viernes, 4 de julio de 2014

Langostino de Pucelandia




Yo siempre tenía entendido que los mejores langostinos había que ir a comerlos a Vinaroz, por su calidad y textura. El secreto parece ser que era debido a las aguas de la costa mediterránea comprendidas entre el Delta del Ebro y Peñíscola, con poca salinidad y un clima suave durante todo el año. Pues bien, según leo en Abc,  al langostino de Vinaroz le ha salido un serio competidor: el langostino de Valladolid. No es que en el Pisuerga se críen crustáceos, que por quedar, ya no quedan ni cangrejos de río. Lo que sucede es que hace siete años, el noruego Bjorn Aspheim abrió en Medina del Campo una “granja” de langostinos en 24 piscinas de agua de río con una capacidad de cinco millones de litros a  una temperatura constante de 28 grados centígrados, todo ello controlado por un ordenador, a los que añadió una determinada cantidad de sal traída del Mar Muerto. Ya se han conseguido unidades de color azul metálico de entre 20 y 30 gramos, según sea pequeño o jumbo (en su factoría maduran ahora mismo un millón y medio de ejemplares de langostinos blancos del Pacífico, importados de América) que se sirven a domicilio de martes a viernes con sólo ponerse en contacto con José Villarrubia, director de marketing, o con su página web (www.gambanatural.es). Lo que ya desconozco es si las aguas las tomará el noruego Bjorn del río Zapardiel, que casi siempre está seco. No sé, puede que se aprovechen las avenidas en tiempos de lluvia o simplemente se procesione a san Antolín junto al pendón de Castilla depositado en la Colegiata para que las lluvias se produzcan cada vez que sea menester cambiar el agua estancada.

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