viernes, 15 de mayo de 2015

Techumbres, pilastras y todo eso.





El pasado martes hacía referencia al alcalde de Getafe, Juan Soler, por haber repartido miles de gomas higiénicas junto a una imagen suya en la que aparecía el eslogan "vota a Juan Soler, sensibilidad y eficacia” durante el Zombie Survival incluido en el World Real Game’s, en un intento de arañar el voto joven para su reelección. También decía que ya veremos qué opina sobre tal reparto Joaquín María López de Andújar y Cánovas del Castillo, obispo de esa diócesis. Pues bien, la opinión del Obispado no se ha hecho esperar. Sostiene que “este tipo de gestos, lejos de prevenir los embarazos y las enfermedades de transmisión sexual, fomentan la promiscuidad de forma irresponsable,  ha causado daño en la conciencia de los jóvenes y puede perjudicar a aquellos adolescentes que aún no tiene control de ellos mismos. Este tipo de gestos fomenta la perversión de la belleza de la sexualidad y la reducción de las relaciones humanas a simple mercancía de un placer que pronto pasa, pero que deja una marca dolorosa en el corazón”. El comunicado del Obispado termina diciendo que “confía que un acto así no se volverá a repetir”. Veamos, aquí hay tres posturas: la de un alcalde del PP en funciones que desea repetir mandato; la de un Obispado, que está en contra de la entrega de condones a los jóvenes; y la de cualquier ciudadano corriente, que ya no sabe muy bien a qué carta quedarse. El reparto de condones, en todo caso, siempre será una medida precautoria. Y con ello, a mi entender, en modo alguno se incita a la promiscuidad. Los extintores, que yo sepa, sólo se utilizan en caso de incendio. Y si a mí me regalasen un matafuego, lo conservaría por si tuviese necesidad de usarlo. Pero, por el hecho de tenerlo depositado en casa, nadie podría tacharme de pirómano. De la misma manera, por llevar un condón en el bolsillo de la americana, nadie podrá acusarme de pecar de promiscuo. Ojalá todos los jóvenes llevasen un condón en el bolsillo. Se evitarían muchos embarazos no deseados y también muchos abortos. Decía Ortega que “el peso de la techumbre gravitando sobre las pilastras no es menos esencial al edificio que el empuje contrario ejercido por las pilastras para sostener la techumbre”. El Obispado de Getafe debe entender que se ha metido en un jardín complicado. Peor que la promiscuidad es la pedofilia, que constituye delito. Y sobre pedofilia entienden mucho algunos mitrados. El sermón, en cualquier caso, sólo le interesa al parroquiano. Mediante el mitin, en cambio, se procura  convencer al indeciso a la hora de poner su voto en la ranura de la urna. Lo que sí me gustaría es que monseñor López de Andújar me explicase qué entiende él por la “perversión de la belleza de la sexualidad”. Me sacaría de muchas dudas.

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