domingo, 30 de noviembre de 2014

El curandero Morán





Me entero de que acaba de fallecer a los 93 años Rafael Morán Martínez, el curandero de Trabazos de Aliste (Zamora). Sus “curaciones”, en el supuesto de haberlas, se debían a la toma por los enfermos de un  “preparado de agua”, en el que un análisis demostró que no contenía ninguna sustancia tóxica. En 1979 seis médicos lo denunciaron en los Juzgados de Alcañices. Le acusaba de practicar el ejercicio de la Medicina sin poseer título, como se había puesto de manifiesto en las publicaciones “El Caso” y “Pueblo”; que de manera continuada a su domicilio acudían enfermos de diversa índole a los que aplicaba el “agua” de forma generalizada, independientemente de las dolencias que padeciesen; que hacia mediados de diciembre de 1978 el médico titular de Rábano de Aliste fue requerido con urgencia para asistir a una niña que padecía diabetes mellitus y a la que Morán le había administrado el “agua” y le produjo un cuadro de deshidratación aguda, cuya causa fue debida al azúcar disuelto en aquel “agua”, motivo por el que tuvo que ser ingresada en un hospital de Zamora con un cuadro hipergrucémico severo; que “el día siete próximo pasado” falleció en Alcañices Ángel González García, en tratamiento por el curandero, cuando había sido diagnosticado por los medicos de un cuadro leucémico sin posibilidades de supervivencia, negándose la médico de guardia a firmar el certificado de defunción y enviando parte al Juzgado por desconocer la causa de su muerte; que casos parecidos podían presentarse en el futuro; que el tratamiento lo utilizaba para toda clase de dolencias; y, finalmente, que su actividad era ilegal. Como consecuencia de tales acusaciones, Rafael Morán fue citado por el Juzgado de Instrucción número 2 de Zamora a las doce horas del 30 de enero de 1979. En su comparecencia, Morán alegó que hace ocho años su ganado se moría de brucelosis, llegando al convencimiento de que lo podía curar con infusiones de agua a las que adicionaba algo dulce para facilitar su sabor. Y que había puesto sus resultados en conocimiento de la Jefatura Provincial de Sanidad, etcétera. Fueron a prestar declaración, asimismo, doce personas, que tuvieron que rellenar un cuestionario. Se ordenó al médico forense que recogiera una muestra de varios centímetros cúbicos de su preparado para ser enviadas al Instituto de Toxicología que, finalmente, no se encontró en las muestras enviadas sustancias deletéreas. El 22 de noviembre de 1979 se dictó sentencia sin la presencia de los denunciantes, pese a haber sido citados. Rafael Morán fue condenado a la pena de 10.000 pesetas de multa, que debería hacer efectivas en papel de pagos del Estado, y al pago de las costas, que se elevaron a 13.175 pesetas, cantidades que hizo efectivas al juez de Paz de Trabazos el 16 de febrero de 1980. Existen varios libros sobre ese curioso sanador. Yo conozco dos: uno “Rafael Morán Martínez, un genio al servicio de la humanidad”, de Vicente Fernández Muñiz, editado en 1990 por su autor en la Imprenta Gráfica Minera de Mieres; y otro, de 183 páginas, firmado con las iniciales R.M.S.C, titulado “Rafael de Trabazos”, con el subtítulo de “Rotos, deshechos y escacharrados”. Este segundo trabajo, colgado en internet, dice cosas rocambolescas, como que un ataque de apendicitis o un desprendimiento de matriz se “corrigen” haciendo el pino. ¡Que horror…!

sábado, 29 de noviembre de 2014

El sexo de las estatuas





Uno sabe que Tokio o Austin existen, aunque nunca haya estado de visita, porque no queda otra. A ver quién es el guapo que dice lo contrario. Se le acusaría de aldeano, además de inculto. Pero, claro, hay cosas que siempre se han tomado como propias y nadie nos ha sacado del error. Yo, por ejemplo, ignoraba hasta hace poco que el oso rampante sobre un madroño en el escudo de Madrid no era un oso, sino una osa; o que a uno de los leones en bronce del Congreso, a Daoíz, le faltaban los testículos. Yo, ya perdonarán, no acostumbro a mirar el sexo de las estatuas. Tampoco me llama la atención, salvo los atributos de los leones zaragozanos del Puente de Piedra, que son memorables y los del caballo de Espartero, en el Esplón de Logroño, que le cuelgan como aldabas. La respuesta al misterioso caso del león Daoíz habría que habérsela preguntado al zaragozano Ponciano Ponzano, de no haber fallecido en 1877. Un hombre pobre que pudo ser enterrado gracias a la aportación financiera de la Real Academia de San Fernando. Pues bien, me entero de que ni el chotis ni el organillo tienen nada que ver con Madrid y que el mantón de Manilla, cantado en la castiza zarzuela en un acto “La verbena de la Paloma”,  no procedía de Manila sino de China; el chotis, de Escocia y el organillo, de Italia. Una zarzuela con música de Tomás Bretón y libreto de Ricardo de la Vega que tuvo un segundo título:”El boticario y las chulapas y celos mal reprimidos”. Así cantaba Julián: “¿Dónde vas con mantón de Manila? / ¿Dónde vas con vestido chiné?”, a lo que respondía Susana: “A lucirme y a ver la verbena, / y a meterme en la cama después”. Sin embargo, antes, sí se acierta en las Seguidillas precedentes: “Por ser la Virgen/ de la Paloma/ un mantón de la  China-na, / China-na, / te voy a regalar”. Lo que sí parece cierto es que, para que tras su largo viaje los mantones llegaran a los puertos de destino en óptimas condiciones, se idearon y fabricaron en Filipinas, donde los barcos hacían escala, unos estuches de embalaje especiales: cajas cuadrangulares de madera lacada y dorada, decoradas con incrustaciones de madreperla y motivos chinescos. En su interior contenían a su vez otra caja de cartón entelado en la que se plegaba una única pieza. Pero en la primera mitad del siglo XIX,  las modas europeas impusieron sus tonos grises y opacos en el vestido femenino, y el mantón de Manila, caído en desgracia entre la burguesía, fue descendiendo estratos sociales hasta refugiarse en el casticismo de las manolas madrileñas. Sucede con todas las modas. Cuando llegan a los estratos más bajos de la sociedad, la gente pudiente deja de utilizar las prendas de inmediato. El mantón llegó a ser tan popular que, por ejemplo, en Ramales de la Victoria (Cantabria) se celebra durante el mes de julio la Verbena del Mantón, rememorando la batalla de Guardamino, 1839, cuando el general Maroto y su partida carlista, batiéndose en retirada, dejaron olvidado un baúl lleno de mantones,  que el isabelino Baldomero Espartero repartió entre las mujeres lugareñas. Ese día, que coincide con el primer sábado de julio, se celebra un concurso de parejas de baile, donde de se interpretan pasodobles y chotis por la Banda Municipal, que añade un organillo a sus habituales instrumentos musicales. Pero nada es lo que parece. El chotis se bailó por primera vez en España en el Palacio Real el 3 de noviembre de 1850. Isabel II organizó un baile donde los músicos tocaron una polca alemana (schottisch), entonces de moda en Bohemia. El organillo de manubrio se inventó a principios del siglo XIX en Inglaterra y lo introdujo en España el italiano de Caserta Luis  Apruzzese. Su hijo Antonio (1906-1995) grabó muchos discos y participó con Marco Ferreri en la música de la película “El Pisito”, con guión sobre una novela de Rafael Azcona estrenada en 1959. Antonio Mingote se encargó de hacer el cartel anunciador.

