lunes, 21 de julio de 2014

Rito de las Exequias




Me entero de que a José Verón Gormaz le va a poner el Ayuntamiento de Calatayud el nombre a una calle. Me alegro. Lo normal en este país es que a alguien le pongan su nombre a una calle cuando éste ya ha hincado el pico, se ha glosado su figura y se le ha hecho un elogio funeral con más florituras que la fachada del valenciano Palacio del marqués de Dos Aguas. Otras veces se opta por colocar un azulejo o un rombo en la casa que  vio nacer o  morir al insigne ciudadano, con la intención de que permanezca vivo en su recuerdo, o una estatua en zona ajardinada que permite dar melancólicos paseos otoñales. A  José Verón,  Calatayud le nombró Hijo Predilecto en 2006 y es alma y vida del Centro de Estudios Bilbilitanos, académico de San Luis, Premio de las Letras Aragonesas, Medalla de Oro de las Cortes de Aragón, Premio Nacional de Fotografía…, y así hasta doce reconocimientos importantes. Verón, en una entrevista que le hizo el pasado marzo Eva García para El Periódico de Aragón señaló que se consideraba “un poeta que hace fotografías”. El pasado sábado hacia yo un elogio de Herminio Ramos (La Tuda, Zamora, 1925),  Cronista Oficial de Zamora, al que la Ciudad de doña Urraca le acababa de levantar una merecida estatua en bronce. Herminio es, además de profesor jubilado y escultor, el gran impulsor de la Feria de la Cerámica que cada año toma más fuerza en Zamora durante las fiestas de San Pedro. Verón es un cleptómano de perspectivas con su cámara oscura, un entallador de lo inefable a la hora de cincelar el folio blanco con su pluma de poeta, un narrador capaz de transformar en regadío el secarral de Armantes y un excelente observador de las cosas que acontecen como Cronista Oficial de Calatayud. Lo dicho: me alegra que el Ayuntamiento de Calatayud le ponga su nombre a una calle y aprovecho para darle mi más cordial enhorabuena. Estamos hechos de lo que olvidamos y hay que darse prisa por reconstruir un rompecabezas en el que faltan piezas antes de que llegue la luz amarilla del invierno. Un abrazo, Pepe.

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