miércoles, 16 de marzo de 2016

De pena





Algunos hinchas del PSV Eindhoven demostraron ayer ser unos auténticos malnacidos. Allí estaban sentados en veladores de la Plaza Mayor, de la plaza del café con leche de Botella, tirando monedas a unos pobres rumanos que se agachaban hasta el suelo una y otra vez a recoger esa calderilla. Y esos malnacidos se reían como si estuvieran asistiendo a un espectáculo circense de los Hermanos Tonetti. Estoy seguro de que algunos de esos hooligans grabarían las tristes escenas para  más tarde poderlas enseñar a sus amigos holandeses y así tener constancia de lo que acontece en España’, un país de camareros y propinas. Yo me pregunto, ¿y esos malnacidos estarían dispuestos a acoger en su país a refugiados que huyen de la muerte a las puertas de Macedonia? Seguro que no. Y mejor para los refugiados, visto lo visto. Por la noche, en el partido de fútbol, perdió el equipo visitante contra el Atlético de Madrid a los penaltis. Y en el palco se encontraba el anterior jefe del Estado, Juan Carlos de Borbón. Hubiese sido un buen gesto que el  anterior monarca no hubiese asistido al partido como protesta a esas humillaciones, donde se quemaban  billetes delante de las pordioseras, se vertía cerveza en los vasos con los que pedían limosna y se las obligaba a hacer flexiones a cambio de la voluntad. Pero no fue así. Sólo un profesor jubilado de un colegio de Villaverde les plantó cara a esos energúmenos. Supongo que el pueblo holandés no será así. De cualquier manera, el Ayuntamiento de Madrid debería controlar la mendicidad de gitanos rumanos, posiblemente controlada por la mafia. La capital de España no puede dar una imagen como la de ayer. No se debe degradar un país de la UE de esa manera. Por otro lado, Felipe VI y su consorte asisten estos días en San Juan de Puerto Rico al VII Congreso sobre la Lengua Española (CILE 2016) Un congreso donde pronunció un discurso el rey de España y donde en su rótulo habían plasmado “su Magestad”. Bueno, tampoco tiene mucha importancia. A Juan Ramón, que vivió en Río Piedras, le dio por escribir antología con jota. Julio Llamazares, en El País, en su artículo “Majestad”, señala: “Que una reina hable de mierda y utilice expresiones como ‘compi yogui’ no parece muy adecuado, ni siquiera para mí, que tengo por la Monarquía la misma consideración que por cualquier otra convención social, o sea, poca. De todos modos, lo menos trascendental es el lenguaje que usa en privado Su Majestad, que al fin y al cabo hasta hace unos años era una chica de barrio y de clase media, si es que las presentadoras de los telediarios son gente de carne y hueso, que es algo que a veces dudo viéndolas decir noticias que ni ellas pueden creer”. (…) “Como todas las ficciones narrativas, la de la Monarquía se basa en la convicción del público de que lo que se le cuenta es cierto y de que los personajes que las protagonizan pertenecen a una realidad distinta de la del común mortal. Incluso aunque la protagonista lo fuera un tiempo, hasta que un príncipe la transformó de rana en princesa”. Aquí lo dejo. Me voy a tomar un vaso de nada con sifón.

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