jueves, 24 de septiembre de 2015

27 de septiembre




El libro de Carlos Fonseca, “Mañana cuando me maten”, recuerda las últimas ejecuciones del franquismo el 27 de septiembre de 1975. Poco antes de las ocho y media de la mañana de ese sábado, Ángel Otaegui era ejecutado en el penal burgalés de Villalón. Pasó las últimas horas acompañado por el capellán de la Cruz Roja y por el segundo capellán de ese penal, Julio Lucio. Pidió una botella de coñac para combatir el frío y unos cuantos paquetes de cigarrillos. Durante esas horas charló con los sacerdotes, pero se negó a confesarse. Juan Paredes Manot, “Txiki”, fue ejecutado a las ocho y treinta y cinco minutos de la mañana. Su hermano, Miguel Paredes, “Mikel”, aguardó en el depósito de cadáveres del cementerio del Norte, junto a los tres abogados del ejecutado –Palmes, Oranichy y el capitán Coronado- la llegada de la ambulancia que conducía su cadáver. Txiki pasó la última noche de su vida con su hermano y sus abogados defensores. A lo largo de las doce horas de espera sólo tomó una taza de café y recibió la visita de su notario al que hizo entrega de un documento político. A las seis de la madrugada escribió unas líneas a sus hermanos pequeños, en el anverso de una foto de comunión que la autoridad militar le había permitido tener en su celda. Su ataúd sería depositado en el nicho número 18.892. De Carabanchel sale a las 7’35 horas camino de Hoyo de Manzanares la comitiva: tres furgones, 15  jeeps y dos turismos negros, al parecer con el capellán y el médico que habrá de certificar la defunción de los condenados Humberto Baena,  José Luis Sánchez Bravo y Ramón García Sanz. A las 9’23 horas suena la primera descarga y un leve “tac” del tiro de gracia se pierde en las lomas de El Palancar. A las 9’40 se oye la segunda descarga cerrada. Poco después se escucha una tercera descarga. A partir de ese momento comenzarían las reacciones en el extranjero contra el régimen de Franco. El diario ABC comentaba en un editorial. “Ha habido justicia: ha habido clemencia”, en referencia a los indultados. Y Fernando Ónega, comentarista del diario falangista Arriba, decía refiriéndose a las sentencias: “Como dijo el señor Herrera Esteban a los periodistas, es un tema importante y delicado sobre el que no es correcto abrir debate. Se queda en el marco de la ley, en el cumplimiento de la ley, y sólo parece oportuno referirse a unos detalles concretos: primero, que no hubo el menor disentimiento en el seno del Gabinete a la hora del ‘enterado’; segundo, que los acuerdos de Consejo de Ministros se adoptan por unanimidad; tercero, que no sería lícito ocultar, por la gravedad de efectuar cinco ejecuciones, la elevada cifra de indultados; y cuarto, que el ejercicio del derecho de gracia no va a significar –previsiblemente- que terminen las tensiones y presiones internacionales.”
Así fue.

(Fuente consultada: Cambio 16, núm. 200, pp. 26, 27  y 31.)

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