jueves, 22 de octubre de 2015

El triunfo del low cost





En su columna de El País y bajo el título “Bragas a euro”, Luis Sánchez Mellado mete el dedo en la llaga. Viene a decir que las tiendas de low cost funcionan porque “con sueldos de mil euros, quien los gane, los presuntamente asequibles Zara, Mango y H&M son tan prohibitivos para la nueva clase trabajadora como Loewe, Dior o Gucci para la entelequia antes conocida como clase media”. La OCDE afirma que la brecha  entre ricos y pobres ha alcanzado un nuevo récord por la crisis y que esa brecha sigue ampliándose. Para dar idea de la gigantesca reestructuración que se ha producido en el aparato productivo del capitalismo en los últimos tiempos –y así lo señalaba Joaquín Estefanía (“La clase media ya no es la burguesía”, El País, 25 nov 2014) “se está construyendo una clase peculiar formada poe capas medias en cuanto a formación, pero con las condiciones de vida de los estratos más bajos. Y para reafirmarse en esa gigantesca reestructuración, cuenta el siguiente chascarrillo: “Se inaugura una fábrica textil y sólo emplea a un trabajador y a un perro: al trabajador para que dé de comer al perro y al perro para que mantenga al trabajador alejado de la maquinaria”. Quizás Estefanía ha hecho referencia a las fábricas textiles por ser empresas que, como se sabe, en otro tiempo crearon muchos puestos de trabajo. Pero en un país donde los beneficios empresariales se multiplican  al mismo ritmo que crece el paro, de nada sirve que el Estado inyecte ayudas a los empresarios en un desesperado intento de aminorar la tragedia de la clase vulnerable. “La clase media creía –dice Estefanía- que una buena formación intelectual abría puertas, y que la honradez y el trabajo eran las mejores cartas de presentación. Esto se acabó”.  Ahora aparecen en el espectro político nuevas formaciones tratando de vender “esperanzas” y poder poner fin a un bipartidismo corrupto que huele a podrido. Para entender el grado de desesperación que sufren millones de ciudadanos en España, nada mejor que recordar unos versos de Bertolt Brecht: “Para ganarme el pan, cada mañana / voy al mercado donde se compran mentiras. / Lleno de esperanza, / me pongo a la cola de los vendedores”.

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