Los reyes viajan al Vaticano, a
esa corte de los milagros, para que el papa Francisco le bendiga el camino a
tomar a Felipe VI, hoy en la encrucijada, y que no parece fácil en un país
donde Diego Torres, exsocio de Urdangarín,
en un escrito de 87 folios al juez Castro viene a decirle al magistrado que “la Casa del Rey estaba al tanto
de todo, que se informaba con periodicidad semanal y que se revisaba toda la
información de Aizoon para su control y validación”. La Casa del Rey, del anterior
rey, debía ser –según se desprende de lo escrito por Torres- como una agencia
tributaria para asuntos internos. De hecho, José Alejandro Vara cuenta en
Vozpópuli que “hay miedo en La Zarzuela por los síntomas de depresión de don Juan Carlos”. Los
pronósticos del doctor Cabanela respecto a su pronta recuperación no se están
cumpliendo; los 5 viajes a los países árabes en corto espacio de tiempo todavía
no se entiende para qué han servido; no ha recuperado la Corona el prestigio perdido
y ahora le salen asuntos de paternidades que están por demostrar. Juan Carlos
sigue teniendo tratamiento de rey y de majestad, continúa viviendo en Palacio y
ostentando el empleo de capitán general en la reserva. No se entiende. El
Gobierno, por otro lado, se da la mayor prisa posible para que sea aforado y
sólo pueda ser juzgado, si fuese menester, por el Tribunal Supremo. Todavía no
se sabe en qué quedará el feo asunto de su hija menor, pero todo apunta que la Audiencia de Palma
volverá a cometer el “error” de desimputarla por segunda vez, conocida la
postura del fiscal Pedro Horrach, que más parece el abogado defensor de la
infanta que otra cosa y que, para consternación de los ciudadanos, se permite
el lujo de “insultar” al juez instructor frente la pasividad inexplicable del
Consejo General del Poder Judicial, salvo las honrosas excepciones los vocales
progresistas Roser Bach, Victoria Cinto, Clara Martínez de Careaga, Rafael
Mozo, Concepción Sáenz y Pilar Sepúlveda. No se debe decir, como dice el
frívolo fiscal Horrach, que el juez Castro basó su decisión de mantener la
imputación de Cristina de Borbón en “meras conjeturas” y que la infanta “sufría
contaminación judicial por influencia de los medios de comunicación”. Tales
afirmaciones no se sostienen. El papa Francisco tiene influencias terrenales y
cae bien allá por donde pasa, pero de él todavía no se esperan milagros.
lunes, 30 de junio de 2014
El eunuco Daoíz
Carolina Godayol se dio cuenta un
día de que uno de los dos leones del Congreso de los Diputados, el eunuco
Daoíz, carecía de bolsa escrotal y de sus correspondientes testículos. Lo puso
en conocimiento de la autoridad competente y ésta decidió, conocida su
manifiesta pusilanimidad, que traía más cuenta dejarlo como está, por no
modificar la obra de Ponciano Ponzano, autor también del frontispicio. A
Carolina Godayol le gusta que las obras estén completas, como debe ser, y el
hecho de contar con un león capado en el Congreso, por mucho que se éste se
llame Daoíz, le produce una cierta sensación de frustración e incomodo. Luego
llegan los turistas, le hacen fotos por delante y por detrás y al regresar a
sus países de origen las analizan. ¡No digamos nada si esos turistas son
japoneses! Con razón podrán pensar, que el pensamiento es libre, que si la
estatua leonina de las escalinatas carece de cojones ni que decir tiene lo que
se supone que habrá dentro, en el hemiciclo. En la inauguración del Congreso,
en 1850 por Isabel II, donde ahora están los leones Daoíz y Velarde mirando a
los transeúntes de la Carrera
de San Jerónimo, se pusieron en su día dos grandes farolas que no fueron del agrado
de los parlamentarios y tuvieron que ser retiradas ante sus protestas, pese al
enfado del arquitecto Narciso Pascual Colomer. Se buscó otra solución, en
solicitar del escultor zaragozano Ponciano Ponzano, entonces amigo de Francisco
Javier de Quinto, entonces jefe de la
Casa Real, y que le ayudaría a convertirse
en el escultor oficial del Congreso. Comenzó los trabajos en bronce
aprovechando cañones tomados al enemigo en la guerra de África (decía que el
mármol traía mala suerte, tal vez por su estatua de la Libertad del madrileño
Panteón de Hombres Ilustres; o por el panteón del general Manuel de Ena,
existente en la capilla de Santa Ana, en El Pilar; o por el busto de su amigo
Juan Bruil en el Cementerio de Torrero, que no sé) pero murió sin haberlos
terminado. Pues bien, una vez retiradas aquellas farolas de mal gusto fue
cuando Ponzano pensó inicialmente colocar dos leones. Pero la mala situación
económica de España, donde los presupuestos del Estado no daban para mucho,
obligó a que Ponzano utilizase para su obra materiales de ínfima calidad; es
decir, yeso pintado para que pareciesen leones de bronce y diese el pego. Y la
intemperie se encargó de que tales materiales no aguantasen un año de vida. Se
proyectó otra pareja de leones y se recurrió al escultor José Bellver, que los
esculpió de granito y de unas ridículas dimensiones. Tampoco gustaron y fueron
retiradas. Y aprovechando que se habían requisado varios cañones al enemigo en
Marruecos, se optó por fundirlos para unas nuevas esculturas que fuesen más
duraderas. Entonces el Gobierno, que, como sucede ahora, sólo acertaba cuando
rectificaba, volvió a pensar en Ponzano. La fundición se llevó a cabo en
Sevilla en 1866 y se colocaron los leones Daoíz y Velarde en su actual
emplazamiento en 1872. Al teniente Ruiz lo dejaron para más adelante, como a
Cascorro. Y aquellos leones de piedra esculpida fueron depositados en unos
almacenes del Estado en la confianza de que los madrileños se olvidasen de
ellos. Pero, miren ustedes por dónde, terminaron en el Jardín de Monforte
(Plaza de la Legión Española),
en Valencia, para dar escolta de Rita Barberá, que es la fondona Isabel II de
la tierra de las flores. En fin, a Carolina Godayol le invito a que se acerque hasta el zaragozano Puente de
Piedra sobre el Ebro para que pueda admirar in situ los cuatro leones del escultor
Rallo. Están muy bien dotados, más aún que el caballo de Espartero existente en
el Espolón de Logroño, que ya es decir. Sería como un desagravio hacia el
eunuco Daoíz, que lo echa todo en melenas.