viernes, 28 de noviembre de 2014

La solución Cameron




La solución que Cameron defiende, abogando por una inmigración controlada y por devolver a sus países de origen a aquellos inmigrantes que no encuentre trabajo durante seis meses, me parece muy acertada. Eso sucede ya en otros países de nuestro entorno y España debería adherirse a esa solución, que ya parece de emergencia. De la misma manera, el Gobierno que preside Rajoy debería contemplar la expulsión inmediata del país de todos aquellos individuos extranjeros que se dediquen por sistema a la mendicidad y el fraude; y la persecución policial de cuantos practiquen los matrimonios de conveniencia. Es necesario controlar la llegada masiva de personas y no abrir las puertas de par en par, como sucedió en este país con la “llamada del ladrillo” en época de Aznar. El Tratado de Schengen, en vigor desde 1995, es un protocolo anexo al Tratado de  Ámsterdam que contempla la libertad de movimientos dentro de la Comunidad Europea en todos sus territorios salvo en Reino Unido e Irlanda, aunque los españoles puedan circular por ambos territorios con la sola presentación del DNI, es decir, sin pasaporte ni visado. La razón es que Reino Unido e Irlanda no forman parte del espacio Schengen en su totalidad, pero sí firmaron el Tratado que permite la libre circulación de ciudadanos europeos. Los extranjeros que visiten alguno de los países de Schengen, que son veintiséis, necesitar un pasaporte válido y un visado denominado 'visado Schengen'. Y para que ese visado sea aprobado, el extranjero necesitará de un ‘seguro Schengen’ que cubra algunos gastos básicos, como repatriación en caso de emergencia, asistencia legal o asistencia médica. Es importante que la aseguradora tenga una sucursal en Europa para que el seguro sea válido. Con la aplicación de esas normas, se evitarían los colapsos hospitalarios con cargo al ciudadano español, que con sus impuestos paga hospitales, sanitarios y todo el complejo engranaje de la Seguridad Social. El acuerdo de Schengen, y lo digo para que se sepa, se puede romper temporalmente en casos de necesidad y de forma unilateral. La Comisión Europea admite que se restablezcan los controles fronterizos si existe un riesgo evidente para la seguridad ciudadana. Cierto es que aquella inmigración masiva llegada a España durante la etapa Aznar (en gran parte procedente de Sudamérica), más tarde, como consecuencia de la alta tasa de desempleo y las mejores perspectivas de de crecimiento en sus países de origen, se han marchado. A todo ello hay que añadir la espectacular salida de jóvenes españoles con destino a Europa por la falta de perspectivas laborales en nuestro país. Algo que a todas luces parece vergonzoso. Lo que sucede hoy en España es que, saltándose a la “guingorria” tratados y normas, existe un número incontrolado de extranjeros que llega a las costas cruzando el Estrecho. De hecho, en los ocho primeros meses de 2014 nuestro país ha recibido más inmigrantes indocumentados (magrebíes, argelinos y subsaharianos) en saltos de valla y cayucos que en todo el año pasado. Y el Gobierno de Rajoy no sabe qué solución tomar con la mayoría de esos advenedizos, al ir indocumentados y no saber a qué país devolverlos. Ni tampoco sabe (por la incompetencia manifiesta con ese tancredismo) cómo dar con la solución al tremendo problema que sufre España, al tiempo que la “Europa rica” se pone de perfil como si no fuese con ellos.

jueves, 27 de noviembre de 2014

Instalados en la decadencia




Comienza la guerra. Si un lector de dentro de cincuenta años echase mano de las hemerotecas descubriría que en este país, cincuenta años atrás, pasaba algo muy gordo. Veamos. Libertad digital: “Rosa Díez acorrala a Rajoy”; “El País [diario] no se conforma con Ana Mato: pide la cabeza de Rajoy y elecciones ya”;  y Casimiro García Abadillo, en un desayuno organizado por Nueva Economía Fórum: “O se cambia esta legislatura [la Constitución], o Podemos traerá la tercera República”; Vozpópuli: Rajoy, “España no está corrompida”; Letizia: “Los grandes cambios comienzan por algo pequeño”; ABC: “Rajoy a Sánchez: Su voluntad contra la corrupción acaba en Despeñaperros”; Ángel Expósito, refiriéndose a Mato: “Quizás nunca tuvo que ser ministra”; El País: “Los detenidos por pederastia en Granada evitan entrar en la cárcel”; el Papa releva al arzobispo de Zaragoza por esconder un acoso; La Vanguardia: “La familia Koplowitz pierde el control de FCC”; Monago pone a la venta su residencia oficial de presidente”; “la FIFA investiga a Villar”; Tarragona matiza que no multará los ‘souvenirs’ de sevillanas y toros en los expositores”; Cinco Días:  “Los españoles retiran 15.000 millones de los depósitos”; “Deflación: el IPC agudiza su caída al -0’4% en noviembre”. Todo se resume a algo que cuenta Manuel Muela: Hemos caído tan bajo que lo imposible ha dejado de serlo y las ensoñaciones o fantasmagorías se van aceptando con la mayor naturalidad por amplios segmentos de la población”. Estamos instalados en la decadencia. España pare una película de Visconti. El final del bipartidismo parece algo seguro. Rajoy semeja a Dirk Bogarde en “Muerte en Venecia”. Aquí, el protagonista (Gustav von Aschenbach) de la novela de Thomas Mann no se fija en Tadzio, el adolescente polaco, sino en los pasos que da Merkel y sale maquillado a la playa (o sea, por Europa) para morir en una silla de anea mientras el tinte de su pelo se desploma por su cuello.

