viernes, 19 de septiembre de 2014

La imagen es lo que cuenta





Hace unos años, Juan J.Ruiz-Rico, catedrático de Derecho Constitucional  de la Universidad de Granada escribió el libro “El sexo de sus señorías” (Ediciones Temas de Hoy, Madrid, 1991) donde el autor proponía a los lectores que le acompañasen en un viaje fascinante en el que el lector  se iba a encontrar “con el esperpento y el coraje, con la sordidez y la esperanza” Así empezaba el libro. Pues bien, hoy me entero de dos noticias que me han dejado tarumba. Una de ellas nada tiene que ver con la Judicatura, que siempre es un alivio. Hace referencia a que los alumnos aragoneses de Primaria deberán estudiar literatura canaria. Está claro que la consejera de Educación,  Dolores Serrat, no se ha tomado la pastilla. Me vienen a la cabeza algunos autores de finales del siglo XIX, como Ángela Manzini, gaditana de padre italiano, casada con Honoré  Bridoux, que llegó ya viuda a Santa Cruz de Tenerife en 1852, que publicó algunos artículos y escribió de moda;  Mercedes Letona del Corral, coetánea de la anterior y que colaboró el la Ilustración de Canarias escribiendo endechas;   María Joaquina Viera Clavijo, excelente poetisa en versos esdrújulos a la manera de Bartolomé Carrasco de Figueroa; Victoria Ventoso, autora de Ensayos poéticos, que permanecen inéditos; Fernanda Siliuto; Cesarina Bento; Ana Laso de Cubelo, autora de unas quintillas dedicadas a su hija muerta; Agustina González Romero, alias La Perejila, de la que se sabe que su obra era satírica y burlesca; y poco más que añadir, salvo que haga referencia  don Benito Pérez Galdós. La otra noticia viene hoy dada en Heraldo de Aragón y hace referencia a una nota interna del comisario jefe de la provincia de Zaragoza, donde se señala que jueces y fiscales se han quejado de la vestimenta con la que acuden los agentes a declarar como testigos, y que ha creado un  fuerte malestar entre los miembros del Cuerpo. La nota interna insta a que los funcionarios vayan a declarar “debidamente aseados y vestidos, a ser posible con chaqueta y corbata”. La razón es que jueces y fiscales manifiestan “dificultades” a la hora de distinguir entre testigos y acusados. O sea, aquí de lo que se trata es que el reo vaya engrilletado al estilo de Eleuterio Sánchez, cuando éste no sabía leer ni escribir, y los policías al modo de los Albertos, pero sin gabardina. Pues nada, todo es cuestión de proponérselo. La obligación del malo es tener cara de malo y ser condenado a muchos años de prisión; y la del bueno, parecerse a Rafael Jiménez de Parga o a Alfredo Sáenz cuando éste era presidente de Banesto. Los indultos estarán asegurados.

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