lunes, 15 de agosto de 2016

Falsos amigos





Luis Ventoso, en el diario ABC, en su artículo “Moneda Falsa”, pone el dedo en la llaga sobre la falsa amistad y señala que no concibe experiencias más aterradoras que las reuniones de comunidad de vecinos o reencuentros de antiguos alumnos. Dice que en España confundimos amigos con conocidos. La tergiversación del concepto de amistad –señala Ventoso- se extrema en Facebook, donde se lleva al paroxismo esta vieja advertencia de Aristóteles: “Un amigo de todos es un amigo de nadie”. ¿Dónde estarán los amigos virtuales si te toca un cáncer en la ruleta rusa de la salud, o si un latigazo económico te arroja al paro? Todos somos grandes amigos en los efluvios de unas cañas”. (…) “Pero fuera de la burbuja de Facebook, se cuentan con los dedos de una mano”. Para mí existe algo peor: los que sin conocerte de nada se permiten el tuteo; o te preguntan alguna impertinencia que tú no deseas compartir con un desconocido; o te invitan a comer a su casa, cuando sabe que nunca vas de visita a casa de nadie ni acudes cuando no sabes qué te va a poner de comer, o el grado de limpieza de su cocina; etcétera. Confundir amigo con desconocido puede traerte consecuencias inesperadas, desde luego nada positivas. Ventoso pone el ejemplo de Raúl: “Ah, ¿Raúl? Sí hombre. ¡Qué majete! Es muy amigo mío”, te suelta un tío que conoce al tal Raúl solo de dos comidas de trabajo y una reunión-coñazo frente a un powerpoint simplón de un consultor pedante con ínfulas de Steve Jobs”. Un falso amigo es, también,  una palabra de otro idioma que se parece, en la escritura o en la pronunciación, a una palabra de la lengua materna del hablante, pero que tiene un significado diferente, por ejemplo la palabra inglesa library, equivalente a biblioteca, no a librería. En fin, no es difícil descubrir a un amigo falso, lo complicado es aceptarlo.

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