miércoles, 26 de noviembre de 2014

El cese de Ureña debería explicarse mejor




El asunto del cese desde el Vaticano a Manuel Ureña, arzobispo de Zaragoza, no está nada claro. El arzobispo hizo unas declaraciones el pasado 12 de noviembre señalando que hacía  tiempo había escrito a la Santa Sede pidiendo su renuncia al cargo por motivos de edad (aún no había cumplido los 70 años) y como causa de su flojedad física derivada de varias operaciones (próstata, menisco y corazón) sufridas tiempo atrás. Entonces me enteré por la prensa de que el papa Francisco había aceptado su renuncia; y en su lugar, de forma interina,  habían puesto a un vicario hasta el nombramiento de un nuevo arzobispo que pudiese hacerse cargo de la Archidiócesis. Ahora aparecen nuevas y asombrosas circunstancias. Así, según leo hoy en el diario Heraldo de Aragón  “fue la propia Santa Sede la que solicitó expresamente a Ureña que se marchara al tener conocimiento de que éste acababa de autorizar el pago de una indemnización de 60.000 euros a un diácono al que había decidido no ordenar como sacerdote. El montante final de la operación es incluso mayor, puesto que el joven cobró en ‘limpio’ y el arzobispo se comprometió a abonar la parte de la cuantía que corresponde a Hacienda: otros 45.000 euros”. Ureña manifestó tras su cese que seguirá viviendo en Zaragoza y, desde entonces, se barajan los nombramientos de Juan José Omella, actual obispo de Calahorra, y los auxiliares de Madrid Fidel Herráez y Martínez Camino. Curiosamente, el cese de Ureña coincidió con la culminación de un proceso de fusión de Ibercaja y Caja Inmaculada (integrante de Caja3) que se había formalizado  el 25 de julio de 2013, cuando realizó una ampliación de capital de 325,5 millones de euros, que fue suscrita por las tres entidades que la integraban, aportando como contraprestación la totalidad del capital social del grupo (Caja Inmaculada, Caja de Badajoz y Caja Círculo de Burgos) y que se formalizó el pasado 1 de octubre con la firma de la escritura de fusión por absorción. Es necesario recordar que Caja Inmaculada siempre estuvo controlada por el Arzobispado de Zaragoza desde su fundación en 1905 por Acción Social Católica de Zaragoza, con el nombre de Caja de Ahorros y Préstamos de la Inmaculada Concepción. En 2009 se anunció a bombo y platillo su integración con La Caja de Canarias y Caja Rioja, pero tal decisión, que había sido ratificada por su asamblea el 15 de diciembre de aquel año, con el cambiar de dirección de la entidad se abortaron esos planes. Hasta que en junio de 2010 se acordó crear un Sistema Institucional de Protección (SIP) con Caja Círculo de Burgos y Caja Badajoz  y empezaron a operar con  el nombre de Caja3 el 2 de enero de 2011, hasta que el 25 de julio de 2013, fecha en que la filial bancaria de Ibercaja (Ibercaja Banco) se hizo con el 100% de Caja3, quedando participado en un 87,8% por Ibercaja y en un 12,2% por Caja3, hasta el pasado 1 de octubre se llevó a cabo la total fusión por absorción. Ya en febrero pasado, el Periódico de Aragón (Grupo Z) explicaba a sus lectores que “las aventuras inmobiliarias de Caja Inmaculada  en Andalucía fueron, en la mayoría de los casos, un sonoro fracaso. Los principales proyectos acabaron paralizados, algunos de ellos por decisiones judiciales. El gestor y cabecilla de esos negocios era el empresario y abogado andaluz Ramón Marrero, que sorprendentemente fue recompensado por la CAI cuando rompió la relación comercial con él, según el informe pericial  elaborado por la consultora KPMG y por encargo de la propia CAI, dentro de la querella presentada por la entidad aragonesa contra éste y otros dos exdirectivos”. (…) “Los negocios fallidos en el sur suponen -contaba entonces El Periódico- una parte importante de la losa inmobiliaria que la ha sepultado, pese a haber  recibido cuantiosas ayudas públicas, acabando siendo absorbida”. (…) “La primera operación conjunta fue con la sociedad El Soto de Vistahermosa SL, que llevó a cabo esta urbanización en la costa de Cádiz. Seguidamente, CAI aterrizó en el accionariado del polémico campo de golf El Puerto, situado en Sanlúcar de Barrameda, y abrió una sucursal en El Puerto de Santa María. La caja y el empresario estaban juntos en Arcai Inmuebles SA --y a través de ésta en Golf de El Puerto SA e Inversiones Turísticas y Deportivas SL--, en la que el promotor gaditano tenía el 25% (con Auriga El Puerto SL). También compartían capital en Promociones Inmobiliarias Berben el Puerto SL, Inverpuerto 2004 SL, El Soto de Vistahermosa SL, Inversiones Inmobiliarias Andalsur SA y Uriva SA. Además de la relación societaria, la mayor parte de estas empresas eran gestionadas por el ahora imputado. El exdirector de la caja aragonesa, Tomás García Montes --también imputado-- formaba parte de los consejos de administración de las empresas donde eran socios CAI y Marrero. Algunos de los mayores proyectos promovidos en Cádiz estuvieron rodeados de polémica y acabaron judicializados”.  A mi entender, aquí tanto Elías Yanes como Manuel Ureña y buena parte de sus anteriores directivos de CAI algo tendrían que explicar al respecto. Curiosamente ambos arzobispos están ya fuera de juego. El primero, por anciano. El segundo, por su cese fulminante. Las preguntas del millón serían ahora: ¿quién  se fue del pico? y ¿por qué? Para mí, este culebrón huele que atufa.




martes, 25 de noviembre de 2014

¿Quién mueve los hilos de Nicolás?