sábado, 28 de junio de 2014
Obispos en pie de guerra
El secretario de la Conferencia Episcopal,
José María Gil Tamayo, entiende que la
LOMCE “no respeta el derecho de de los padres a educar a sus
hijos desde sus convicciones (de los padres, no de los hijos, obligados casi
siempre a sufrir los desvaríos místicos de sus progenitores) ni los acuerdos
del Concordato” y desea que haya unos horarios mínimos de adoctrinamiento en
las escuelas. De hecho, ya están en la Conferencia Episcopal
pensando en solicitar del Gobierno un Decreto-Ley regulatorio. A mi entender,
ya va siendo hora de que el Gobierno denuncie aquellos acuerdos Iglesia-Estado
firmados por el entonces ministro Marcelino Oreja a finales de enero de 1979 y
que no tienen sentido en un Estado aconfesional. Adoctrinar, nada que oponer,
pero en las parroquias. En la Constitución
Española de 1978, Título 1, artículo 16-3, se dice que
“ninguna confesión tendrá carácter estatal. Los poderes públicos tendrán en
cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes
relaciones de cooperación con la
I.C. y demás confesiones”. Bueno, pues muy bien. Ya se
coopera con la I.C.
manteniendo el sueldo del clero y dejándo sus fincas rústicas y urbanas libres
de impuestos. Pero ni los enseñantes de Religión sufren concurso-oposoción como
el resto de los docentes ni “las consiguientes relaciones de cooperación” deben
estar a nivel del resto de las materias de estudio en los educandos. El
Concordato está obsoleto, las creencias religiosas son una cuestión de
costumbres más que de fe y el país no está para milongas de unos funcionarios
de la Iglesia
que todavía creen estar en la dictadura de Franco. Empecemos a ser serios si
queremos equipararnos al resto de la
Europa civilizada. El latín es sagrado, el trigo es sagrado,
y la educación de nuestros muchachos debe ser un asunto de Estado. Si el
excolaborador de “La Linterna”
desea solicitar decretos-leyes regulatorios, que se haga parlamentario y desde
su escaño lance sus propuestas al Gobierno en las sesiones parlamentarias de
control, o sea, los martes por la tarde en el Senado y los miércoles por la
mañana en el Congreso. ¡Ya está bien de decir gansadas!
viernes, 27 de junio de 2014
Carajicomedia
España es una democracia avanzada
sobre el papel. Sólo sobre el papel. En la praxis, este país sigue manteniendo
el ramalazo franquista en muchas posiciones de sus gobernantes en el poder. El
caso del vergonzoso aforamiento exprés del ciudadano Juan Carlos de Borbón,
donde el PP se ha quedado solo en el Congreso; los ataques al juez Castro desde
la derechona por la segunda imputación a la ciudadana Cristina de Borbón; la
petición del fiscal Horrach al Gobierno para “atar en corto a los jueces tipo
Castro para garantizar la objetividad judicial", ¡hay que ser lerdo!; el
triste papel que acaba de hacer Mariano Rajoy en Malabo ( en el entierro de
Suárez procuró esconderse de las cámaras para saludar a Obiang) recabando votos
en favor de la candidatura de España a ocupar uno de los sillones rotatorios
del Consejo
de Seguridad de la ONU
durante el periodo 2015-2016, y de corrido tratar de argumentar con palabras
huecas que "España quiere participar en el renacimiento de África", como si
Rajoy fuese el descubridor de la penicilina; y, lo peor, la clara falta de
cojones( esos que Alfonso XIII le pedía que le echase Silvestre en el Rif por
telegrama) para afrontar el problema catalán: “Invictos rusticanos, brava
tropa/ que en el gran tropel y raudo molinete/ habéis llegado aquí, sucia la
ropa/ y escaldado el ojete”, se me antoja, todo ello, como una carajicomedia
para asustar a sietemesinos. Y ahí siguen Gallardón, Torres-Dulce y su combo de
lameculos tratando de marear el águila de san Juan como si fuese una perdiz. Uf, que mareo. Me voy a tomar un anís para,
como decía Cela, disipar el espectro de la impotencia.
