martes, 9 de agosto de 2016

Hace 95 años




Hoy, 9 de agosto, se cumplen 95 años de la tragedia del Monte Arruit. Más de tres mil soldados españoles  a las órdenes del general Navarro fueron pasados a cuchillo por los soldados marroquíes de Abd el-Krim después del desastre del Barranco del Lobo. Sólo se  salvaron de aquella masacre los jefes y oficiales españoles, que fueron hechos prisioneros. Unos meses más tarde se recogieron los esqueletos de aquellos soldados asesinados que habían quedado a merced de los buitres y se les enterró bajo una gran cruz. Tras la independencia del Protectorado de Marruecos en 1956, aquellos restos de españoles fueron trasladados a una fosa común de Melilla. También en Alhucemas existe un cementerio de soldados hoy destartalado, con tumbas rotas por la desidia y sin una sola placa que les recuerde. Pocos meses antes había sucedido el llamado Desastre de Annual donde en las tropas al mando del general Fernández Silvestre se pudieron contabilizar trece mil muertos, incluido ese militar. La presión de la opinión pública llevó a la formación de una comisión militar que investigara sobre los acontecimientos. Su resultado fue el Expediente Picasso, informe redactado por el General de División Juan Picasso. Aquel expediente ponía en evidencia enormes irregularidades, corrupción e ineficacia en el Ejército español destinado en África. Pese a todo, no hubo responsabilidades penales ni políticas. Tampoco hubo tiempo para posibles depuraciones. El 13 de septiembre de 1923 Miguel Primo de Rivera daba un golpe de Estado con el imperdonable asenso de Alfonso XIII. Aquel día el rey de España “firmaba su abdicación”, aunque ésta no se haría efectiva hasta 1931 cuando, al no contar con Sanjurjo y la Guardia Civil para dar un nuevo golpe y anular las elecciones celebradas dos días antes, abandonó por Cartagena el territorio español. ¡Buen viaje en su puente de plata! Todos creían, también Prim, que como parecía con la salida de España de Isabel II, se acababa la dinastía Borbón. De eso, nada. Siete años más tarde teníamos en Madrid a Alfonso XII. Con su marcha de España, Alfonso XIII, nieto de aquella Reina de los Tristes Destinos dejaban de tener derechos dinásticos sus sucesores, por más que algunos se empeñen en decir los derechos los ostentaba su hijo Juan de Borbón, a la muerte de su padre en Roma. La Segunda Restauración borbónica se produjo por obra y gracia del dictador Franco. Nombró sucesor a título de rey a Juan Carlos de Borbón como pudo haber nominado a cualquier otra persona, y se me ocurren varias. Por cierto, Alfonso XIII, con su habitual borboneo, había animado con expresiones groseras al general Fernández Silvestre a entrar en combate, poco antes a la triste batalla que terminó con su vida. Hay algo que no quisiera aquí pasar por alto: Abd el-Krim vendió años después los presos a España. El moro pedía tres millones de pesetas de recompensa por los prisioneros. Y al entonces rey de España sólo se le ocurrió la exclamación: “¡Qué cara está la carne de gallina!”. Ahí se retrató de cuerpo entero el bisabuelo de Felipe VI ¡Qué vergüenza!



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