A mí lo que me gustaría saber es quién está detrás del Pequeño Nicolás, o sea, quién es el Doctor Julius No que mueve los hilos de una marioneta con cara de niño pijo que aparece en la franja de prime time televisiva y que preocupa en La Zarzuela, en La Moncloa y en el CNI, donde al joven Agente 007 se le ha colado por ósmosis en el Superpoder y que ahora cuenta que “sabe cosas”. Es evidente que aquí hay un Doctor No que está utilizando las ondas de radio para  que no despegue don Tancredo, que más parece el personaje de un cómic que un presidente del Gobierno, convencido de que salpimentando la ensaladilla de la macroeconomía como manda la troika (Banco Central Europeo, Fondo Monetario Internacional y Comisión Europea) y haciendo aquello que le requiere Merkel (vestida de cuero y con tralla en mano) ya  tiene asegurado ese señor Buenrollo otra legislatura. Pero hoy de nada sirve tener mayoría absoluta cuando no se tiene programa (y cuando se tiene, no se cumple) ni se controla a los barones del partido ni se es capaz de adoptar cambios indispensables en las carteras ministeriales. Para manejar el timón de este país no sirve, digo, contar con una isla, una radio y una mina de bauxita, como el chino millonario. Hasta ahora, todos los presidentes que ha tenido el Gobierno de España se han quemado como cohetes. ¡Lástima que no viva Valle-Inclán! De pronto ha aparecido en escena Pablo Iglesias y tanto al PP como al PSOE les ha entrado miedo escénico. Sánchez dice ahora que su partido (si llega a gobernar) piensa cambiar aquella reforma de la Constitución (artículo 135) durante una cálida noche de verano de 2011 y volverlo a dejar como estaba antes de que Rajoy y Rodríguez Zapatero, mediante procedimiento de urgencia y con aprobación en lectura única, utilizasen el concepto de estabilidad presupuestaria para empobrecernos a todos los ciudadanos hasta límites inimaginables. En aquel debate en el Pleno, un viernes 2 de septiembre, se rechazaron todas las enmiendas salvo una corrección gramatical: se sustituyó “en relación al” por “en relación con” en el párrafo tercero. Juan Carlos I lo sancionó y promulgó la Reforma Constitucional el 27 de septiembre y el BOE lo publicó ese mismo día en su número 233. Un cambio insensato que obligaba al Estado a tener un déficit casi cero, pero que condenaba a España a continuar a la cola de la Europa Social. El catastrófico resultado de aquella modificación de la Constitución sin contar para nada con el pueblo soberano (solo con los votos de PP, PSOE y UPN) y que, posteriormente Felipe González aplaudiría con las orejas, puede comprobarse con un simple vistazo en los espeluznantes informes de Cáritas. Una torpeza que se reflejará, y espero que así sea, en los comicios de 2015, donde el PP perderá las elecciones y el PSOE se transformará en una triste bisagra chirriante pese a sus 130 años de historia (y 40 de vacaciones).

lunes, 24 de noviembre de 2014

Un sesquicentenario




Google nos recuerda en su griboullage (los cursis dicen doodle) al abrir la pantalla del ordenador que hoy se cumple el sesquicentenario del nacimiento de Henri Marie Raymond de Toulouse-Lautrec-Montfa; que, como escribe hoy Natividad Pulido en las páginas de ABC, fue “un pintor de bebedores de absenta y de busconas de Montmartre”. Al margen de sus estampas del París nocturno, de sus litografías y de sus carteles publicitarios del Moulin Rouge, Mirliton, Moulin de la Galette y Le Chat Noir, a Toulouse-Lautrec se obsesionó todo aquello relacionado con el espíritu japones (como muestra, nada mejor que el retrato de la payaso Cha-U-Kao), algo sólo comparable con la obsesión que el catalán Francisco Masriera sintió hacia el mundo árabe y las odaliscas. Tanto uno como otro supieron captarlo y reflejarlo en sus respectivos trabajos. Toulouse-Lautrec se obsesionó con la bailarina de can-can Yvette Guilbert hasta el punto de retratarla una y otra vez  –como recuerda Pulido- “envejecida y deformada, hasta el punto que Yvette llegó a escribir al pintor: ‘¡Por amor de Dios, no me haga tan atrozmente fea!”. No tuvo éxito en el amor y posiblemente atormentado por su físico se refugió en los prostíbulos y en el consumo de absenta. Completamente alcoholizado, ingresó en varios sanatorios y murió en Malromé (Región de Aquitania) prematuramente, con sólo 36 años, en 1901. Su madre, Adèle Tapié de Celeyran, le dedicó un museo en la ciudad francesa de Albi, en el departamento de Tarn, región de Mediodía-Pirineos.

domingo, 23 de noviembre de 2014

El ¡riau, riau! de Antonio Burgos





Yo, que siempre tuve a Antonio Burgos por un periodista fetén, de los que hacen escuela, como Julio Camba, Jaime Campmany o Pedro Rodríguez (¡cuarenta años ya que nos dejaste!), con sus virtudes y sus defectos, que los tenían, me siento defraudado por la rabia emergida en su artículo de hoy, “Los podémicos”, en ABC de Sevilla. Así, escribe: “La Jefa de mi Casa Civil convierte su nombre [Podemos] en adjetivo. Cada vez que vemos por la calle a un coletudo muy en el tipo de la casa, con su mochila de reglamento y su mijita de mugre (que es la versión progre y antisistema de la caspa), me dice: -- ¡Mira, ahí va un podemos auténtico!”. (…) “Hay podémicos académicos, como su particular Pequeño Nicolás, el imberbe Errejón, que tiene nombre de estilista del flamenco que le hubiera dado personalidad a un palo del cante”. (…) “Pequeño Errejón que ha dado el cante. El cante del mangazo de beca. Como el otro, el jefe, el de la coleta, también ha dado su cante: el cante de la ONG para trincar”. (…) “De momento dicen que van a ganar en Navarra. Las vacas del pueblo, evidentemente, ya se han escapado. ¡Menudo riau, riau!”. A Antonio Burgos le deberían molestar, si acaso, los desafueros que cometen quienes están en el Gobierno y firman en el BOE. A Antonio Burgos le debería preocupar, por ejemplo, el editorial de hoy en El País, donde se cuenta que “hay que dar respuestas a los sufrimientos sociales, al malestar de la gente con la corrupción y al grave problema que representa la crisis territorial”. Pero de eso, Burgos no dice nada. Bastante tiene con alabar, como ha hecho en los dos últimos artículos, las virtudes que adornaron a la duquesa Cayetana, por “su cercanía, por su sencillez, por su independencia, por su generosidad, por su genialidad…”; y, ¿cómo no?,  por el número de portadas que tuvo en la revista Hola. Todo es loable y todo puede ser criticable. Pero la “mijita de mugre” la tienen, que yo sepa, hasta las mejores familias.