lunes, 23 de junio de 2014
Un panorama desolador
Jaime Peñafiel, que no fue
invitado al besamanos en el Palacio Real tras la proclamación de Felipe VI,
cuenta en un artículo, al referirse a la nueva reina consorte, que “en todo
momento ella –o sea, la reina Letizia- aceptó que el Rey es él; que Jefe del
Estado sólo hay uno; que su papel es el de consorte; que la Constitución solo le
reconoce a él; que los reales decretos solo son sancionados por el nuevo
monarca; y que eso de ‘los reyes’ es un eufemismo, solo existe el Rey”. Y ya de
paso, por aquello de ir por atún y ver
al duque, aprovecha Peñafiel para recordar a los lectores que en la tribuna de
invitados del Congreso se encontraban presentes el padre y la abuela de
Letizia, ambos imputados por alzamiento de bienes. Y lo cuenta hoy, lunes,
víspera de san Juan, cuando faltan sólo dos días para que el juez Castro
determine una posible imputación de Cristina de Borbón. En el ambiente, pese al
calor, se mueve en el aire de un raro ventolín capaz de doblar los cadáveres.
Hoy todas las miradas estaban puestas en el Ritz, para escuchar a Pablo
Iglesias. Estaba ausente casi todo el staff del Ibex, del PP y del PSOE, pero
ello no ha evitado que Iglesias dijera sin ningún tipo de complejos que “el
terrorismo etarra causó dolor pero tiene base política”. Ahora hay mucha prisa,
casi demasiada, por lanzar a Juan Carlos de Borbón, el rey que ya no reina, un
salvavidas en forma de aforamiento “sui géneris”. Se hace tarde y mal. Y el
ciudadano del común no entiende tanta prisa, ni acaba de entender ese “quita y
pon” casi de tapadillo y sin muchas aclamaciones populares en las calles de
Madrid. ¿Qué se pretende solucionar? Las malas lenguas, que las hay, comentan
que los duques de Palma no han hecho nada nuevo que no hubiesen visto hacer
antes en La Zarzuela. Lagarto,
lagarto… “Los Templarios del Santo Grial del Régimen de la Transición -como
escribe el perrillo Marcello- pretenden reconducir la situación del país, en
medio de una asombrosa crisis económica e institucional”. Está bien cambiar el decorado de Felipe I de Parma por
el de Carlos III, el mejor alcalde de Madrid, en el despacho de Felipe VI. Es
necesario que su despacho no huela a alcanfor ni a caries de porteras, pero los
cambios deben ser más profundos si lo que se pretende desde la Corona es disipar el actual
panorama desolador. En esas estamos y ahí te quiero ver, moreno.
sábado, 21 de junio de 2014
Dar hilo a la cometa
En “La Restauración
Borbónica II”, J. de Mendizábal, al referirse al reinado
incipiente de Felipe VI, señala que “lo
más gracioso es que los que claman por la regeneración, un aire nuevo,
juventud, un nuevo impulso...son exactamente los mismos que no han hecho nada
por regenerar nada, por la transparencia, por acabar con la corrupción, por
separar de verdad la justicia del poder ejecutivo y partitocrático, por
finiquitar un estado autonómico insostenible...los mismos”. A la derechona le
interesa el bipartidismo, ora PP, ora PSOE, para que nada cambie. Sólo había
que ver el besamanos en el Salón del Trono del Palacio Real el pasado día 19 de
junio, donde Emilio Botín hizo inclinaciones esperpénticas en su saludo ante
los nuevos reyes, donde las damas, incluida la vicepresidenta del Gobierno,
doblaban la rodilla como si estuviesen el la corte del rey de barbilla zoqueta
que usaba paletó y, también, donde los nuevos reyes agacharon el lomo ante los
purpurados de la Iglesia Católica
de forma vergonzosa. Y ahora comienza la fiesta real, los paseos por Europa y
por las provincias españolas para inyectarse clamor en vena. Primer destino: El
Vaticano. Segundo: Portugal. Esperemos que el tercero no sea Andorra. Esto no
parece serio. Ya sabemos que el Rey nada puede hacer en beneficio de los más
desfavorecidos, que ya son legión, por impedírselo la Constitución. Como
recuerda Mendizábal, “al margen de dar una imagen ejemplar (que no es poco, si
lo logra), discursos bonitos, buenistas al más no poder asesorado por la
singular esposa que eligió, poco más podrá hacer. Lo saben todos. Mientras, le
dan hilo a la cometa”.
lunes, 16 de junio de 2014
Lo que nos pasa
Lo que nos pasa a los españoles
puede resumirse en un retal del último artículo de Jesús Cacho, "¿Quién teme al
soldado Madina?", publicado en Vozpópuli. Digo en un retal, porque su artículo
es mucho más denso, como una manta zamorana, y de nada sirve ahora contar lo
que sucede en un descompuesto PSOE y en un inmovilita PP, que nos recuerda
aquello que cantaba Emilio José: “Ni contigo ni sin ti tienen mis males
remedio…”. Pues bien, a punto ya de que den comienzo los actos de abdicación de
un rey con más sombras que luces y de aceptación por las Cortes de otro rey
sobre el que se cuenta que está muy bien preparado (eso ya se dijo en 1975
respecto a Juan Carlos), los españoles continúan en la inopia, que es un lugar
parecido al limbo de los justos, aquel lugar que no está en las cartas de
marear pero al que iban, parece ser, los niños que no habían sido bautizados.
