jueves, 8 de octubre de 2015

El columbario de Rajoy




La política, como acontece con la tecnología, está dominada por dos clases de personas: las que entienden lo que no dirigen y las que dirigen lo que no entienden. Es España, por desgracia para los gobernados, existen unos ministros que opinan de aquello que no les compete como si estuviesen en posesión de la sabiduría contenida en el “Libro gordo de Petete”. Lo sucedido con el exvicepresidente del Gobierno Rodrigo Rato es de libro. Aquel tipo que iba de sobrado, y que para Aznar y Rajoy había sido el mejor ministro de Economía en la reciente historia de España, ha resultado ser un desahogado de tomo y lomo. El Partido Popular, al igual que sucede en el hinduismo, cree que cuando aflora un presunto corrupto entre sus filas lo mejor es no hablar de él por ver si así, de ese modo, el humo del desmán se disipa y el ciudadano se olvida de sus bochornosas hazañas. Los dirigentes de ese partido político son tan cínicos que presumen que la inmersión en el olvido del garbanzo moreno  sirve para extinguir el “pecado” del corrupto, del mismo modo que ocurre con los hinduistas con cada inmersión en el río Ganges. Y si ello no diese resultado, entonces se le quema en la pira de Génova, 13, achacándole todos los males del partido (como ha sucedido con Bárcenas y supongo que sucederá con Rato) para más tarde depositar sus cenizas en un columbario, que se situará en las tarimas de las plazas de toros y en  los proscenios de los teatros donde los candidatos a ocupar escaños en el Congreso pronuncien sus exaltados mítines. Y allí aventarlas entre el ondear de banderolas con la gaviota y la música de Macaco. Todo, como digo, al estilo de los hindúes, que depositan las cenizas de un cadáver en el río sagrado para evitar el ciclo de la reencarnación. Y vuelta a empezar. Los dirigentes de los partidos políticos de izquierdas y derechas (el centro es el nirvana) saben que recibir varias veces la opinión de una persona tiene el mismo efecto que recibir esa opinión de varias personas. Ahora Aznar -como cuenta Arcadi Espada- le ha dado un pellizco de monja a Rajoy. “Un partido político es, sobre todo, -señala Espada- una compleja trama de afectos e intereses personales”. Bueno, eso ya lo sabemos. Y aquí el coco se llama Ciudadanos.

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