martes, 12 de agosto de 2014

Por qué



En España  “pesa  -como bien dijo Ortega principios de los  años 20- una desapacible atmósfera de hospital. (…) No puede esperarse ninguna mejora apreciable en nuestros destinos mientras no se corrija previamente ese defecto ocular que impide al español medio la percepción acertada de realidades colectivas”. Ya entonces, Ortega se preguntaba la razón de  por qué hay separatismo y movimientos de secesión étnica y territorial. Los vascos, si hacemos caso a Ana María Aransay, investigadora del Centro de Investigación Cooperativa en Biociencias, eran conocidos por sus patrones genéticos diferenciados, similares a los de los sardos o los orcadianos. Y ahora resulta que otros estudios recientes demuestran que el genoma de un vasco español se parece más al de un valenciano o un extremeño que al de un vasco francés. Pero ya Ortega, como digo, afirmaba que “hablar ahora de de regiones, de pueblos diferentes, de Cataluña, de Euzkadi, es cortar con un cuchillo una masa homogénea y tajar cuerpos distintos en lo que era un compacto volumen. Unos cuantos hombres, movidos por codicias económicas [a mi entender, caso catalán], por soberbias personales [a mi entender, caso vasco], por envidias más o menos privadas [a mi entender, caso de ambos territorios] , van ejecutando deliberadamente esta faena de despedazamiento nacional, que sin ellos y su caprichosa labor [de zapa y alienación, añadiría yo] no existiría”. Los socialistas apuestan por hacer de España  un Estado federal no sé si lleno de cantones. Los populares, en cambio, son conscientes de que España “es una cosa hecha por Castilla” y que, como decía Ortega, “sólo cabezas castellanas [es decir: Madrid] tienen  órganos adecuados para percibir el gran problema de  la España integral”. Claro, cuando Ortega hizo tales afirmaciones no existía la España de las autonomías con 17 parlamentos autonómicos y otros 17 reyezuelos campando a sus anchas y sin nadie que los domeñe. Hoy no sabemos qué diría.

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