jueves, 31 de diciembre de 2015

Nochevieja





Todavía no ha terminado 2015 y Correos ya anuncia una subida del 7’14 % en sus tarifas de franqueo ordinario. Luego compraré un sello y le diré a la estanquera que me quite el precio, que es para regalo. Ahora comprendo la razón por la que ya nadie envía felicitaciones en Navidad donde siempre se añadían los buenos deseos con aquello de “próspero año nuevo”. Lo de “próspero” al referirse al año nuevo, como lo de “pertinaz” al hacer referencia a la sequía, se convirtieron en dos coletillas muy utilizadas por los españoles desde los tiempos de Franco. La prosperidad siempre brillaba por su ausencia y la pertinaz sequía se intentaba mitigar sacando a los santos patrones de los pueblos en procesión implorando lluvia. Eran unas manifestaciones piadosas muy raras, al estilo de la que se ve en las filmotecas cuando proyectan  “Las noches de Cabiria”. También, para disipar nubes tormentosas que amenazaban granizo, se utilizaban unos cohetes que estallaban en las nubes, de la misma manera que para evitar que los frutales en flor se frustraran por culpa de las heladas, a los agricultores les dio por quemar neumáticos por las noches en la época de los 60 y 70, que más tarde sustituyeron por estufas, que contaminaban menos. La fe mueve montañas, pero los santos procesionados y las rogativas por estrechas callejuelas eran lo más parecido a un ataque a la inteligencia. Como ejemplo, se sabe que hubo treinta y cinco traslados desde Cueva Santa a la localidad de Segorbe, entre 1627 a 1992. En una de aquellas comitivas pías se creó y difundió la conocida tonadilla “Que llueva, que llueva…la Virgen de la Cueva”, mas tarde  inmortalizada en la zarzuela “El año pasado por agua”, de Chueca y Valverde. ¿Recuerdan? En un momento dado, el coro se pregunta sobre qué sastre le habrá hecho el traje a Neptuno y dudan si éste lo habrá pagado: “Grandes pescados habrá por allí, /pero mayores los hay en Madrid, / Hay tiburones que de un coletá… /casi derrumban el Banco de Espá… / Hay ballenatos de tal magnitud, / Que se asusta de verlos Neptú. / Y hay perecí /como el coral, /que son más listos / que Ducazcal”. El referido Felipe Ducazcal era por aquellos días de 1889 el dueño del madrileño Teatro Felipe, en los Jardines del Buen Retiro. También fue el impulsor de la Partida de la Porra, que daba palizas a carlistas y moderados. Fue protector del perro Paco y en cierta ocasión retó a pistola a Paúl y Angulo en sustitución de  Juan Prim. Una bala del contrario se le alojó en uno de sus oídos y años más tarde fue la causa de su muerte. Sólo tenía 46 años. En fín, hoy se acaba 2015  y no tenía cosas mejores que contarles. ¡Feliz año peor!

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