Supongo que un musical llevado a los escenarios alemanes
sobre la figura de Hitler estaría
totalmente prohibido en Alemania. De la misma manera, otro musical parecido
ambientado sobre la Italia
de tiempos del Duce, ídem del
lienzo. Pero España es diferente. Cuando todavía existen más de 100.000
esqueletos en las cunetas de las carreteras y en los caminos sin recibir una
digna sepultura, a pesar de estar en vigor la Ley de la Memoria Histórica
(pese a que bajo el gobierno de Mariano
Rajoy quedase derogada de facto, al carecer de dotación presupuestaria en 2013 y 2014) y de existir
todavía muchas heridas cicatrizadas en falso, “Mi princesa roja”; que,
como señala hoy El País, “lleva a los
escenarios la historia de amor entre José
Antonio Primo de Rivera y la escritora británica Elisabeth Asquith”, su amor secreto. Y ahora aparece Álvaro Sáenz de Heredia (hijo del
director de cine José Luis Sáenz de
Heredia, primo carnal del fundador de Falange Española), con este
trasnochado romance. Según la reseña de El
País, “la obra, que se estrena el
jueves [hoy] en el Teatro Arlequín de
Madrid, arranca con el fusilamiento de Primo de Rivera en la cárcel y a lo
largo de media hora avanza entre lo privado y lo público. La escenografía
descansa sobre una sucesión de fondos audiovisuales, que reducen al máximo los
elementos decorativos. Por el escenario desfilan personajes históricos como Manuel Azaña, Federico García Lorca, a quienes se presenta como buenos amigos de
Primo, Largo Caballero, Mola o Queipo de Llano, uno de los futuros golpistas con el que acaba a
golpes. El Primo de Rivera del musical (interpretado por Jesús Cisneros) es idealista, compasivo (se le presenta ayudando a
un obrero herido tras una protesta) y admirador de Azaña y Lorca. Se minimiza
su oratoria incendiaria –la defensa de “la dialéctica de los puños y las
pistolas” que realizó en el discurso inaugural de la Falange en octubre de
1933- y se exalta su heroísmo en los momentos finales de su vida”. Pues nada, que
la derechona se acerque al Teatro
Arlequín a ver esa versión de “Love Story”
al gusto de la España
cañí y que a la salida del acto saluden a la romana, canten el “Cara al sol” y se lo pasen de guinda. Ya
digo, un musical parecido no se hubiese tolerado ni en Alemania ni en Italia.
En fin, dentro de tres horas marcho a Collado-Villalba para pasar unos días de
descanso. Espero no tener una aparición, al estilo de las apariciones marianas
condecoradas por Jorge Fernández Díaz,
sobre los cerros de Cuelgamuros. Tocaré madera.
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