domingo, 5 de junio de 2016

La tortilla cañí




En una reciente entrevista con EFE, Juan Alberto Belloch, el espía que surgió del frío, nos vaticina el particular Waterloo de Pedro Sánchez el próximo 26 de junio y  su clara apuesta por La Andaluza. Al actual secretario general del PSOE le espera la isla de Santa Elena envuelto en el paletó gris marengo de su desdicha. En junio de 1815 eran muchos los franceses que odiaban a Napoleón. En junio de 2016 son muchos los españoles que están hartos de la corrupción incesante de los dos grandes partidos. Podemos adelanta a los socialistas en las encuestas, el PP no encuentra aliados dentro de las filas de Ciudadanos mientras esté presente Rajoy, y los socialistas se encuentran desnortados y no encuentran árbol donde ahorcarse. Sánchez hace promesas propias de amo de la Ínsula Barataria si gobierna, sabiendo de antemano que su margen de maniobra sería limitado, que no las podría cumplir; y ahí están frente a él, presentes, también en la memoria colectiva, los ERE de Andalucía para su vergüenza. Rajoy, el “comediante heroico”, sigue impasible, sin mover un dedo, a la espera de los resultados de las urnas, que le darán el triunfo, pero no la continuidad. Es el Fouché que gobierna en funciones, que no aparece por el Congreso de los Diputados aunque le aspen, pero que no tuvo pereza en aflorar en Milán, junto al jefe del Estado, en la final de la  Champions League, como si fuese un gallo en corral ajeno. En este tiempo de oscilaciones pendulares históricas ya parece que existe una especie de “Santa Alianza”, entre la Vieja Dama del dinero, los residuos que quedan de Suresnes, la First Class, el Isidoro, el León Dormido, el Mejor Preparao, el Enano del Champú y todo el Cuarto Poder, para evitar tener que ir a las urnas por tercera vez, en el supuesto de que los resultados de los comicios del 26-J fuesen parecidos a los del pasado diciembre. Hay que romper huevos para hacer la tortilla cañí. No queda otra.

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