sábado, 14 de febrero de 2015

Mejor argumentos que insultos





Hay tipos que confunden el arroz con leche con el ancho de vías. Tal es el caso de Antonio Burgos, como ha quedado demostrado en su “Recuadro” de Abc de anteayer, jueves. Resulta que, según escribe: “Un señor que por lo visto no tiene nada más importante que hacer, en vez de irse por las tardes a jugar al dominó a la Peña Trianera, que sería lo suyo, se ha dedicado a denunciar a treinta y ocho alcaldes españoles, porque dice que mantienen en sus ciudades símbolos del franquismo”. A mi entender, de ser así, está en su derecho de hacerlo. Por mucho que el Gobierno que preside Rajoy intente echar tierra encima sobre la Ley de Memoria Histórica, ésta sigue en vigor y es necesario acatarla. “Dedicarse al rebusco de yugos y flechas - señala Burgos- todavía es tarea fácil en este país”. Sin duda, son más fáciles de encontrar tales símbolos fascistas en nuestras ciudades y pueblos que trufas por los montes de Teruel. Burgos, en su artículo, comenta casos de injusticia histórica, quitando nombres de calles en Sevilla a varios personajes, como el  general Merry,  Fal Conde y  Domingo Tejera. Vamos a ver: la placa de la avenida del general Merry (Francisco Merry Ponce de León), conde de Benomar, fue cambiada por la de Pilar Bardem. Merry Ponce de León fue, en efecto, ayudante de campo del general Valeriano Weyler en la guerra de Cuba. En este caso, entiendo que hubo un error. No cabe duda de que el rótulo “Avenida del general Merry” indujo a confusión a los ediles del Ayuntamiento de Sevilla. Escrito así, no se sabe si la placa hace referencia al luchador en Cuba, merecedor de todos los honores, o a su hijo, Francisco Merry Gordon, también teniente general, que se encargó de la Capitanía VII Región Militar, con sede en Valladolid, y más tarde de la Capitanía de la II Región Militar, con sede en Sevilla. Y en ese último destino tuvieron lugar los sucesos del 23-F. Sabido es que hizo dejación absoluta de sus funciones por el efecto que el alcohol, hasta el extremo de que la Capitanía estuvo en manos del jefe de Estado Mayor, Gustavo Urrutia,  sin encontrar resistencia alguna por parte de su jefe inmediato, Merry, que deambulaba borracho por Capitanía vistiendo uniforme legionario y calado con gorra “tanquista”. El caso de Fal Conde es distinto. Aquí no hubo confusión. Participó en la sublevación de Sanjurjo, en agosto de 1932, en 1934 organizó el Acto del Quintillo contra la República, y participó en los preparativos de la sublevación militar de julio de 1936, comprometiendo la participación del carlismo, junto a Mola. En el caso de Domingo Tejera de Quesada entiendo que en él hubo luces y sombras, pero también falta de información por parte del Ayuntamiento con el retiro de su placa. Tejera, a mi entender, cometió el error de jalear desde su diario “La Unión” el pronunciamiento de Sanjurjo, en 1932. Aquello le costó la suspensión del diario. Sufrió 69 procesos judiciales, atentados y la destrucción de su domicilio. Fue encarcelado por el régimen franquista en 1941.Murió tres años más tarde. Burgos, casi al final de su artículo, se permite llamar “so pedazo de mamón” al aludido señor que “ha cometido el pecado” de denunciar símbolos franquistas. Personalmente hubiese preferido argumentos que insultos. Qué le vamos a hacer…

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