viernes, 23 de octubre de 2015

Tristeza





Me causa desconsuelo ver a un alcalde “derrotado” y confiando en que el próximo lunes, –como señala Heraldo de Aragón- “el sentido común se imponga y se alcance un acuerdo sobre las ordenanzas fiscales que permitan que el Ayuntamiento pueda recaudar algo aunque sea menos de la mitad de lo que nos habíamos planteado desde Zaragoza en Común”. Eso de que “el Ayuntamiento pueda recaudar algo” me recuerda a esas familias casi al borde de la inopia esperando que alguien les eche una mano para no ser desahuciadas. Es, digo, un canto de sirenas, que nadie escucha. El PSOE, su aparente aliado, le ha salido rana. Pérez Anadón, el eterno segundón que esperaba alzarse con el santo y la peana, espera sentado a la puerta del Consistorio para ver pasar el cadáver del tipo que le pisó en el callo. Así mal, muy mal. La actitud “intolerante, obstructiva y cerril” de los ediles del PP, PSOE y Ciudadanos  la terminaremos pagando, como siempre, los ciudadanos de Zaragoza. En el PP se entiende. En Ciudadanos, que es su marca blanca (como Hacendado lo es de Mercadona), también. Pero en el PSOE no llego a comprender ni su oposición al cambio de nombre del Pabellón Príncipe Felipe ni que desee que sean los más pudientes los que aporten más dinero con algunos gravámenes municipales para intentar salir de la bancarrota en la que se encuentra el Consistorio por una mala gestión socialista que duró más de una década. ¿Qué sería de Pérez Anadón (que tenía unas pésimas relaciones con Belloch y que pasó su rodillo “damasco” por encima del candidato Javier Fernández) sin su garfio para trabarse en la política socialista como una ladilla a un escroto? ¿Así se facilitó el proceso de primarias? Pérez Anadón, que había puesto en marcha la maquinaria de primarias incluso con la hipótesis de alcanzar el aval del 50% de la militancia, no le dejó a Fernández ni recabar apoyos a su candidatura. Se sabía ganador en las apuestas antes de comenzar el combate por la Alcaldía. Era su particular “toma de la Bastilla” sin compañeros mejor preparados que le pudieran hacer sombra. Unos pactos para  colocar a Lambán al frente del Gobierno de Aragón, aunque vigilado de cerca por Pablo Echenique, dejaron a Pérez Anadón de eterno segundón. Pero se mantuvo de edil y puede seguir comiendo caliente en tiempos de tribulación, cuando no conviene hacer mudanza y cuando ya no quedaba sitio para él en las cajas de ahorros intervenidas, que, hasta entonces habían sido refugio para políticos y sindicalistas amortizados que no encontraban árbol donde ahorcarse. En fin, esto es lo que hay. Pero no pasa nada. Algo parecido a lo que le están haciendo a Santisteve, le ocurre a la jurista Manuela Carmena en Madrid,  a José María González Santos en Cádiz y a Joan Ribó en Valencia, al que le “acusan” desde la derechona de que “ya se ha cansado de la bicicleta”. ¡Hace falta ser memos! De momento no pueden con Ada Colau, que los tiene bien puestos. Santisteve merece respeto por parte de los ciudadanos y lealtad por parte de aquellos políticos que le auparon. Poner las reglas de juego en mitad de la partida sólo beneficia a los granujas, incapaces de saber buscarse la vida y que sólo aspiran a seguir viviendo a costa del dinero público.

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