jueves, 25 de junio de 2015

Endosar el muerto




La Iglesia católica se empeña en señalar en los púlpitos y en las homilías, siempre por cuenta de clérigos que nunca han cimentado una familia ni saben lo que cuesta llevar dinero a casa, la importancia que tiene la familia cristiana. Alrededor de la alianza entre varón y mujer existe una gran variedad de valores, usos, costumbres, normas y leyes que la configuran no sólo como un grupo social característico, sino como una institución social fundamental. Y tales funcionarios de un Cielo difícilmente azul hacen énfasis en la indisolubilidad del matrimonio. Siempre terminan poniendo como ejemplo a Saulo, de nombre artístico san Pablo, al que atribuyen que llega a comparar la unión entre los esposos a la que existe entre Cristo y la Iglesia católica por ellos manejada. Hasta que Juan  Luis Ossorio, marqués de la Valdavia, dio en la diana cuando afirmó que “la familia es una importante institución, de muy difícil manejo”. Mas tarde, J.V. Marqués, en su artículo “La insólita modernidad de la familia”, publicado en un magacín semanal en los años 80, se anticipó como un iluminado a lo que viene aconteciendo ahora, treinta y tantos años más tarde. Decía entonces Marqués: “La exaltación actual de la familia responde al propósito de liquidación del llamado Estado de bienestar. ¿Qué no se puede resolver el paro? Nada como la familia para alimentar y dar un dinero de bolsillo a los jóvenes. ¿Qué la sanidad pública es deficiente? Nada como la madre, la tradicional mujer abnegada, para atender a los enfermos. ¿Qué no hay guarderías públicas? No importa, así se disfruta más del cariño de la mamá. ¿Qué no hay dinero para asumir el apoyo al drogadicto y su eventual desintoxicación? Aquí está la familia como supuesto arropamiento del afectado. ¿Qué los salarios no permiten contratar cuidadores o cuidadoras de niños? Aquí están los abuelos, encantados de quedarse con los nietos…”. Nos han endosado el muerto y no queda otra que aguantar lo que venga. Vale, pero que no adoctrinen con éticas victorianas unos tipos que han optado por el celibato, que es lo cómodo y lo que encaja con los intereses económicos de esa Iglesia, y cuya única misión en este mundo consiste en vivir del cuento.

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