sábado, 22 de noviembre de 2014

El mutis de Comas




Pese a la invitación que ayer le hice desde mi blog al teniente general Rafael Comas, todavía no se ha dignado ese señor explicar en qué consiste el nuevo "formato" con el que se debería –según él- recuperar el servicio militar obligatorio. El papamoscas alcalde de Algamesí, Vicente García Mont dijo, y así lo conté ayer en este mismo soporte, que con “dos mesecitos de mili” era bastante. Aquí a alguien le se va la olla. Aquello de la mili obligatoria, que a mí me tocó sufrir, tenía su aquel cuando te podía suceder de todo en el sorteo de la caja de reclutas, o sea, que te mandasen a África, que te dejaran a una distancia de tu casa tan lejana que fuese inútil solicitar el “pase de pernocta”, o que te tocase el “gordo” y tuvieras la suerte de no ir a filas por “exceso de cupo”. Ahora la cosa ha cambiado. Quitando Ceuta y Melilla, de África sólo queda el recuerdo de la Marcha Verde marroquí y de cómo salieron tarifando los militares que se encontraban en el Sahara Occidental. Como decía aquellos días de finales de octubre de 1975 la revista Cambio 16 (núm. 203, pp.10-15), “al principio se temió la guerra; luego, el desmadre; después la mesura por medio de la mediación del Consejo de Seguridad  de la ONU, y al final de la semana se avistaba un posible acuerdo para no llegar a las manos. La última ida y vuelta fue la del ministro del Movimiento, José Solís, que el mismo día viajó a Rabat, vio al rey Hassan y regresó a Madrid con ‘algo’ en tono conciliador…”. Y por aquellos días, también, con el Ejército español saliendo del Sahara con el rabo entre las piernas, todavía se atrevió un jefe militar español a decir sin empacho: “Son los propios saharauis quienes deberán rechazar esta invasión”. ¡Vamos, hombre! Franco se moría a chorros y en el Hotel Royal, en la ribera del lago Leman, disponía de residencia provisional Juan de Borbón, que había abandonado la Embajada española en Lisboa cuando comenzó a arder, y no parecía dispuesto a regresar a su residencia de Estoril. Había un ambiente enrarecido en Portugal contra el hijo de Alfonso XIII, todavía pretendiente a la Corona de España. También, de África sólo queda el triste recuerdo del espectáculo que España dio en el islote abandonado de Perejil, donde la ministra de Exteriores, Ana Palacio y el ministro de Defensa,  Federico Trillo, se “cubrieron de gloria”. Más tarde, el diario ABC, haciendo referencia a los movimientos de tierra, mar y aire que España había previsto movilizar (el Tercio, el GOE camino de Cádiz; el buque de asalto Castilla; la fragata Navarra, cazabombarderos F-18, Mirage F-1 helicópteros, etc.) explicaría todos esos movimientos con la frase de “…y todo esto por una isla que no vale ni el combustible de los helicópteros”. Rafael Comas, como decía al principio, todavía no se ha dignado explicar  en qué consistiría el servicio militar obligatorio “en otro formato”. Si no es capaz de explicar ese “formato” de forma entendible, lo mejor que puede hacer ese funcionario de uniforme es pedir disculpas a la ciudadanía que le mantiene. Bromas, las justas.

viernes, 21 de noviembre de 2014

Comas: explique el nuevo formato





Rafael Comas, teniente general del Ejército ha dicho que “sería positivo recuperar el servicio militar obligatorio, aunque en otro formato”. ¿En otro formato? El alcalde de Algamesí, Vicent García Mont, del Partido Popular de la Comunitat Valenciana, es quien le ha dicho al general que sería conveniente recuperar al menos “dos mesecitos de mili”, y éste, el general, cuando ha escuchado tal disparatada sugerencia, se ha venido arriba como los toreros de postín. Al algemesinense le llaman toput, porque cuentan los habitantes de los pueblos vecinos, los de  Alginet, Sollana, Albalat de la Ribera, Poliñá del Júcar, Alcira y  Guadasuar, que esos lugareños gastan menos que un ciego en novelas. Al alcalde de Algamesí habría que preguntarle si él iba a correr con los costes de tal disparatada idea. Porque hablar por hablar “es -como decía Camilo José Cela- como meneársela con goma higiénica”, o hacer un brindis al sol. Rafael Comas, por otro lado, debería saber que un ejército de recluta obligatoria equivaldría a un continuo relevo de personal de tropa. Y al  tener que estar constantemente instruyendo cada reemplazo, nunca se dispondría de una unidad instruida ni operativa. A Rafael Comas le recomendaría la lectura de “España indefensa”, de Amadeo Martínez Inglés,  donde ese coronel contaba (en la  página 23 de su libro) que “el militar profesional español del año 89, [el libro se publicó en 1990] yo diría de general a sargento, no cree en la guerra. Tantos años de tranquilidad, de aislamiento, de volcarse al interior, de pluriempleos, de destinos más o menos cómodos, le han deformado de tal manera que hoy día para cualquier profesional de la milicia, honrosas excepciones aparte, la guerra es una entelequia, un suceso ciertamente desgraciado que ocurre en otras latitudes, que afecta a otras naciones con menos suerte que la nuestra”. Y al alcalde Vicente García Mont también le diría que “dos mesecitos de mili”, como él dice, daría como resultado un ejército estrafalario que no servirían ni para luchar contra un pobre contrincante tercermundista africano. En suma, que el alcalde de Algamesí entienda que la guerra es algo parecido a aquello que contaba  Miguel Gila en los escenarios, es perdonable. Demuestra que es un papamoscas. Pero que un militar de carrera afirme, como ha afirmado el teniente general Comas, que “sería positivo recuperar el servicio militar obligatorio, aunque en otro formato”, es preocupante; si no es capaz ese militar de explicar  ese “formato” de manera entendible por la ciudadanía que lo mantiene con sus impuestos.