Pero a lo que iba, moreno. Dice Cacho en su escrito del que extraigo un retal, para que,
como hacían los horteras con la tela de los trajes, nos lo enseñen a la luz del
día y sepamos su verdadera tonalidad: “Ni PSOE ni PP lograrán evitar el
naufragio si no acometen cambios en profundidad. La gente está harta de
aguantar golferías. La gente normal quiere vivir en un país normal donde el
tipo de roba prevaliéndose de su cargo vaya a dar con sus huesos en la cárcel.
El español de a pie está cansado de oír que las Cajas rescatadas, a las que
habría que haber dejado quebrar, van a seguir dando pérdidas sine die.
La gente está harta de sobresueldos, corruptelas, enchufes, harta del mamoneo
entre políticos y financieros, de confusión entre lo público y lo privado, de
sometimiento de la Justicia
a los amos del sistema, de ‘blindajes totales’ como el que ahora se busca para
el dimisionario Rey, un saco en el que también se quiere meter a la Reina para disimular. Un
hartazgo que es imposible camuflar con mil campañas de lavado de imagen como el
que estos días soportan los españoles. Hartos de inmovilismo, el gran pecado
del PP de Mariano Rajoy. La gente no quiere discursos; quiere hechos, demanda
cambios, pide reformas. ‘Si los reformistas no hacen las reformas, vendrán a
hacerlas los populistas’, dice Renzi. La cosa es sencilla: los españoles no se
han vuelto locos, no se han convertido al leninismo de la noche a la mañana.
Simplemente quieren vivir en un país decente. Que no es poco”. Y mientras
todas esas cosas acontecen, el hijo de Ruiz-Gallardón se esconde en el garaje
de la casa de su padre, en la calle de Alonso Martínez, para evitar ser detenido por la Policía Local tras un accidente. Y lo más triste, que los
escoltas negaran a la P.L. que el coche de
Ruiz-Gallardón Utrera estuviese dentro del garaje de ese edificio. ¡Qué
vergüenza, Dios mío, qué vergüenza!
domingo, 15 de junio de 2014
Respeto a la Ley de Memoria Histórica
Resulta que en 2014 todavía
permanece una escultura en Granada de José Antonio Primo de Rivera, obra de
Francisco López Burgos de los años 60. Pero será por poco tiempo. Resulta
curioso que haya tardado tanto el Ayuntamiento en retirar del paisaje urbano
una escultura en memoria de un fascista de tomo y lomo, primogénito de un
militar golpista “bendecido” por Alfonso XIII y fundador de Falange Española en
1933. La Ley
52/2007 de Memoria Histórica debe ser cumplida, como el resto de las leyes en
vigor, sin excusa ni pretexto, por más que la Abogacía del Estado en
2009 presentase un recurso al considerar que tal adefesio monolítico constituía
a su criterio un bien de interés cultural. Ya el Tribunal de Justicia de
Andalucía estimó por resolución el pasado 7 de abril que la pretensión de la Abogacía “no es conforme
a derecho”. Es necesario, si queremos modernizar España de una maldita vez, que
desaparezca para siempre cualquier nombre de calle, escultura, etc.,
relacionados con el franquismo o con la Guerra
Civil de todos nuestros pueblos y ciudades. Observo
estupefacto cómo a día de hoy todavía
permanece en el frontis del viejo edificio de la Academia General
Militar de Zaragoza el escudo preconstitucional. Va siendo hora de que
desaparezca para siempre.
viernes, 13 de junio de 2014
El lazo de Lambán
Acertó Felipe González cuando
dijo poco después de abandonar La
Moncloa que se sentía como un jarrón chino en un apartamento
pequeño: “Se supone que tienen valor y nadie se atreve –dijo- a tirarlos a la
basura, pero en realidad estorban en todas partes”. Por un R. D. de 1992 gozan
de tratamiento de presidente, se adscriben a su servicios dos puestos de
trabajo de libre designación, disponen de una dotación para gastos de oficina,
secretaria, alquileres de inmuebles; un automóvil de representación de alta
gama con conductores dependientes del Estado, los servicios de seguridad que les asigna el
Ministerio del Interior, el derecho de libre pase en las compañías de transportes
terrestres, marítimos y aéreos regulares del Estado, una pensión vitalicia que
ronda los 75.000 euros anuales y el derecho a formar parte de forma permanente
en el Consejo de Estado con otro sueldo no menos importante. A partir del día
19, el rey Juan Carlos y su consorte seguirán usando el privilegio de ser
llamados reyes con tratamiento de majestad (rey don Juan Carlos y reina doña
Sofía), en el orden protocolario irán detrás de la hija menor de Felipe VI,
continuarán viviendo en la
Zarzuela, serán aforados de por vida y dispondrán de un
sueldo y de unas guindaleras (ahí cabe todo) todavía sin especificar. El rey
cesante ya no será un jarrón chino, como parece el caso de los expresidentes de
Gobierno, sino un lastre del tamaño de King Kong que deberemos asumir todos los
españoles con nuestros impuestos. Y todo ello en una España arruinada, con seis
millones de parados, una deuda pública que casi alcanza el 100% del PIB y unos
datos aportados por Cáritas capaces de hacernos estremecer. Un país, digo,
donde este verano deberán seguir abiertos muchos comedores de colegios públicos
para que gran parte del alumnado procedente de familias con pocos posibles
pueda comer caliente, aunque sólo sea una vez al día. Yo no sé si los
expresidentes serán jarrones chinos y si los reyes cesantes serán vitrinas de
trofeos, pero esa es la España
que deja el largo reinado de Juan Carlos
I, con más sombras que luces, impuesto por un dictador que quería dejarlo todo
“atado y bien atado”. Sí, atado, pero con el lazo de Lambán.
