viernes, 20 de febrero de 2015

La prédica y el trigo





Ha hecho lo correcto el papa Francisco en indicar, como así lo ha hecho, que “pagar salarios sin soporte de nómina es un pecado gravísimo”. “No hagan –ha dicho, refiriéndose a los patronos desaprensivos- donativos a la Iglesia para soportar las injusticias que comete con sus empleados. Es utilizar a Dios para encubrir la injusticia”. Supongo que el ministro Montoro habrá aplaudido con las orejas, al considerar que los españoles son en su mayoría católicos. Pero, claro, aquí habría que hacer ciertas matizaciones. Los salarios fuera de nómina constituyen un delito y deben de ser perseguidos. Es evidente que si el Estado no recauda, mal se pueden hacer hospitales y carreteras. También es indudable que si un trabajador cobra fuera de nómina, mal lo va a tener a la hora de su jubilación. Dicho eso, habría que matizar que por los Acuerdos firmados en 1979 entre  España y la Santa Sede, en su apartado IV, artículo IV (Asuntos Económicos), se señalan diversas exenciones: A) Exención total de la Contribución Territorial Urbana en los siguientes inmuebles: Templos, capillas, residencias de los obispos, oficinas de la Curia, seminarios destinados a la formación del clero, edificios destinados a conventos, etcétera. B) Exención total de los impuestos sobre Sucesiones y Donaciones, y Transmisiones Patrimoniales, etc. No sigo, por no extenderme demasiado. Podría haber aclarado el papa Francisco que todo aquello que se defrauda al Fisco va en menoscabo de los servicios sociales, tan  necesarios en los tiempos que corren. Todos le hubiésemos entendido. Los pecados afectan a la conciencia de los creyentes. Los delitos afectan a todos los ciudadanos. Esa es la diferencia.

No hay comentarios: