domingo, 20 de julio de 2014

Sevilla merece mejor suerte




El pasado sábado 5 de julio escribía sobre la sevillana “La Venta de los Gatos”, nombrada por Gustavo Adolfo Bécquer en sus trabajos de los días 28 y 29 de noviembre de 1862 en el periódico madrileño “El Contemporáneo”. Sólo dos días antes, Pascual González, en “El Correo de Andalucía”, escribía que estaba en venta: “Allí, en la avenida de Sánchez Pizjuán, chiquitita, insignificante, como un trompo que baila en una olla de bloques de pisos que la empequeñecen, pintada con mal gusto y con intensidad porque hasta la placa que la vinculaba, como único vestigio, con el gran poeta no se puede leer porque taparon la dedicatoria con el color albero de la fachada”. (…) “Me dijeron – seguía contando Pascual González- que el Ayuntamiento de Sevilla quiere arreglar este asunto y brindar a la ciudad con un regalo histórico y romántico”. Pues bien, de eso nada, el alcalde Juan Ignacio Zoido no está por la labor. Y hoy, José Gallego Espina, en ese mismo diario, comenta que “Bécquer se queda sin museo. El Ayuntamiento desiste de convertir en museo “La Venta de los Gatos” cuyos dueños la venden por 600.000 euros, cantidad que el Consistorio no está dispuesto a pagar”. La concejala de Cultura, María del Mar Sánchez  Estrella, ha dejado claro que “los dueños tienen la libertad de venderlo. Yo no me planteo comprarlo para el Ayuntamiento, sobre todo por responsabilidad”, al entender que adquirir nuevos bienes (en este caso, un local  de 300 metros cuadrados) no es una prioridad para el municipio. Pues nada, ahí seguirá, en el barrio de Las Golondrinas, cerca del Cementerio de San Fernando, esperando a que llegue la piqueta. De nada sirve lamentarse. Se derruirá la Venta de los Gatos para hacer chabolas en vertical pero quedarán en pie, eso sí, las horrorosas setas de La Encarnación, muy cerca del lugar donde reposan los restos de Gustavo y de Valeriano. Sí, ya sé que no fue obra de Zoido, sino de Monteseirín. Da igual. Tanto uno como otro entienden, por lo visto, que hacer felices a los sevillanos consiste en inaugurar adefesios a tutiplén. De eso también sabemos mucho los zaragozanos, que tuvimos que soportar en la década de los 90  todos los adefesios urbanos imaginables por parte del impresentable González Triviño. Dejaron la Ciudad del Ebro con una deuda tremenda, en la  falsa creencia de que con la puesta en marcha de tales adefesios nos hacían más felices a los sufridos contribuyentes. Algo parecido a lo de aquel  cernícalo, cuando decía a los amigotes de taberna: “Hoy he hecho feliz a mi perro, no le he pegado”. Desaparecerá La Venta de los Gatos y no pasará nada. Ya no quedan  en sus proximidades huertas de naranjos ni jaramagos ni matas de reseda. Zoido debería  recapacitar. Los sevillanos merecen mejor suerte.

No hay comentarios: