sábado, 26 de septiembre de 2015

Toreo de salón





A mi entender, ha sido una acertada idea que la alcaldesa  Manuela Carmena haya eliminado en el presupuesto municipal para 2016 la subvención de 61.000 euros con la que se ayudaba a la Escuela de Tauromaquia Marcial Lalanda, o sea, casi la mitad de los ingresos del consorcio formado entre empresa privada (30.000), la Comunidad de Madrid (40.000) y el Ayuntamiento. Leo en El País que “según ha comunicado el Ayuntamiento, el motivo para retirar esta subvención es que el presupuesto de la escuela, con una media de 38 alumnos, es desproporcionado en relación al que se destina a actividades culturales o deportivas de mayor demanda. Además, las clases y talleres que se imparten en ese centro no son compatibles con los derechos de los animales”. Punto pelota. Lo normal sería que las escuelas taurinas las financiasen los aficionados, de la misma manera que los ciudadanos particulares se financian de su bolsillo los estudios de idiomas, de vuelo sin motor o de jota aragonesa. Otra noticia importante es que el Gobierno, al aprobar adherirse al Convenio europeo sobre protección de mascotas prohíba cortar orejas, rabos, seccionar las cuerdas para evitar el ladrido o extirpar las garras y los dientes a los animales de compañía. Un convenio que, además, limitará el uso de animales domésticos en publicidad y espectáculos. Ya veremos cómo se resuelve el asunto de los circos, los toros de fuego en las fiestas de los pueblos, la caza de pajarillos con diversos cepos, el triste espectáculo de mascotas expuestas en escaparates y el lamentable espectáculo que produce ver perros abandonados en  carreteras y calles. Los animales, sean de compañía o no, merecen nuestro respeto. Me canso de repetirlo en mi blog una y otra vez, aunque me temo que la iniciativa del Ministerio que preside Isabel García Tejerina tenga los mismos efectos en la praxis que  predicar en el desierto de Atacama, preñado de gigantescas siluetas  inquietantes. Digámoslo claro: en un país que parece indiferente ante la infamia que produce el hecho de que sigan más de 100.000 esqueletos en las cunetas y en los barrancos; y ante un Gobierno de derechas que parece desafecto a lo que representa la Ley de la Memoria Histórica, la firma del Convenio europeo sobre protección de mascotas producirá en los firmantes la misma risa que ver a un burro comiendo higos.

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