jueves, 21 de agosto de 2014

Pérdida de lastre



Existen muchos misterios sin resolver. Por ejemplo el peso del alma, que parece estar situada  “en la marea de neurotransmisores y los recovecos de las estructuras cerebrales”. Algo similar acontece con los pensamientos. Tengo entre mis estanterías un libro de Asimov, “El peso del Universo”, donde éste científico tampoco me saca de dudas, ya que no dice nada sobre tales cuestiones. Respecto al peso del alma, Francis Crack, que ganó el Premio Nobel en 1962 por describir en 1953 con la ayuda de James Watson la estructura tridimensional de doble hélice del ADN, afirmó que el alma humana pesaba 21 gramos. Y antes, en 1882, Angelo Mosso diseñó una balanza con la que pretendía medir los cambios en el cerebro mientras pensamos. Según una noticia, que leo hoy en “Vozpópuli” con asombro,  David T. Field, que ha reconstruido la balanza de medición de pensamientos gracias a los manuscritos de Mosso recuperados en Italia, considera determinadas variables a tener en cuenta al efectuar tal medición, entre ellas “los cambios producidos por la respiración, que pueden inclinar la balanza y confundir al investigador si no los tiene en cuenta, ya que cuando el sujeto contiene la respiración unos segundos se produce una acumulación de CO2 en la sangre que dilata los vasos sanguíneos y el flujo de sangre en el cerebro”. Sea como fuere, lo que sí es mensurable es el peso de Jordi Pujol sin la Medalla de Oro de Barcelona puesta sobre la solapa se su chaqueta. Una condecoración que le fue otorgada en 1992 y que ahora ha tenido que devolver a petición del Ayuntamiento.

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