martes, 10 de junio de 2014
Bono como última solución
Lo que hoy más le interesa a la
derecha española representada por el Partido Popular, es que el PSOE no pierda
escaños en las Cortes. Hay ya quien opina que “un PSOE con 100 o 105 escaños
terminaría siendo manejado por la extrema izquierda”. Y esa derecha, que ha
temblado con la marcha de Pérez Rubalcaba, vuelve a preocuparse ahora, más si
cabe, por el retiro de Susana Díaz como aspirante a la Secretaría General
del partido del puño y la rosa. La derecha actual se sentía cómoda con el
método Cánovas-Sagasta, o sea, con lo más parecido a aquel Pacto de El Pardo
llevado a cabo entre el Partido Liberal-Conservador y el Partido Liberal-Fusionista
pocos días antes de la muerte de Alfonso XII. Suponían Cánovas y Sagasta en
1885 que la alternancia de ambos partidos políticos durante la regencia de
María Cristina de Habsburgo (1885-1902) daría a España una cierta estabilidad
política.Y el general Arsenio Martínez Campos, artífice de la Restauración
borbónica, ante la pasividad de Serrano, consiguió una reunión entre ambos
políticos para llevar a cabo tal alternancia de partidos como aparente fórmula
magistral que desembocaría en una tremenda corrupción política en un país de
18’5 millones de habitantes, donde el 65% de los ciudadanos eran analfabetos y
donde la Iglesia Católica
más reaccionaria imponía sus fueros con su tralla de arreo. Pues bien, ahora,
como decía al principio, la falta de aspiraciones de Susana Díaz a ocupar, no
sé si por merecimientos propios, la Secretaría General
del PSOE, pone nerviosa a esa derecha con rabo de paja. Teme la escalada
imparable de Podemos y de Pablo Iglesias, el nuevo sosias de aquel Romero
Robledo que formó parte de la
Junta revolucionaria de Madrid y que consiguió el propósito
de destronar de Isabel II, pese a que más tarde fuese ministro de Fomento con
Amadeo I, de Gobernación con Alfonso XII y de Ultramar, primero, y Gracia y
Justicia, después, con la regente María Cristina. Y la derecha, ahora, nerviosa
ante unos acontecimientos que le sobrepasan con la abdicación repentina de Juan
Carlos I, donde se sentían cómodos y con mayoría absoluta en las dos Cámaras,
insinúa que la Secretaría General
del PSOE podría ser ocupada por José Bono para que el bipartidismo no decaiga.
Lanzan la idea al viento, (en este caso la ha lanzado Anson, ese “juanista”
amortizado que, entre otras cosas, no cree en la profesionalidad de los jueces
y lanza gritos de sirena para aforar a Juan Carlos cuanto antes) como si fuese
una bengala desde la cubierta de Titánic. La derecha, y termino, siente pánico
ante la descomposición del PSOE, a una ciudadanía que pueda dejar de ser
juancarlista en breve (el español es olvidadizo cuando quiere) e intenta salir
airosa ante un futuro poco prometedor (mientras siga la espada de Damocles de
los seis millones de parados sobre sus cabezas), para aquellos que han hecho de
la política y de una vergonzosa corrupción su asqueroso modo de vida.
