domingo, 9 de agosto de 2015

Muller en La Lonja





Esta mañana de domingo he estado en La Lonja de Zaragoza visitando una exposición fotográfica de Nicolás Muller, judío húngaro que residió en España desde 1947 y falleció en Asturias en 2000 a los 86 años, después de haber pasado por Francia, Portugal y Marruecos. Un fotógrafo excepcional que estuvo a la altura de Brasaï, Munkácsi, Kertész, Collar, Whelan y Friedmann (Robert Capa). Impresiona la foto de Ortega muerto, plasmó al burgués Azorín de paseo, obtuvo una bella foto del insociable Pío Baroja en un vagabundeo solitario por El Retiro madrileño y retrató a un C. J. Cela con rostro afilado y sereno. Y también, cómo no, supo reflejar aspectos irrepetibles de una España profunda que sólo entendía de cartillas de racionamiento, amante de los festejos populares con desechos de tentadero y respetuosa en las procesiones de Semana Santa, en las que no  podían faltar tenientes coroneles ganadores de una guerra, colmados de entorchados y reunidos en un receso litúrgico, ni la pareja de la Guardia Civil, de tricornio, barbuquejo y naranjero, controlándolo todo; o el gobernador civil leyendo un discurso ante unos tipos que mataban el hambre a fuer de peroratas salidas de la boca de un estómago agradecido y jefe provincial del Movimiento. Muller convirtió su estudio fotográfico de la madrileña calle de Serrano en un lugar de reunión de tertulianos. Por aquella “rebotica” pasaron todos los intelectuales de La Revista de Occidente. La cámara de fotos fue el mejor notario de su tiempo, tanto en España, como en Hungría, de donde tuvo que marchar por el acoso de los nazis, como en Tánger (donde hizo amistad con Fernando Vela, secretario de Ortega),  en Marsella y en Oporto, de donde salió tarifando por orden de Salazar. La fotografía en aquellos tiempos no tenía gran valor artístico. Menos mal que se han conservado miles de clichés. En 1966 se editó España clara, donde sus fotos se acompañan de textos de José Martínez Ruiz. Y en 1968 aparecieron otros seis volúmenes: Cataluña, con textos de Dionisio Ridruejo; Andalucía, con prosa de Fernando Quiñones; Baleares, con Fernando Villalonga; Canarias, con Federico Carlos Sainz de Robles; País Vasco, con Julio Caro Baroja; y Cantabria, con Manuel Arce. Una exposición interesante que merece una visita.

No hay comentarios: