martes, 12 de enero de 2016

No se pueden pedir peras al olmo





La Abogacía del Estado revisará si Puigdemont incurre en infracción por el hecho de no haber acatado la Constitución durante su promesa para ser investido hoy como nuevo president de la Generalitat. En efecto, el muy honorable President ha prometido servir a Cataluña y a los catalanes, que no es poco. Puigdemont ha pasado por alto a la Constitución y al Rey como había costumbre de hacerlo hasta ahora. Pero, según se desprende de tal proceder, y a buen entendedor con pocas palabras bastan, ello puede ser el principio de algo que puede terminar sentando “jurisprudencia”, de repetirse en posteriores investiduras, pongamos por caso en Euzkadi. Que yo sepa, en el Parlament tampoco estaba presente la bandera española, ni dentro ni fuera. Sólo la señera de Cataluña, tradicional de los reyes de la Corona de Aragón; que, curiosamente, era antiguamente usada únicamente por el rey, como expresión de su soberanía desde los tiempos de Alfonso II, rey de Aragón y conde de Barcelona. Una bandera que tiene su origen en la leyenda de Wifredo el  Velloso (último conde de Barcelona) y los dedos de sangre. Esta leyenda narra que el señal real de los cuatro palos fue creado después de una batalla contra los normandos, cuando el rey de los franceses mojó su mano en la sangre de las heridas de Wifredo y pasando los cuatro dedos por encima del escudo dorado del conde de Barcelona le dijo: --Estas serán vuestras armas, conde”. Esta leyenda al parecer no se sostiene, ya que en las Crónicas de los reyes de Aragón y condes de Barcelona existe una miniatura que representa a Wifredo de Ria (padre de Wifredo el Velloso) llevando un escudo barrado, que debió sustituir tiempo atrás a la Cruz de Iñigo Arista. Curiosamente, hace ahora 84 años de la izada de la bandera tricolor (II República) en el Ayuntamiento de Éibar. Sin embargo, si bien es cierto que la bandera tricolor se utilizaba en los casinos republicanos, hasta el decreto de aprobación de esa bandera como de ámbito nacional el 27 de abril de 1931, se utilizaba la bandera de Aragón y Cataluña. Aquel decreto dejó las cosas claras. Faltó rigor histórico cuando se añadió el color morado. No se acertó a representar correctamente el color del Pendón de Castilla, que en realidad era rojo carmesí. Cosa distinta es que se tomase, quiero pensar, el color morado de la bandera de los Hijos de Padilla, utilizado por los Comuneros. La Abogacía del Estado, y a eso iba, que es parte defensora de la Agencia Tributaria en el juicio que ayer comenzó en un juzgado de Palma de Mallorca contra Torres, Urdangarín, la infanta y otros presuntos corruptos; y el fiscal Horrach, que más asemeja al abogado defensor de la infanta que otra cosa, deberían saber que “Hacienda somos todos” los españoles y evitar defender lo indefendible. Intentar aplicar la doctrina Botín a la hermana del Rey para que ésta (supuestamente colaboradora necesaria) pueda, también supuestamente, marcharse de rositas, parece un atentado contra a la inteligencia. Que yo sepa, el Ministerio Fiscal es un órgano público instituido por el Estado para el ejercicio del “ius puniendo” y su ejercicio, en consecuencia, debe estar centrado en la acción penal en defensa de los intereses de la colectividad. La Abogacía del Estado, por otro lado, podrá revisar lo que se le antoje sobre el no acatamiento a la Constitución y el hecho de haber pasado por alto al Rey por parte de Puigdemont, en su promesa como presidente de la Generalitat. Mal se le puede pedir ese acatamiento a alguien, como es su caso, que aspira a la ruptura de Cataluña con España y a convertir esa región en una República como forma de Estado. No se pueden pedir peral al olmo. Los abogados del Estado harían bien en defender lo que es de todos, sin fisuras. Y aquí hay tajo.

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