lunes, 9 de junio de 2014
Los aforamientos son de la Edad Media
Jesús Posada, presidente del
Congreso, entiende que “el aforamiento del Rey, cuando deje de ser rey es un
tema urgente” y que “sería una anomalía total que no tenga ninguna protección
en un país con miles de aforados”. Es que, a mi entender, la anomalía es que en
España existan 10.000 aforados, es
decir, todos los parlamentarios nacionales, la Reina, el príncipe de Asturias y su consorte,
además de 7.000 jueces, magistrados y fiscales en activo. En Portugal, en
cambio, sólo está aforado el presidente de la República, existen 10 en Francia y ninguno en Italia y
Alemania. Los aforamientos, como los reinos, son reminiscencias de la Edad Media.Y luego
dice el piernas de Rajoy que estamos homologados con Europa. ¿Homologados en
qué? Pero a mí lo que me resulta sospechoso son las prisas por intentar aforar
al todavía rey Juan Carlos antes del
próximo día 18. Y, también, que se haga una proclamación del nuevo monarca en
las Cortes como de tapadillo, con total
ausencia de casas reales y jefes de Estado, tal y como aconteció el día de su
boda y del diluvio universal. Los medios
oficiales, prensa, radio y televisión, llevan desde el pasado día dos de junio
haciendo una constante magnificación del rey saliente y señalando una y otra
vez lo bien preparado que está el heredero. ¿De qué nos quieren convencer? Es
normal que el heredero esté preparado, no ha hecho otra cosa desde su
nacimiento. Respecto a su licenciatura en Derecho, me gustaría ver su
expediente académico. Cinco años no fue a la Universidad, ni
cuatro, ni tres, ni dos, ni uno. Si acaso sólo algunos días señalados para que
le hicieran unas fotos para el Hola.Y en las academias militares sólo estuvo un
curso en cada una. Lo mismo que su padre. Otra cosa que sorprende es que el Rey
sea el jefe supremo de las Fuerzas Armadas, cuando sus actos no están sujetos a
responsabilidad según la
Constitución de 1978 (Título II. De la Corona. Artículo
56, punto 3.) si cada uno de esos actos
debe estar refrendado con su firma en el BOE por el ministro de Defensa. Y otra
cosa que no termino de comprender, por terminar, es la razón por la
que a fecha de hoy no se han desclasificado los documentos del 23 febrero de
1981 relacionados con el intento de golpe de Estado. No quisiera morirme sin
saber quién fue el Elefante Blanco. Por último, quiero señalar un párrafo de un
artículo de Jesús Cacho, “PP, PSOE y una Ley de Abdicación a la medida del
Rey”, publicado en Vozpópuli el pasado 6 de abril, cuando nadie intuía la
sorpresa del pasado 2 de junio: “Tras la mejora que parece haberse operado en
la salud del titular de la
Corona, la ‘operación abdicación’ podría retrasarse sine die.
El escándalo provocado esta misma semana por la aparición del libro
de la periodista Pilar Urbano [‘La gran desmemoria’], ha vuelto a poner de
manifiesto, una vez más, la fragilidad de la figura del Rey como Jefe del
Estado, más que nunca sometido al fuego cruzado de los mil escándalos, de toda
clase y condición, que en la sombra se han ido gestando desde que accedió al
trono. Como primera providencia, y más allá de la credibilidad que pueda
concederse al libro de marras, la acusación al Rey de haber estado involucrado
en los preparativos del golpe del 23-F ha surtido el efecto de arruinar de un
plumazo la espectacular campaña de imagen, de recuperación de imagen se
entiende, diseñada por La
Zarzuela en torno al cadáver del ex presidente Adolfo Suárez”.
domingo, 8 de junio de 2014
Rabo de paja
Un artículo de Anson en El
Imparcial, “El aforamiento del rey Juan Carlos”, pone en evidencia el talante
antidemocrático de este periodista al que, a mi entender, se le va la chaveta.
Comienza diciendo que “no se pueden dejar ciertas cosas a la petulancia de
cualquier juez con ambición de estrellato”. Y después de indicar que uno de los
primeros decretos que debe firmar el nuevo rey es el aforamiento de su padre,
señala que “solo faltaría que un mindundi (sic) cualquiera pueda emprender,
para lucirse personalmente, un procedimiento judicial contra él. (…) Es absurdo
también -sigue escribiendo Anson- que
las Infantas no estén aforadas, cuando hay millares de personas en España que
gozan de esa cautela”, para terminar poniéndole la guinda al pastel: “La Justicia debe ser igual
para todos y, en determinadas circunstancias políticas o personales, está claro
que corresponde a la seriedad del Tribunal Supremo juzgar y sentenciar,
eludiendo el arbitrio de algunos jueces que han rozado en ocasiones la prevaricación”.
¡Toma ya! Lo que digo, que a Anson se le va la chaveta. A la familia del Rey,
incluida la infanta Cristina, que la juzgue la Historia, y al resto de
los ciudadanos que nos juzgue, si acaso, un juez de medio pelo, de esos que
tienen la toga raída, con aspecto de ser
prevaricadores en potencia y en esencia y que consiguieron su cargo en una
tómbola de La Caridad. Yo no conozco a ningún juez con esas características.
Anson, por lo visto, sí. España es un Estado de Derecho y Anson debería medir
lo que escribe antes de publicarlo. En la figura del actual rey se va a
producir inexorablemente un cambio
“sustancial”, que hace que Juan Carlos I deje de ser rey, es decir, que la cosa
deje de ser. Pero Anson, al que supongo que habrá leído a Aristóteles, prefiere
que ese cambio sea “accidental”, o sea, que no afecte esencialmente al rey
cesante, es decir, a la cosa. De cualquier manera, la urgente tramitación del
aforamiento del rey cesante, como parece que es el caso de España, solo se
concibe para aquel ciudadano que tiene rabo de paja; y, como decía Gila, no
miro a nadie.
sábado, 7 de junio de 2014
Los nuevos marcos
Leo en la prensa que ahora surge
un nuevo problema, o sea, que resulta que nadie sabe si se podrán aprovechar
los marcos de la foto oficial del Jefe del Estado con la llegada del nuevo rey. Pues hombre, la cosa
es simple en el supuesto de que la foto oficial sea igual o inferior a los
marcos ya existentes en salones de plenos municipales, en los despachos
oficiales, en las salas de vistas de los juzgados, etc., que correrá a cargo de
Patrimonio del Estado. También se podría hacer otra cosa: convertir los
despachos oficiales y las salas de vistas de los juzgados en galerías de
retratos desde el invento del daguerrotipo hasta nuestros días, incluidas,
claro está, las fotos que J.Laurent hizo de la pícnica Isabel II junto a su
escuchimizado y enteco marido, la de los dos Alfonsos, la de don Amadeo, la de don Niceto, la de
Manuel Azaña y las que el zaragozano Jalón Ángel plasmó de un Francisco Franco
de cuerpo entero apoyado en su mesa de despacho. Se podría incluir la foto de la Monja de las Llagas, la del
gobierno relámpago, y otra de la señora madre de Letizia copiando en un examen, que esas cosas dan mucho juego en esta España de Frascuelo y de María.
De esa guisa, cada vez que el ciudadano corriente visite los juzgados por
haberle pegado un cate a la suegra, pongo por caso, podría ilustrarse amén de
hacer didácticas comparaciones. El problema de cambiar las fotos de los
retratos oficiales en los marcos existentes no constituye problema alguno,
salvo que el espabilado de turno, que haberlos haylos, haga las copias de las
fotos de un tamaño muy superior a los rancios marcos existentes a fin de
intentar conseguir, de paso, el monopolio de la fabricación de los nuevos
marcos y forrarse. A una mala, cabe la posibilidad de hacer unas fotos
adhesivas por detrás que puedan pegarse sobre los cristales de las fotos
existentes, como sucede con las placas de carretera y los cambios de
velocidades en determinados tramos. Que viene un nuevo rey, se pone su pegatina
encima del anterior, que viene otro, lo mismo, o sea. Si ese es el aparente
problema que ahora surge, asunto resuelto.
viernes, 6 de junio de 2014
El ciudadano Borbón
En “La abdicación y el cuento de
Caperucita”, J.L.González Quirós, en Vozpópuli, comenta que “desde 1975, si no
antes, los españoles vamos corriendo detrás del espantajo de la renovación
generacional, como si lo único malo de Franco es que fuese un octogenario". Y
ahora, con la abdicación de don Juan Carlos, nos cuentan la misma milonga.
Fíjense: sobre lo que más hincapié ha hecho la vicepresidenta del Gobierno tras
el Consejo de Ministros de hoy es que al Rey nunca se le podrá juzgar por
hechos acontecidos durante sus 39 años de reinado y que ya se está buscando una
fórmula de aforamiento para los años que le queden de vida. ¿A qué hay temor?
El que nada ha hecho, nada debe temer. El posible final del bipartidismo es la
espada de Damocles que se cierne sobre muchas cabezas. Lo acontecido el pasado
25 de mayo es un serio aviso para navegantes y “la retahíla de elogios
institucionales vertida por las numerosas televisiones oficiales y por los
medios”, en palabras textuales de
González Quirós, nada harán cambiar la opinión de muchos ciudadanos informados
que no están dispuestos a modificar su opinión con respecto a las luces y
sombras, más sombras que luces, del todavía Borbón reinante. La revista
humorística “El Jueves” ha modificado su portada inicial (donde en portada el
Rey entregaba a su hijo una corona llena de excrementos sujeta con pinzas) por
temor a no sabemos qué, que miedo sólo hay que tenerle al miedo, lo que ha
supuesto la dimisión inmediata de siete colaboradores. El Rey, a mi entender,
en el momento en que se convierta en el ciudadano Borbón, debería abandonar de
inmediato La Zarzuela
e irse a vivir a otro sitio, como hace todo aquel que se jubila y disfruta de
casa de la empresa. Es lo que procede y lo que conviene. ¿Alguien se hubiese
imaginado que en La Zarzuela
conviviesen el Rey y su padre, Juan de Borbón, antes del 14 de mayo de 1977,
día en el que el segundo cedió los derechos dinásticos al primero? Pero si
hasta dejaron de hablarse. Lógico. No es bueno poner a dos gallos en el mismo
corral. En este caso, en el mismo corral de comedias.
jueves, 5 de junio de 2014
Excesiva prebeyez
Un articulista diario de Abc de
Sevilla, que entiende que el AVE, la
Expo el 92, la estación de Santa Justa y demás guindaleras se
las debemos a Juan Carlos I, y que ahora dice que merece una estatua en bronce,
como propone Francisco Robles, todavía no se ha enterado de que a los reyes, si
se les llama por su nombre, o por su nombre y apellidos, se le aplica el don
por delante, pero si se hace referencia a su nombre seguido de números romanos,
entonces no se pone el don. O sea, o decimos don Juan Carlos, o don Juan Carlos
de Borbón de Borbón y Borbón Dos Sicilias, o decimos llanamente Juan Carlos I.
