sábado, 16 de julio de 2016

El triquitraque




Eso de los “contactos discretos de Rajoy” para conseguir la investidura me recuerda los anuncios por palabras de los periódicos donde también se publicitan los “contactos discretos”. A Rajoy lo que habría que pedirle es que sus contactos dejen de ser discretos y sean con luz y taquígrafos, para que podamos enterarnos todos los ciudadanos como anda el aceite del candil del actual presidente del Gobierno en funciones, que funciona menos que un reloj parado, porque un reloj parado al menos da la hora exacta dos veces al día. Rajoy sin mayoría absoluta en la Cámara Baja es lo más parecido a lo que los sevillanos llaman un triquitraque, o sea, un mixto garibaldi. Contactos discretos, por ejemplo, fueron los que mantuvo Alfonso XIII con la actriz Carmen Ruiz Moragas que, dicho sea de paso, fue republicana, feminista, antitaurina (a pesar de haber estado casada con el torero mejicano Rafael Gaona) y lectora de Victoria Kent. Discreción fue, también, la que mantuvo Franco con Mola cuando el gallego se apartó de su  celiana cuadrilla para  enviarle al Director un telegrama donde ponía aquello tan romántico, sentimental y tierno de “geografía poco extensa” hace ahora ochenta años. Por eso digo que los “contactos discretos” de Rajoy con Sánchez, Iglesias y Rivera para susurrarles al oído barcarolas, sin dejarles claro qué va a cambiar en su actual política de desatinos, es algo parecido a pretender cargar contra el enemigo con salvas de ordenanza. Mucho ruido y pocas nueces las de un político con ínfulas que no ofrece nada frente a un regimiento de jinetes de melé armados con sable y coraza que esperan impacientes a que se abran las sesiones de las Cortes y poder presentar feroz batalla a un  PP en absoluta minoría, más próximo a un Sansón sin melena que al desafiante  filisteo Goliat frente a los israelitas.

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