jueves, 4 de diciembre de 2014

Populares y populistas





Estos días estoy buscando, sin mucho éxito, la diferencia que existe entre los términos “populares” y “populistas”. Después de mucho indagar en textos de diversa índole, me quedo con lo expresado por el argentino Dante Caputo: “Gobierno popular es aquel que tiene como meta mejorar el bienestar del mayor número de habitantes y que posee como objetivo, a través de sus políticas públicas, el bienestar de las grandes mayorías sociales”. Eso, en cuanto a señalar qué es un gobierno popular. Pero, para intentar comprender qué sería un gobierno populista habría que acudir a otras fuentes, donde se informa que el populista “es aquel que busca el apoyo popular a toda costa, aunque la realidad del ejercicio del poder haga imposible esta medida y aunque la medida en cuestión no resuelva ningún problema de fondo. El populista intenta halagar al elector y suele tener buen olfato para oler el aire del tiempo y adaptarse a los deseos, las esperanzas y las angustias del electorado”. Está claro que en estos momentos de vacas flacas en España (paro galopante, lanzamientos judiciales y falta de capacidad adquisitiva de muchos ciudadanos para adquirir productos de primera necesidad), cualquier lider que brote de entre la bruma, como una seta campestre después de la lluvia, y ofrezca puentes donde no existe río lleva todas las de ganar a la hora de arrastrar voluntades. ¿Cómo resistir a esas manipulación? Supongo que educando al electorado. Pero educar al electorado sólo se consigue a base de años de democracia consolidada (caso de Reino Unido o Francia) donde los gobiernos son transparentes a la hora de dar cuenta de cada euro público que gastan. Y ese no es el caso español, donde una ministra de Cultura, Carmen Calvo Poyato, dijo algo tan peregrino como que “estamos manejando dinero público, y el dinero público no es de nadie”, o que “un concierto de rock en español  hace más por el castellano que el Instituto Cervantes”. Este no será un país serio mientras cada día que pasa veamos nuevos casos de corrupción a todos los niveles del Estado y donde un lerdo, o una lerda, pueden tomar posesión de una cartera ministerial. Porque, seamos claros: ¡aquí no se salva ni dios! Por eso, cuando lo “popular” ya no mola y lo “populista” se convierte en esperanza para muchos ciudadanos hartos, se necesita que el médico se siente con una silla frente al enfermo, como decía Gregorio Marañón, para observarle de cerca, por si su aspecto físico pudiese ayudar en el diagnóstico clínico sin necesidad de auxiliarse con el fonendoscopio.

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