martes, 4 de agosto de 2015

Seguimos atrapados




Mariano Rajoy, que siempre apuesta doble contra sencillo, ha hecho unos Presupuestos Generales del Estado para 2016 donde el Ejecutivo se sube el sueldo el 1%, como a los funcionarios. No es mucho, la verdad, pero si tenemos en cuenta que a los pensionistas está previsto subirles un 0’25%, que ya se ha hecho crónico, no cabe duda de que la subida de los primeros es tres veces más que el de los segundos. El presidente del Gobierno entiende que los jubilados se arreglan con poco, o sea, con una sopita de ajo, un paseo mañanero al sol y la visión  del “telediario” de TVE, donde se cuentan las “bondades” del Gobierno al estilo de los cuentos de Calleja. El Gobierno entiendo que debería haber tenido la decencia de subirse el mismo porcentaje que las clases pasivas, esas que viajan con el IMSERSO a Murcia en invierno, con las medicinas de repago en la maleta y los ojos nublados por las cataratas, que producen la misma sensación en el anciano que ver en butaca de patio “Los diez mandamientos” pero sin quitar la cortinilla del proscenio. A los miembros de este Gobierno, digo, le faltan hechuras y dignidad y la chaqueta les tira por la sisa. Araceli Mangas comenta hoy en El Mundo que “el artículo 168 [de la Constitución Española] es una rémora para afrontar la evolución normal del ejercicio de la soberanía. Recuerda el “atado y bien atado” del franquismo en una operación sibilina para perennizar un periodo: el de la Transición, un tiempo en el que seguimos atrapados. Se tomó así como rehén a la soberanía nacional”. (…) “En España ninguna Constitución ha sido un puente intergeneracional, siempre ha sido una imposición de una generación sobre la siguiente”. En este país, donde se han gripado las zapatas de las ruedas del progreso, sólo se han hechos dos pequeñas reformas constitucionales, obligados por Bruselas: el artículo 13.2 con motivo de la adhesión al Tratatado de Maastricht y la reforma exprés del artículo 135, donde el pago de la deuda por parte de todas las Administraciones españolas sería la prioridad absoluta en materia de gasto. Desde entonces, todas las Administraciones Públicas estaban obligadas a actuar aplicando el principio de estabilidad presupuestaria. Tanto el Estado como las Comunidades Autónomas no podrían incurrir en un déficit estructural que superase los márgenes establecidos mientras que los ayuntamientos deberán tener superávit. Lo cierto es que no se cumple. Baste sólo con mirar a las Comunidades de Madrid o de Valencia ¿Qué ayuntamiento tiene superávit? Ninguno. La reforma del artículo 135, que dejó más tranquilos a los alemanes, sirvió de coartada, tanto a Rodríguez Zapatero como a Rajoy, para reducir gastos en Sanidad, Educación y Servicios Sociales, todos ellos transferidos, con lo que los españoles, en general, hemos quedado mucho más desasistidos, empobrecidos y cabreados. Pero había que pagar la deuda contraída por  bancos y cajas de ahorro  mal gobernados, sobre todo cajas, muchas de ellas rescatadas con dinero público que presumo nunca devolverán. Los casos de Bankia o de CAM,  por poner dos ejemplos de lo que no se debe hacer, claman al cielo. Ahora Rajoy sigue apostando doble contra sencillo por la creación de empleo. Pero, ¿qué tipo de empleos? Salgan a la calle y pregunten.



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