viernes, 3 de abril de 2015

El entierro de Genarín




Estos días la prensa describe procesiones, recorridos, anécdotas sobre cofradías y todas esas cosas propias de la Pascua florida. Pero también leo que un jubilado de 74 años ha muerto  en un cementerio de Pensilvana mientras decoraba la lápida de su suegra. El hombre estaba arrodillado junto a la losa al tiempo que su esposa ataba una cruz y le sobrevino encima, aplastándole. Es un caso de mala suerte que suele dar buen juego en esos días en los que se detiene la actividad política y económica. La viñeta de Vergara, en  eldiario.es, tiene su acostumbrada chispa: Noche de procesiones. El público mira el paso de las peanas. Una mujer dice: “Y ese paso que viene por ahí es el Calvario del Partido Popular en las Elecciones Andaluzas”, y un tipo que está a su lado, con máquina de fotos lista para ser utilizada, le pregunta: “Y el tipo crucificado con el letrero ‘Moreno Bonilla Presidente de los Andaluces’, ¿quién es?”. Alguien de entre el público contesta: “Exacto”.Y ayer, jueves, la ciudad de León volvió a homenajear a Genarín en la Procesión de los Borrachos. El pobre Genarín murió atropellado por un camión de la basura el Jueves Santo de 1929. Como ya es tradición, sus fieles devotos  le leyeron poemas botella de orujo en mano en su recorrido por las calles del Barrio Húmedo. Lo cierto es que Genaro Blanco, de oficio pellejero, fue un borrachín frecuentador de burdeles y tabernas. En la madrugada del 29 de marzo 1929, mientras orinaba al lado del tercer cubo de la muralla, fue atropellado por el primer camión de la basura que tuvo la ciudad. A partir de aquí, sus cuatro apóstoles, Francisco Pérez, Eulogio, Nicolás Pérez y Luis Rico iniciaron una parodia de las procesiones para rendirle culto, que fue conocida como El entierro de Genarín”, con un viacrucis profano. Esta celebración fue a más hasta su prohibición en 1957. La fiesta se recuperó con la llegada de la democracia. Se inicia con una cena, habitualmente en el restaurante Rancho Chico, en la que se leen poesías a san Genarín y la Homilía del Año, escrita por un autor consagrado que sólo conoce el Abad de la Cofradía. La procesión comienza en la Plaza de San Martín alrededor de la medianoche. Pendón, cabezudos, marioneta de la muerte y ofrendas, barril de orujo incluido, recorren la calle de la Sal hasta llegar a la Plaza de la Regla, ante la Catedral. Allí se reza un Credo y se sigue hasta el convento de las Carbajalas donde se lee un poema a la Moncha. De ahí se va hasta la puerta del tercer cubo. Tras ser tapiada, la comitiva sale por el arco de la cárcel y ahí se hace pública la homilía. Después, el Hermano Escalador sube por la muralla para depositar la ofrenda: orujo, queso y una naranja. Luego la procesión sigue hasta la Plaza del Grano y ante la cruz se brinda con orujo y se leen poesías.

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