miércoles, 4 de mayo de 2016

Mirar a la calle por la persiana





Vaya ensalada de frutas. Recuerdo a Bourvil: “Salade de fruits, jolie, jolie, jolie/ tu plais à mon pere/ tu plais à mon mere…”. Iglesias dice ahora, por complacer a los barones socialistas, que no tendría inconveniente en que Sánchez fuese vicepresidente de un Gobierno por él presidido. El secretario general de Podemos es tan insolente que ya está vendiendo la piel de oso de las urnas en la confianza de que junto a IU va a arrasar. Supongo que don Tancredo se reirá en La Moncloa como contaba Baroja (que ni tuvo fortuna ni gozó de los beneficios del Estado) cuando hacía referencia  a Diógenes Laercio, que se murió a carcajadas  viendo al burro de Crisipo de Soli, discípulo de Creantes, comiendo higos. Diógenes describe su muerte de dos manera: en una de ellas, por haber bebido vino sin diluir en una fiesta; en la otra, que murío del ataque de risa. Crisipo hizo una reducción de lo posible a lo real. Entendía que toda posibilidad es real, puesto que, aún si no ha sucedido, nada impide que alguna vez acontezca. Una estoica manera de ver la vida. En “Divagaciones sobre la cultura” –por otro lado-, Baroja comentaba en 1920: "Con los socialistas nunca he querido nada. Una de las cosas que más me ha repugnado en ellos, más que su pedantería, más que su charlatanismo, más que su hipocresía, es el instinto inquisitorial de averiguar las vidas ajenas. El que Pablo Iglesias viaje en primera o tercera ha sido uno de los motivos más serios de discusión entre los socialistas y sus enemigos." Es evidente que Baroja, aquel liberal de XIX, más escritor que panadero, se refería a Pablo Iglesias Posse, el fundador del PSOE en la madrileña taberna Casa Labra, en la calle de Tetuán, donde acudieron el 2 de mayo de de1879 a la primera cita dieciséis tipógrafos, cinco médicos, dos joyeros, un marmolista y un zapatero. El próximo 26 de junio nos veremos en el mismo distrito electoral, y no sé si frente a la misma mesa, para depositar el voto que estamos rumiando mansamente, como cae el orvallo, o como si fuésemos vacas en la Vega de Pas. Baroja, que conocía muy bien España, afirmó algo innegable: “la gran aspiración del español es trabajar tan poco como un moro y ganar tanto como un judío”. No iba desencaminado. De momento, creo que lo mejor será mirar a la calle por la persiana.

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