lunes, 16 de marzo de 2015

El Público



Hace sólo unos días Felipe VI y su consorte acudieron al Teatro Real para ver “El público”, ópera en cinco cuadros y prólogo obra del compositor Mauricio Sotelo, con libreto de Andrés Ibáñez, basado en la obra de teatro El Público escrita por Federico García Lorca en Cuba tras su viaje a Nueva York. Personalmente no entiendo que la prensa de papel dé tanta importancia  a esa visita real al teatro para ver una ópera. Es algo que debería ser entendido como algo normal. Lo que ya no me parece tan lúcido es que su consorte se ponga una chupa de cuero y se marche con las amigas de “concierto roquero” cuando le viene en gana. Esas cosas las puede hacer el ciudadano corriente, pero no la consorte del Rey, si se considera que ello supone unas excepcionales medidas de seguridad que pagamos todos los ciudadanos con nuestros impuestos. Y este país, donde hay seis millones de pobres y casi dos millones de niños que sólo hacen una comida diaria, la del colegio en días lectivos, no está para antojos de quién debiera dar ejemplo de discreción. Y dicho eso (si no lo digo, reviento), añadiré que fue en junio de 1929 cuando Lorca viaja a Estados Unidos acompañado de Fernando de los Ríos.  Allí se fraguó su “Poeta en Nueva York” y conoció a Fernando Ortiz, entonces director de la Institución Hispanocubana de Cultura, que animó a Lorca a dar una serie de conferencias en su país. Pero antes, en la Semana Santa de 1922, Lorca y Manuel de Falla habían conocido a José María Chacón y Calvo, que había llegado a Madrid en 1918 para trabajar en la Embajada de Cuba. Ambos llegaron a tener gran amistad. Y en la casa de Chacón, en Madrid, Lorca conoció a Lydia Cabrera, estudiosa del folclore cubano. Parece ser que esta mujer fue la que presentó a Lorca a la actriz catalana Margarita Xirgu, que resultaría esencial en la interpretación de la posterior obra del poeta.granadino. Lorca dedicó a  Lydia Cabrera y a su negrita  La Casada infiel”, dentro del “Romancero gitano”. Su negrita era su doncella de color  llamada Carmela Bejarano. Luis Moreno Vilches, de la  Sociedad  Filatélica y Numismática de Granada, en su trabajo “García Lorca y Cuba: Historia de una pasión”, dejó constancia en un espléndido trabajo literario que existe un sello editado en Cuba de Fernando Ortiz el 20 de  diciembre de 1981 mediante una serie compuesta de cuatro sellos dedicada al centenario de su nacimiento. Y, también, otros tres sellos, con elementos propios de la cultura afrocubana (de 10, 30 y 50 centavos de peso) que representan un idolillo colgante, un  tambor “Arará” y una “Changó”. Changó es el dios del Trueno, la Música y la Virilidad. Se trata de uno de los orishas (santos) más venerados de la mitología Yoruba. En La Habana, Lorca se instaló en el Hotel La Unión. Y el domingo  9 de marzo de 1930 impartía si primera conferencia bajo el título Mecánica de la Poesía. Seguirían otras en días posteriores: La imagen poética de don Luis de Góngora; Arquitectura del Cante Jondo,  etcétera. Dice Luis Moreno Vilches que “Federico García Lorca pudo conocer gran parte de la isla de Cuba, no sólo aprovechando su actividad como conferenciante. Estuvo en Matanzas (la “Atenas de Cuba”) y contempló el Valle del Yumurí. Quedó impresionado por la playa de Varadero (confesó no haber visto playa más bella). Fue a Pinar del Río y visitó el Valle de Viñales, con sus famosos ‘Mogotes’. Sin embargo, a pesar de todo, el poeta sentía nostalgia de España, de su Granada: el 19 de abril visitó Santiago de las Vegas y le recordó a Fuentevaqueros; Varadero, a la playa del mismo nombre en Motril; el paisaje de Pinar del Río, a los pinares del Guadarrama”. Y, finalmente, voy  a referirme a El Público, la obra que ha dado lugar a la ópera que han visto días pasados los Reyes. En ese sentido, cuenta Moreno Vilches: “Existen muchas elucubraciones acerca de las obras que Federico García Lorca alumbró durante su corta pero intensa estancia en Cuba. De entre las posibles candidatas, Así que pasen cinco años y, sobre todo, la enigmática El Público son las más sospechosas de haberse gestado en la isla caribeña. De ésta última existen testimonios coincidentes de Adolfo Salazar y de los hermanos Loynaz (el poeta obsequió a Carlos Manuel Loynaz con un manuscrito que desapareció, posiblemente tras haber sido destruido por éste en un episodio de desorden mental), así como la única copia que se conoce, escrita parcialmente en hojas timbradas del hotel La Unión y fechada el 22 de agosto de 1930, apenas mes y medio después de la partida del poeta”.  Lorca sacó un pasaje para el 12 de junio en el vapor correo “Manuel Arnús” de la compañía Trasantlántica, vía Nueva York-Cádiz-Barcelona. Le acompañaron en el viaje Adolfo Salazar y Luis Cardoza y Aragón. Como dijo Lorca a sus amigos: Cuba es un paraíso. Si me pierdo, que me busquen en Cuba o Andalucía...”. Y allí está, en Andalucía, con sus huesos perdidos en un punto desconocido del barranco de Viznar. Dicen que le han buscado, pero nadie ha encontrado todavía ni a él ni al maestro de escuela ni a los dos banderilleros. Pero poco importa. Todos sabemos que a este Gobierno no le interesa la Ley de la Memoria Histórica. Dedican más esfuerzo a mirar huesecillos por ver si encuentran lo que parece ser un  peroné de Miguel de Cervantes que a sacar a los miles de fusilados de las cunetas. Todos sabemos que Lorca está presente en nuestro recuerdo colectivo. Los miles de fusilados, también.


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