miércoles, 19 de noviembre de 2014

Noviembre se desvanece




José Luis Campos, en su artículo de opinión en un periódico digital se pregunta: “¿Por qué si hay tanta crisis las terrazas están llenas?”. Y aprovecha para simplificar la situación actual en España: “El 40% de la población está endeudada, el 20% lucha por su supervivencia y el 40% restante no tiene deudas personales”. Bueno, pues parece obvio que las terrazas las llenará, supongo, ese 40% restante que pueden dormir un poco mejor por las noches y donde se incluye  a los diputados que hasta tienen barra libre para desplazarse en clase business sin justificar facturas (Posada ve discutible que sea bueno publicar los viajes de los diputados); a los tipos desahogados con las “tarjetas black” de Cajamadrid; a los que hicieron negocios desde La Zarzuela (Horrach dice que si por él fuese no veríamos a la infanta en el banquillo); y a los innumerables Bárcenas, que haberlos haylos,  que siguen ocultos en la bruma y que no saben o no contestan. Ese otro 40% de ciudadanos endeudados, paga lo que debe y se sacrifica de forma espartana. No queda otra. Pero existe otro 20%,  que lucha por la supervivencia, que se limita a rebuscar en los cubos de basura, a acudir a Cáritas, a solicitar ayudas públicas, y donde no queda tiempo para nada más. Ese conjunto de ciudadanos también se acerca a las terrazas para aparar la mano a cambio de un “Dios se lo pague” o tocar el acordeón a cambio de una propina que casi nunca llega. En este tiempo las terrazas no se llenan. Hace demasiado frío como para sentarse a ver pasar la vida. Sólo, si acaso, se sientan aunque el tiempo justo los fumadores, a los que no les dejan echar humo dentro del local. Las revistas del corazón sólo hablan de Isabel Pantoja, cuya prisión por blanqueo de dinero parece inminente. Y Linde, durante su comparecencia en la Comisión de Presupuestos del Senado, ha asegurado que la previsión del PIB en España para este año y el que viene posiblemente habrá que revisarse a la baja por la mala evolución  económica internacional. Mañana es 20-N, tricentésimo vigesimocuarto día del año. Quedarán 41 días para tomar las uvas. Posiblemente sean las últimas que Rajoy se coma en La Moncloa.

lunes, 17 de noviembre de 2014

Por la puerta grande




Lo sucedido en Valpalmas, municipio de Las Cinco Villas, no pasa de ser una anécdota producto de un despiste. No es normal que un automóvil con el conductor a los mandos rompa la puerta del bar y llegue hasta el mostrador.  Quienes estuviesen dentro jugando al guiñote le mirarían con asombro y los que estuviesen tomando una caña de cerveza en la barra se apartarían un poco para hacer sitio. De ninguna de las maneras aquel utilitario era el caballo blanco de Pavía ni el bar era el Hemiciclo del Congreso de los Diputados. El conductor dijo en su descargo que  puso el coche en marcha para conectar el encendedor y que poco a poco fue avanzando sin que se diese cuenta. Dice que no sabe más. Hombre, peor hubiera sido que se lanzase con la directa por el barranco de Barluenga, o que se hubiese despeñado desde el santuario de la Virgen de Monlora. En Valpalmas vivió el joven Santiago Ramón y Cajal con sus padres entre los años 1856-60. Si esas cosas hubiesen sucedido en Inglaterra, los clientes del bar, por aquello de la flema anglosajona, no se habrían asombrado de que un coche rompiese la puerta y entrase como elefante en cacharrería hasta la barra, sino que los clientes se habrían pasmado por haber visto entrar al cliente con el cigarrillo entre los labios en un local donde no está permitido fumar. Posiblemente la Guardia Civil hasta le haya hecho soplar por ver si llevaba alcohol en sangre. Lo de Pavía fue distinto. Aquella fue una historia chusca. Un golpista ecuestre no es normal que entre dando voces en el Congreso contra el cantonismo revolucionario y menos aún en fría madrugada, como aconteció aquel 3 de enero de 1874. Bueno, la realidad fue que no existió tal caballo. Curiosamente, otro 3 de enero, 21 años después, Pavía almorzó con Cánovas y aquella misma noche el militar falleció de forma repentina. Un criado lo encontró tirado en el suelo de su dormitorio a la mañana siguiente. Claro, el ciudadano que se empotró en el bar de Valpalmas ni se llamaba Manuel Pavía y Rodríguez de Alburquerque ni siquiera era gaditano de nación. En la escueta nota de prensa no pone ni sus iniciales, aunque con una población de 165 habitantes no sería difícultoso averiguar si el conductor es de Valpalmas, de Puendeluna, de Luna o de Piedratajada, que son los municipios colindantes. O pudiese ser de algún otro sitio y  pasara por allí en calidad de viajante, tuviese sed y no encontrara aparcamiento, de la misma manera que otros no encuentran árbol para ahorcarse.

domingo, 16 de noviembre de 2014

Un extravagante país





Está bien que España se acuerde de Blas de Lezo y que Madrid le dedique una estatua en su memoria. Tarde, aunque mejor que nunca. Lo que no acabo de comprender es el protagonismo de Juan Carlos de Borbón, al que le gustan los uniformes castrenses más que a un tonto un pirulí, presidiendo un acto municipal y recibiendo honores militares de jefe del Estado. A nadie se le escapa que las duplicidades en la Administración son evidentes en este país, donde no pasa día sin que “florezca” un nuevo despacho para que alguien, no importa de quien se trate, parezca que hace lo que otros ya hacen, o parece que hacen. Pero en la Jefatura del Estado, se me antoja un dislate pintoresco que el rey emérito, por llamarle de alguna manera al rey que abdicó, se vista al dos por tres de uniforme de capitán general y presida actos locales que por su naturaleza correspondería ejercer a la alcaldesa Botella. Pero la prensa, tan feudataria como siempre, comenta hoy, por ayer, que “el monarca ha sido recibido con honores por parte de una compañía mixta integrada por dos secciones de Infantería de Marina y una de Marinería”. Que yo sepa, monarca, además de ser el nombre de una bella mariposa, es el soberano de un Estado. Personalmente entiendo que la prensa debería manejarse con propiedad de estilo en su modo de redactar crónicas. Hasta el “Libro de estilo” de ABC (Ariel, 1993), que es el sursum corda de subordinación hacia todo aquello que representa la institución monárquica, señala en su página 115: “El monarca,  o soberano de un Estado es únicamente el Rey. Por tanto, es incorrecto hablar de “los monarcas” para referirse conjuntamente al Rey y a la Reina. Cuando es una Reina la que ocupa el trono (caso de Gran Bretaña) escríbase la Soberana”. De acuerdo que Juan Carlos es rey emérito pero no reina y aplicarle tal acepción académicas sin merecerla puede dar lugar a confusiones entre los ciudadanos demócratas. Este es un país paradójico, donde al rey que no reina se le sigue llamando rey y a los expresidentes del Gobierno, que ya no gobiernan, se les sigue denominando presidentes, de acuerdo con el Real Decreto 2102/1983, de 4 de agosto, donde en su texto (disposición 1ª, artículo 2º) se señala que “Los Ex Presidentes del Gobierno gozarán del tratamiento de ‘Presidente’ y ocuparán el lugar protocolario que oficialmente les corresponda conforme al Ordenamiento General de Precedencias en el Estado”. No cabe duda que un médico jubilado seguirá siendo médico tras su jubilación. Y lo será de por vida. Pero un funcionario, cuando deja de ejercer su función, se convierte en un cesante. Por consiguiente, un rey cuando abdica, deja de ser rey y lo normal en esos casos es que abandone su residencia palaciega; un presidente, cuando le derrotan en las urnas, se marcha a casa a escribir sus memorias, se dedica a dar conferencias o utiliza la puerta giratoria; y el Papa, cuando coloca sobre una estantería la llave de san Pedro y deja abierta la puerta de acceso al cónclave, también renuncia como obispo de Roma. Es lo que hay, o sea.

