miércoles, 27 de agosto de 2014

Barruntos de tormenta




En un editorial, “Horizonte inquietante”,  cuenta hoy El País que “las economías del área monetaria crecen poco, el desempleo promedio es el doble del estadounidense, y en algunas como la española, cuatro veces superior. El crédito sigue inhibido y la fragmentación financiera apenas se ha reducido. La inflación roza la inquietante frontera deflacionista y la confianza de empresarios y familias sigue inhibiendo sus decisiones de consumo e inversión”. Ante ese oscuro panorama, el ciudadano escarmentado toca madera ante el peligro de una nueva burbuja: la de la deuda pública, que sigue “alimentando” el Banco Central Europeo como se demuestra con la caída de los bonos a mínimos históricos. De hecho, la rentabilidad del bono español a diez años está por debajo del 2,3% y la prima de riesgo en 130 puntos básicos. Y ayer, martes, la subasta del Tesoro colocó letras a tres y nueve meses con un interés de casi el cero pelotero. Como comentaba hace unos días Rubén Manso en un periódico digital, “el estallido de esta burbuja [de producirse] puede ser más grave de lo que nos pensamos. Imaginen el enfado de la gente si el valor liquidativo de sus fondos de pensiones cae fuertemente por culpa del estallido de la burbuja. Dejo al margen el de sus fondos de inversión que, en principio, puede ser dinero que no se necesita a corto plazo. No les digo nada si hubiera que ayudar a alguna entidad bancaria como consecuencia de las pérdidas que pudiera cosechar por este tema”. Basta  que una idea pueda pasar por la imaginación para que pueda ser factible.Y  Draghi, que yo sepa, no tiene que ver nada con los cúmulo-nimbos. Por si las moscas, se lo preguntaré a Brasero.

No hay comentarios: