jueves, 5 de junio de 2014

Excesiva prebeyez





Un articulista diario de Abc de Sevilla, que entiende que el AVE, la Expo el 92, la estación de Santa Justa y demás guindaleras se las debemos a Juan Carlos I, y que ahora dice que merece una estatua en bronce, como propone Francisco Robles, todavía no se ha enterado de que a los reyes, si se les llama por su nombre, o por su nombre y apellidos, se le aplica el don por delante, pero si se hace referencia a su nombre seguido de números romanos, entonces no se pone el don. O sea, o decimos don Juan Carlos, o don Juan Carlos de Borbón de Borbón y Borbón Dos Sicilias, o decimos llanamente Juan Carlos I. Así de simple. ¿Acaso no ha visto un título académico? Y ese articulista, A.B., al que sólo le falta la C detrás, en su borrachera de simpatías hacia la persona de Juan Carlos I, al hacer referencia a la Expo de Sevilla, señala que “el Rey pensó en Sevilla para la Exposición Universal de 1992 y mandó a su leal Manuel Prado y Colón de Carvajal a que lo consiguiera ante el BIE de París”. Pues bien, ese leal Manuel Prado (padre del actual presidente de Endesa, Borja Prado Eulate) ingresó en la cárcel de Sevilla en 2004 para cumplir una condena de dos años por el caso Wardbase. En 2007, el Tribunal Supremo le condenó a un año de prisión por apropiación indebida, o sea, por un  desvío de dinero del Grupo Torras. Y en 2008, fue condenado a tres meses de prisión por la Audiencia Nacional como responsable de  Grand Tibidabo. O dicho de otra manera, puede que fuese leal con el rey Juan Carlos pero, también, desleal con el Fisco. Lo que sí fue es jefe de la Casa de doña María Mercedes de Borbón-Dos Sicilias, madre del Rey. Respecto a la Exposición Iberoamericana de 1929, que coincidió con la Exposición Universal de Barcelona, fue una idea que  maduró en 1909  el comandante de Artillería Luis Rodríguez Caso. El rey sólo aportó el Tren Liliput, que era del tamaño de su cerebro. Pero que nadie olvide que las subvenciones oficiales (dinero del contribuyente) fueron de 40.550.000 pesetas de entonces, que con la venta de entradas se recaudaron alrededor de 1.600.000 pesetas y con la venta de abonos, 127.000 pesetas. Si hacemos una simple resta, los números son deficitarios. Pues bien, al final, la cifra oficial del evento sobrepasó los 80 millones de pesetas. Si para algo sirvió tal exposición fue para mejorar el urbanismo de Sevilla y aumentar el número de plazas hoteleras, pero esa es otra historia.

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