sábado, 15 de noviembre de 2014

En el potro de los remordimientos





Decir que la crisis está haciendo estragos en España no es descubrir el Mediterráneo. Y cuando hay crisis prolongada en el tiempo, los ricos son más ricos y los pobres son más pobres. Sólo hay que mirar diariamente la cantidad de ciudadanos que con la ayuda de un palo rebuscan en los cubos de basura o acuden a los servicios de Cáritas. Ayer, casi a última hora de la tarde me acerqué hasta un Hipercor existente en Grancasa, en el barrio del Actur zaragozano, para comprar un adminículo que precisaba. Ya de paso, baje a la planta de supermercado dispuesto a comprar algo para cenar. Mientras me servía el empleado, no pude por menos de preguntarle qué hacía El Corte Inglés con la comida sobrante. El empleado, muy digno, aprovechando que no había clientes esperando a ser atendidos, me habló de la trazabilidad alimentaria (capacidad de rastrear y seguir los alimentos o ingredientes en todas las etapas de producción, procesamiento y distribución), de la caducidad de los productos expuestos en vitrinas, de las normas sanitarias y de todas esas zarandajas higiénicas exigidas por el Gobierno de Aragón para productos perecederos. Pero yo le sugerí que sería de utilidad que los productos diarios sobrantes se los entregase la empresa a alguna organización benéfica, a familias con necesidades… El empleado me contestó que ello conllevaba un riesgo. “Imagínese -me dijo- que lo que sobra de esta ensaladilla rusa se la entregamos a un necesitado. Y éste, el necesitado, practica una mala conservación del producto durante el tiempo que lo tienen en su casa; que, como consecuencia de de esa mala conservación, sufriese algún tipo de intoxicación, y que, por si ello fuera poco, le echase la culpa de su problema de salud a la empresa que se lo había donado…”. Me quedé pensativo. Tuve que darle la razón. Ya que hago referencia a la rebusca en los cubos de basura, me viene al recuerdo la imagen de Alfonso de Bourbon, hijo del primogénito de Alfonso XIII, al que aplastó un camión al echar marcha atrás y chocar con un cubo de basura donde ese señor escarbaba en busca de restos de comida. Sucedió en los primeros días de enero de 2012 en San Diego (California). El fallecido, de 83 años, era hijo de Alfonso de Borbón y Battemberg, muerto en accidente de carretera en 1938 y que había renunciado a sus derechos dinásticos en 1933, tras enamorarse de la cubana Edelmira Sampedro. Regresé a casa triste,  como aupado en el potro de los remordimientos.

viernes, 14 de noviembre de 2014

La ruina de Gallardón





Me sorprende que  Alberto Ruiz-Gallardón cuente que no llega a fin de mes. Su puesto vitalicio como miembro del Consejo Consultivo de Madrid, al que accedió nada más dejar su escaño como diputado y su ejercicio como ministro de Justicia (dicho sea de paso, el peor ministro de Justicia de la democracia), le supone ingresar en torno a 8.500 euros brutos mensuales, equivalentes a 5.500 euros netos,  por asistir únicamente a una reunión semanal.  En su declaración en la Cámara Baja al ser elegido diputado consta que disponía, dinero aparte, de un piso y dos garajes en Madrid, una vivienda unifamiliar en Nerja, dos coches y dos motos. Gallardón, que llegó a alcalde en 2003 y ganó tres veces la Alcaldía por mayoría absoluta (la última sólo estuvo unos meses), se hizo cargo de la deuda del anterior alcalde, José María Álvarez del Manzano, de 1.455 millones de euros. “Gallardón utilizó desde el mismo momento de su llegada al Ayuntamiento de Madrid --según cuenta Ana Tudela Flores en su blog latle.com-- la misma fórmula que había usado siendo presidente de la Comunidad de Madrid, es decir, crear empresas propiedad del ayuntamiento en las que iría alojando la deuda sin sumarla a la de la administración pública que recibiese. Por ejemplo creó Mintra, la empresa para ampliar el metro. Para el soterramiento de la M-30 se pidió un préstamo récord de 2.500 millones de euros. Dicho préstamo lo entregaron sin pestañear Societe Generale, Dexia y Caja Madrid, se hizo creando una empresa mixta, Madrid Calle 30, en la que participaría la iniciativa privada. ¿Cómo? Con un 20% del capital de Madrid Calle 30 aportado por un préstamo y encargándose del mantenimiento de la vía de circunvalación de Madrid durante 35 años.  Las adjudicatarias, Ferrovial y ACS, blindaban un ingreso por 35 años por un servicio a una administración pública. ¿Para qué la empresa pública-privada? Básicamente para gestionar el pago de la deuda asumida y pagar un canon anual a las socias privadas que, cuando finalice el acuerdo, habrá superado los 7.000 millones de euros”. Cuando Gallardón se marchó de la Alcaldía para ser ministro (se podía haber hecho monje budista, que a Madrid le hubiera ido mejor) a finales de 2011, la deuda recogida por el B.de E. era de 6.348 millones, o sea,  336’% más. Sólo el soterramiento de la M-30 costó 3.000 millones; la sede de la nueva Alcaldía en el Palacio de Cibeles superó los 525 millones (400 el coste del edificio y 125 las obras de remodelación); y el incremento de los gastos de funcionarios en el periodo 2004-2010 supuso un 47 % de aumento. A todo ello habría que añadirle el coste total  de los “cargos de confianza”, que eran legión. Hubo otros gastos excéntricos, verbigracia: los 500.000 euros (entre guías, folletos, pitos y flautas) destinados a promocionar la zona comercial tras la remodelación de calle de Serrano, etc. En pocas palabras: Madrid no volverá hasta 2023 a los niveles de deuda que tenía antes de la llegada de Gallardón y de Ana Botella. Hay que devolver 4.363 millones y pagar otros 1.600 millones de intereses. Y eso es lo único que entienden los madrileños.