Así de simple. ¿Acaso no ha visto un título académico? Y ese articulista, A.B.,
al que sólo le falta la C
detrás, en su borrachera de simpatías hacia la persona de Juan Carlos I, al
hacer referencia a la Expo
de Sevilla, señala que “el Rey pensó en Sevilla para la Exposición Universal
de 1992 y mandó a su leal Manuel Prado y Colón de Carvajal a que lo consiguiera
ante el BIE de París”. Pues bien, ese leal Manuel Prado (padre del actual
presidente de Endesa, Borja Prado Eulate) ingresó en la cárcel de Sevilla en
2004 para cumplir una condena de dos años por el caso Wardbase. En 2007, el
Tribunal Supremo le condenó a un año de prisión por apropiación indebida, o
sea, por un desvío de dinero del Grupo
Torras. Y en 2008, fue condenado a tres meses de prisión por la Audiencia Nacional
como responsable de Grand Tibidabo. O
dicho de otra manera, puede que fuese leal con el rey Juan Carlos pero, también,
desleal con el Fisco. Lo que sí fue es jefe de la Casa de doña María Mercedes
de Borbón-Dos Sicilias, madre del Rey. Respecto a la Exposición
Iberoamericana de 1929, que coincidió con la Exposición Universal
de Barcelona, fue una idea que maduró en
1909 el comandante de Artillería Luis
Rodríguez Caso. El rey sólo aportó el Tren Liliput, que era del tamaño de su
cerebro. Pero que nadie olvide que las subvenciones oficiales (dinero del
contribuyente) fueron de 40.550.000 pesetas de entonces, que con la venta de
entradas se recaudaron alrededor de 1.600.000 pesetas y con la venta de abonos,
127.000 pesetas. Si hacemos una simple resta, los números son deficitarios.
Pues bien, al final, la cifra oficial del evento sobrepasó los 80 millones de
pesetas. Si para algo sirvió tal exposición fue para mejorar el urbanismo de
Sevilla y aumentar el número de plazas hoteleras, pero esa es otra historia.
miércoles, 4 de junio de 2014
Cambio automático
Como bien señala Daniel Martín en
la prensa digital, “de todas las muchas cosas que hay que reformar en España,
lo de la Monarquía
es lo menos urgente (…) si prescindiésemos de los Borbones deberíamos elegir un
presidente de la
República. Y ahí también sigue ganando el viejo modelo,
porque no me apetece demasiado un país con Rajoy o Zapatero de jefes del
Estado, y mucho menos una dinastía aznarí". El reinado de Juan Carlos I ha
durado casi cuarenta años, curiosamente el mismo tiempo que duró el de
Francisco Franco, que le aupó al Trono. Durante ese largo periodo ha habido
luces y sombras. Las luces se describen ahora como si el Rey hubiese muerto y
fuese necesario hacerle un elogio funeral. Las sombras fueron en gran parte
tapadas por un raro acuerdo tácito entre profesionales de la
prensa. Y así fue hasta el maldito día en el que el Rey pretendió cazar
elefantes y se rompió la cadera. Entonces se oreó el asunto de la falsa
princesa y todo se le vino abajo. El próximo 18 de junio, que no de julio, será
coronado Rey de España Felipe de Borbón. Será Felipe VI de España y V de Aragón
aunque, a mi entender, el primer Felipe sólo fue rey de Castilla. Esperemos que
su reinado sea, si cabe, mejor que el de su augusto padre.
domingo, 1 de junio de 2014
Dos nuevos gigantes bilbilitanos
Fíjate si es importante el patrón
de Calatayud, san Íñigo, abad de Oña, que hoy mi taco de calendario viene en
rojo.
--Es que es domingo.
--También.
Ayer, 31 de mayo, aumentaba la
plantilla de gigantes en Calatayud. A los dos gigantes conocidos, que supongo serán Ayyub, de la familia de los
Tuyibíes de toda la vida, y alguna de sus mujeres, se han añadido los primeros
marqueses de Linares y vizcondes de Llanteno, o sea, José Murga Reolid y
Raimunda Osorio Ortega, hija de una cigarrera de Lavapiés, que murieron sin
dejar descendencia y que vivieron desde 1884 en el madrileño Palacio de
Linares, también llamado Palacio de Murga, entre Recoletos y Alcalá. Un
edificio que está rodeado de fantasmas, de entre ellos el espectro de una niña,
y que en la actualidad es la Casa
de América. Cuentan las malas lenguas, sin que haya podido ser demostrado, que
Raimunda fue fruto de unas relaciones extramatrimoniales entre la cigarrera y
el padre de José, Mateo Murga Michelena.
Por esa razón, de ser cierto lo que por entonces se comentaba en Madrid, los marqueses de Linares eran hermanos por
parte de padre. Enterados José y Raimunda de su enredada situación por una
carta que Mateo había dejado a su hijo poco antes de morir, los marqueses se pusieron
en contacto con Pío IX y el papa les otorgó la bula “Casti convivere”, que les
permitía seguir viviendo juntos pero sin hacer uso del matrimonio. Pero los
marqueses engendraron una hija, Raimundita, que mas tarde presuntamente
asesinarían, no se sabe bien si emparedada o ahogada, para evitar el escándalo,
siendo enterrada sigilosamente dentro del palacio, como describe Carmen
Maceiras Rey en su obra literaria “El
secreto de Raimunda”.
--Pero en Calatayud hay gigantes,
enanos y cabezudos.
--Sí. Para mí que hay dos enanos,
cuyos nombres desconozco, y diez cabezudos: Napoleón, Bruja, Diablo, Popeye,
Baturro, tía María, Torero, Pirulo, tía Rosario y Sacristán.
-- ¿Y tú por qué lo sabes?
-- Pues no sabría decirte…, lo
habré leído en algún sitio.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)