sábado, 13 de junio de 2015

Hay que abrir las ventanas





Aquí hay de todo: desde el plumilla que llama “chusma” a los votantes de la izquierda que ahora han conseguido cambiar el Ayuntamiento de Sevilla y que compara lo que ahora acontece con la Revolución de Asturias de 1934, hasta  el que cuenta disparates por no haber alcanzado la poltrona ( caso de Esperanza Aguirre), o haber salido tarifando después de mogollón de años haciendo de la ciudad por ellos gobernada su particular cortijo; verbigracia: Rita Barberá o Francisco Javier León de la Riva. Otros, que aparentaban ser más moderados, se han limitado a dirigir una orquesta de periodistas del pesebre para que escribiesen mañana, tarde y noche sobre la llegada del Frente Popular, como si Podemos, Ciudadanos y Comprimís fuesen unos virus peligrosísimos sobre los que no existe vacuna alguna disponible para evitar una posible pandemia. Son, todos ellos, como los causantes de la gripe española de 1918 trasladada al siglo XXI. Lo que acontece ahora le parece a la derechona de inusitada gravedad. El virus se ha trocado mutante y virulento. Sí, hagamos memoria, como desean algunos miserables. Aquel año, 1918, el año de la gripe española, hubo elecciones generales y fueron elegidos  412 diputados. El partido más votado fue el Liberal Conservador, de Eduardo Dato, pero dos facciones del Partido Liberal (García Prieto y Álvaro de Figueroa) obtuvieron más votos. Hubo una Alianza de Izquierdas (Partido Reformista, Federación Republicana, PSOE, Partit Republicà Català, Partido Republicano Radical, PURA, Partido Republicano Democrático Federal y Republicanos Nacionalistas Catalanes Independientes) que intentó presentar la alternativa de Melquíades Álvarez. Finalmente fue elegido presidente del Congreso Miguel Villanueva y presidente del Senado  Alejandro Groizard. El nuevo presidente del Consejo de Ministros, Antonio Maura, dirigió un gabinete con mezcla de conservadores, liberales y de la Lliga, que duró lo que un pirulí a la puerta de un colegio. El 9 de noviembre el Gobierno era sustituido por liberales y designado presidente  Manuel García Prieto, que dimitió 26 días más tarde. El 5 de diciembre era nombrado presidente Figueroa, aquel que dijo “¡joder, qué tropa!” cuando no le apoyaron para ingresar en la Real Academia, y que en enero de 1919 suspendió las garantías constitucionales. El 15 de abril del año siguiente se convocaban nuevas elecciones. ¿Ese modelo queremos para España? Hay hasta quien llama “horda de una vociferante chusma impresentable” a aquellos ciudadanos que han conseguido, no sin esfuerzo y por medio de las urnas, un cambio de modelo de política municipal. Si ese es el nuevo Frente Popular, bienvenido sea. Y ya puestos, espero que esa “chusma  impresentable”, a criterio de los hijos y  nietos de los que apoyaron a Franco con todas sus consecuencias, ganen las próximas generales y hagan unas nuevas Cortes Constituyentes por mor de la afición y por higiene política.

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