jueves, 13 de noviembre de 2014

La empresa siempre gana





Leo que Adif ha comenzado a verter a Endesa energía procedente del frenado de los trenes, por un equivalente a un GWh/año, o sea, el 12,7% de la energía que consumen los convoyes entre Málaga y Fuengirola. Esa energía se aporta desde una subestación eléctrica de corriente continua ubicada en La Comba (Málaga) ya transformada en corriente alterna. ¡Pero cómo no me ha dicho eso mi amigo, el jefe de estación! Lo veo a menudo, nos tomamos unas cervezas, hablamos sobre lo divino y lo humano y noto que últimamente se cabrea como un mono pensando en la que se prepara, es decir, que ahora los trabajadores del mundo al otro confín del territorio patrio podrán ver reducidas sus nóminas con vistas a conseguir un fondo, cuyo importe deducido mensualmente se trasladará a una cuenta con la que se indemnizará a esos trabajadores en caso de despido.Y los intereses de ese fondo, ¿quién se los quedará? O sea, el trabajador despedido se llevará unos euros que antes habrá aportado para tales contingencias. Pero uno no termina de entender qué pasará con el Fogasa. Tampoco entiendo que el empresario en cuestión se pueda ir de rositas. Eso sí que son frenazos en seco en la economía familiar  y no los del tramo ferroviario entre Málaga y Fuengirola. Pero yo le digo a mi amigo que no desespere, que ahora -según datos que maneja el periodista  Adolfo D. Lozano en la sección “Juventud y belleza” de un periódico digital-, se ha puesto de moda entre la gente famosa el llamado ayuno intermitente, que consiste en  alternar días con un consumo calórico mínimo con días sin restricción alguna. O sea, como un ramadán pero sin comer a la puesta de sol los días que toque. De ese modo podrá ser más llevadera la magrura de la nómina y el clareo de la raspa. Y el periodista pone como ejemplo a los griegos cristianos ortodoxos, que ayunan 180 días al año. Claro, los griegos tampoco están como para lanzar cohetes. Y a los monjes budistas, que ayunan con la luna llena y con la luna nueva de cada mes lunar, o sea, 14 días de veintiocho. No pasa nada. Ahí los tienes, en el Garraf, en Graus, en Requena, en Molina de Segura, etcétera, vestidos con túnicas de color butano, las cabezas rapadas y dedicados a la contemplación y al nirvana. Pero lo de Adif es distinto. Si los maquinistas de Renfe Operadora no frenasen los trenes para que los empleados de Adif vendieran a Endesa la energía sobrante, no tendría sentido haber hecho tal desdoblamiento de funciones en la Renfe y en los ferroviarios. Recuerdo que cuando yo regresaba a  Madrid desde Sevilla los trenes se frenaban al norte de la provincia de Jaén, en un desfiladero de paredes abruptas, pero no para poder vender la energía sobrante, que entonces lo era en forma de vapor y carbonilla, sino por falta de fuerza de las locomotoras, lo que dio lugar a que Rafael Gómez Ortega, en 1908, al llegar a la Estación de Atocha procedente de Andalucía, ya apeado, mirase en el andén a la máquina desparramando una potente nube de humo y le gritara: “¡Esos cojones en Despeñaperros!”. El empresario siempre gana, como la banca en los casinos.

martes, 11 de noviembre de 2014

Dos posibles envenenamientos




El diario ABC se pregunta entre sus páginas. “¿Envenenó Fernando el Católico a Felipe el Hermoso?”. En 1504 nombraron reina de Castilla a Juana. Pero pasando por encima de la “concordia de Salamanca” (1505) recuerda el diario madrileño el hecho histórico  “donde se acordó un gobierno conjunto de Felipe, Fernando “el Católico” y la propia Juana, esta situación terminó con la llegada del borgoñés a la península, quien convenció a parte de la nobleza castellana, a base de regalos y concesiones, de que el suponía una amenaza menor que la procedente de un rey aragonés. El duque de Medina-Sidonia y el cardenal Cisneros no dudaron apoyar al extranjero. Visiblemente ofendido, Fernando se retiró a Aragón y Felipe fue proclamado Rey de Castilla el 12 de julio 1506 en las Cortes de Valladolid con el nombre de Felipe I. Un reinado que solo duraría dos meses”. En 1504 moría la reina Isabel de cáncer de endometrio. Muerto Felipe I y al declarar incapacitada a Juana de Castilla, Fernando II de Aragón se hizo cargo del Reino de Castilla. Como también había muerto el príncipe heredero Juan, Fernando II de Aragón se obsesionó con tener un hijo y en 1505 no dudó en casarse en segundas nupcias con Germana de Foix, 36 años más joven que Fernando, hija de Juan I de Narbona y de María de Orleáns, hermana de Luis XII de Francia. Por cierto, el aspecto facial de Isabel de Castilla se ha relacionado, no sé por qué razón, con la señora que aparece sentada señalando algo en un libro en el famoso “Cuadro de la mosca”, o de la “Virgen de la mosca”, que se conserva en la sacristía de la Colegiata de Toro, y que es una tabla pintada al óleo de autor desconocido que tiene una mosca pintada en el manto rojo y sobre la rodilla izquierda, que da la sensación de ser una mosca real posada sobre la tabla a modo de trampantojo, un recurso muy empleado en la pintura griega, romana y renacentista. Detrás, a la derecha hay un fraile con libro al que atribuyen la viva imagen de fray Diego de Deza. Y a la izquierda algunos aseguran que se trata de la figura de María Magdalena. Otros expertos entienden que la mujer sentada en primer plano a la derecha del cuadro es santa Catalina de Alejandría. Ese cuadro, al parecer flamenco,  se restauró en 1966 y parece estar pintado en Flandes entre los años 1518 y 1525. Tampoco sé cómo llegó a Toro. Pero a lo que iba. Fernando murió antes de que llegase al mundo su ansiado hijo y cuando Carlos I llegó a España se enamoró locamente de Germana. Él tenía 17 años y ella (su abuelastra) 29. Si alguien está interesado en conocer de forma novelada la figura de Germana de Foix, recomiendo la lectura de “Jaque a la reina muerta”, de Carmen Güell (La esfera de los libros). Parece ser que Fernando II de Aragón, durante los diez años de su matrimonio con Germana de Foix, adoleció de una cierta impotencia. En determinado momento de su vida mandó que se le suministrara un potente afrodisíaco, cuya receta contenía testículos de toro. Pero no fue por el exceso del consumo de testículos de toro de lo que enfermó, sino del otro afrodisíaco: la cantaridina, extraída de la cantárida Lytta vesicatoria, un escarabajo de color entre verde y amarillo metalizado. La cantaridina, que comenzó a tomar el rey en 1513, es un tóxico que irrita la piel, las mucosas y que consumido por vía oral provoca la irritación de las vías urinarias y un importante priapismo. Aquel tóxico le produjo una nefritis que acabó con su vida dos años más tarde.