viernes, 19 de diciembre de 2014

Elogio de la tortilla española





Este es un país tan ingobernable que resulta imposible saber quién ideo la tortilla de patata. De ella se hace referencia en un escrito de 1817 dirigido a las Cortes de Navarra donde se cuenta que por esos años ya se consumía entre los habitantes de Pamplona; otros autores cuentan lo del general Zumalacárregui  y la necesidad de dar a las tropas carlistas un plato de fuste; más de uno se la atribuye al cocinero belga Lancelot de Casteau, cocinero de  tres obispos de Lieja, que publicó su receta en 1604; y, por último, Javier López Linaje, autor de La patata en España. Historia y Agroecología del Tubérculo Andino, cuenta que su origen se remonta al siglo XVIII en la localidad extremeña de Villanueva de la Serena, como así está documentada por Joseph de Tena Godoy y el marqués de Robledo en 1798. Sea como fuere, ese sencillo plato quitó la hambruna de muchas generaciones de españoles, más centrados en las luchas intestinas que en el placer de tomar un apetitoso y sencillo plato. Quizás, la tortilla de patata, la paella valenciana y la sangría son las virtudes cardinales de todo español: prudencia, justicia, fortaleza y templanza. Pero aquí el don de consejo no procede que se le pida al Espíritu Santo sino a esas amas de casa que presumen de hacer las mejores tortillas de patata. De todas esas virtudes cardinales, me quedo con la templanza, para ser moderados y sobrios en el consumo de ese manjar. La he probado muy buenas, pero me quedo con la tortilla que hacen en el zaragozano Bar Circo (Jerónimo Blancas, 4, Zaragoza). Parece mentira que sólo cinco ingredientes, patatas, cebolla, huevos, aceite de oliva y sal, sean capaces de conseguir ese milagro. El aceite debe ser de oliva, abundante, y estar muy caliente, para evitar que la patata se cueza. Y la cebolla habrá que echarla a la sartén cuando las patatas estén casi fritas. A los tres minutos de haber echado la cebolla se retirará la sartén del fuego. Al revolver la patata frita con el huevo batido dentro de un bol, el huevo deberá quedar a la altura de las patatas y la cebolla. La mezcla no se echará nunca en la sartén hasta que ésta no esté muy caliente. Y habrá que dejarla dos minutos por cada lado. El resultado será excelente, aunque siempre habrá algún comensal que aguachine la fiesta y que asegure que a su madre le sale mejor. El puñetero complejo de Edipo siempre termina por estropear una auténtica obra de arte, más aún si la tortilla española es degustada en compañía de unos sorbos de vino tinto del bilbilitano Langa.

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