domingo, 7 de diciembre de 2014

Despacito y buena letra




El rey Juan Carlos se ha metido en la cápsula del tiempo, o sea, en el cuadro de Antonio López y veinte años más tarde ha salido lleno de juventud y lozanía. Es como el retrato de la familia de Carlos IV pero sin estar pintado por Goya ni tener tanta gente a su alrededor. Sólo los reyes, el príncipe de Asturias y las dos infantas. Faltan los consortes y sus respectivos hijos. Y de esa guisa quedará para la historia. Pero si veinte años es mucho tiempo en la vida de las personas, también lo es en la vida de la Familia Real, de la que ya no forman parte las infantas Elena y Cristina, que han pasado a ser familia del Rey. No cabe duda de que el cuadro llega tarde. Juan Carlos ya no es Jefe del Estado y, de haber sido yo quien lo hubiera pintado, lo habría titulado: “Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos”. Con una infanta imputada, otra divorciada  y los reyes uno por cada lado, el cuadro, hecho sobre fotografías, ha perdido glamour. Un óleo por el que se abonó en su día al pintor la friolera de 50 millones de pesetas (300.506 euros) y que durante esos veinte años fue modificado en varias ocasiones: A la Infanta Cristina le cambió las esparteñas por unos zapatos de tacón, y después por unos zapatos bajos. A Elena, el estampado del vestido. doña Sofía no sólo el traje sino la posición de las manos. Y en las paredes hubo azulejos con pájaros azules que finalmente han desaparecido. El resultado final, a mi entender, se hubiese podido suplir por una buena fotografía ampliada. Eso sí, con el aspecto que todos ellos tienen en la actualidad. Respecto a la ubicación de los caballetes, a lo largo de ese tiempo fueron trasladados varias veces de sitio. Mientras preparaba el lienzo, la tela estuvo en el estudio del pintor. En marzo de 2001, el cuadro fue trasladado al Palacio Real. El taller se instaló en la llamada Estufa de las Camelias, con vistas al Campo del Moro. El 28 de julio de 2010 volvió de nuevo al estudio del pintor, para ser trasladado más tarde al Palacio de Oriente el 26 de abril de 2013. Allí se instaló un nuevo taller en una sala con orientación norte y vistas a los Jardines de Sabatini. Vamos, de aquí para allá, como la maleta del loco. Menos mal que no se le ocurrió poner de fondo un membrillar, como en la película de Víctor Erice; que, de haber sido así, la entrega del cuadro hubiera sido para la entronización de la infanta Leonor.

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