lunes, 9 de junio de 2014

Los aforamientos son de la Edad Media




Jesús Posada, presidente del Congreso, entiende que “el aforamiento del Rey, cuando deje de ser rey es un tema urgente” y que “sería una anomalía total que no tenga ninguna protección en un país con miles de aforados”. Es que, a mi entender, la anomalía es que en España existan 10.000  aforados, es decir, todos los parlamentarios nacionales, la Reina, el príncipe de Asturias y su consorte, además de 7.000 jueces, magistrados y fiscales en activo. En Portugal, en cambio, sólo está aforado el presidente de la República,  existen 10 en Francia y ninguno en Italia y Alemania. Los aforamientos, como los reinos, son reminiscencias de la Edad Media.Y luego dice el piernas de Rajoy que estamos homologados con Europa. ¿Homologados en qué? Pero a mí lo que me resulta sospechoso son las prisas por intentar aforar al todavía rey  Juan Carlos antes del próximo día 18. Y, también, que se haga una proclamación del nuevo monarca en las Cortes como de tapadillo,  con total ausencia de casas reales y jefes de Estado, tal y como aconteció el día de su boda y del diluvio universal.  Los medios oficiales, prensa, radio y televisión, llevan desde el pasado día dos de junio haciendo una constante magnificación del rey saliente y señalando una y otra vez lo bien preparado que está el heredero. ¿De qué nos quieren convencer? Es normal que el heredero esté preparado, no ha hecho otra cosa desde su nacimiento. Respecto a su licenciatura en Derecho, me gustaría ver su expediente académico. Cinco años no fue a la Universidad, ni cuatro, ni tres, ni dos, ni uno. Si acaso sólo algunos días señalados para que le hicieran unas fotos para el Hola.Y en las academias militares sólo estuvo un curso en cada una. Lo mismo que su padre. Otra cosa que sorprende es que el Rey sea el jefe supremo de las Fuerzas Armadas, cuando sus actos no están sujetos a responsabilidad según la Constitución de 1978 (Título II. De la Corona. Artículo 56, punto 3.) si  cada uno de esos actos debe estar refrendado con su firma en el BOE por el ministro de Defensa. Y otra cosa que no termino de comprender, por terminar, es la razón  por  la que a fecha de hoy no se han desclasificado los documentos del 23 febrero de 1981 relacionados con el intento de golpe de Estado. No quisiera morirme sin saber quién fue el Elefante Blanco. Por último, quiero señalar un párrafo de un artículo de Jesús Cacho, “PP, PSOE y una Ley de Abdicación a la medida del Rey”, publicado en Vozpópuli el pasado 6 de abril, cuando nadie intuía la sorpresa del pasado 2 de junio: “Tras la mejora que parece haberse operado en la salud del titular de la Corona, la ‘operación abdicación’ podría retrasarse sine die. El escándalo provocado esta misma semana por la aparición del libro de la periodista Pilar Urbano [‘La gran desmemoria’], ha vuelto a poner de manifiesto, una vez más, la fragilidad de la figura del Rey como Jefe del Estado, más que nunca sometido al fuego cruzado de los mil escándalos, de toda clase y condición, que en la sombra se han ido gestando desde que accedió al trono. Como primera providencia, y más allá de la credibilidad que pueda concederse al libro de marras, la acusación al Rey de haber estado involucrado en los preparativos del golpe del 23-F ha surtido el efecto de arruinar de un plumazo la espectacular campaña de imagen, de recuperación de imagen se entiende, diseñada por La Zarzuela en torno al cadáver del ex presidente Adolfo Suárez.

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