de piedra que desde las proximidades de la Estación de Renfe me trasladaba a la otra orilla, a la del Parador de San Marcos. Tiempo después, ya en Zaragoza, me enteré de que un hijo de la casera que  había tenido durante mi estancia en León había sido asesinado y posteriormente descuartizado y metido en maletas que fueron desperdigadas por la cuneta de la carretera que conduce a Mansilla de las Mulas. La muerte, como dejó escrito Cela, siempre produce consternación.

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